Padre e hijo, con 47 y 17 años, revivieron la gran conquista de La Dolfina. El manejo de las presiones, el rol familiar clave de María Vázquez y el festejo loco por Messi y la selección
Hay una escena, de la última final del Abierto de Palermo, que mucha gente no captó en ese momento. Porque estaba festejando, bajando de las tribunas o simplemente mirando otra cosa. Después, sí, todos la vieron en las repeticiones de TV y en las redes sociales. Es el abrazo eterno de los cascos color Argentina. De la pausa de David Stirling, esperando su turno, respetando ese abrazo. Es el minuto de los Cambiaso, Adolfito y Poroto, su hijo de 17 años. Son campeones del torneo más importante del mundo de polo. Acaban de concretar el sueño que parecía imposible. La Dolfina sigue haciendo historia, pero esa, la de los Cambiaso, es un capítulo aparte.
Han pasado los días. Pareciera que bajó la adrenalina, pero no. Sopla un vientito reparador en la soleada mañana en Cañuelas. Los caballos, héroes también de la gesta, ya están en el campo: merecidísimas vacaciones. La Dolfina ya festejó, pero no se queda quieta. Ya piensa en 2023. Aunque nada va a frenar las emociones.
Los Cambiaso reciben a LA NACION para revivir días inolvidables. El mundo íntimo de dos campeones que lograron romper con 39 años de sequía desde aquel triunfo de Benjamín y Horacio Araya con Coronel Suárez II en 1983.
-¿Qué pasó en ese abrazo final dentro de la cancha?
Adolfito: -Y, el logro, el logro que uno soñó. No podía creer lo que estaba viviendo. Imaginate, Poroto nació en el 2005 y vivió toda la etapa de La Dolfina de mis triunfos y derrotas en el palenque, con un taquito, siendo chiquito, y estar en ese momento los dos abrazados habiendo ganado el torneo más importante no tiene valor. Es una cosa increíble.
Poroto: -Se te vienen muchas cosas a la cabeza en ese momento. Todo lo que preparaste física y mentalmente para llegar ahí. Lo preparamos mucho en familia, en el equipo. En ese abrazo final se te cruzan todas esas cosas. El esfuerzo que hicimos todo el año para poder estar ahí y ganarlo, sí, fue increíble.
-¿Lloraste ahí arriba del caballo, Adolfito?
-No, ahí no. Pero durante la semana, los días previos, me pasó que me emocionaba... Eso no me ayudó a jugar bien. Me vencía la cabeza. Hoy quizá pasó, ya lo logramos, y entonces por eso pienso que el año que viene va a ser mucho más disfrutable. En todos los aspectos. El resultado es anecdótico el año que viene. Lo que viví ya lo viví.
El instante mágico
-Competitivo como sos, no te creo...
-¡Quiero ganar, siempre! Pero hay pesos que ya no tengo. Que mi hijo se haya presentado jugando bien es un peso menos. Compitió bien. Como padre es tremendo eso. Y habiendo ganado Hurlingham y Palermo, ¿que más puedo pedir? Lo ideal hubiese sido retirarme. Tengo 47. Pero todavía disfruto de jugar. Tengo unos compañeros con los que disfruto estar dentro de la cancha. Disfrutamos el día a día. Y siento que yo puedo jugar mejor que este año, por un montón de cosas. Y el equipo funciona. Siento que todavía somos competitivos. Me dije “¿por qué no me voy a dar una chance más”?
-¿Cuándo lo decidiste?
-No lo tenía claro.
-Ni tus compañeros...
-No, nadie lo tenía claro. Lejos de eso.
-Pero no pasaron muchas horas después de la final y ya lo habías definido.
-Sí, pero después de ver la final que jugamos, yo habiendo jugado no como hubiese querido, sentí que tenemos equipo para seguir compitiendo. Seguramente hay que hacer un nuevo esfuerzo en caballos, bancarse un año más, pero en definitiva es compartir un año más con ellos. Voy a estar eternamente agradecido con Pelón (Stirling) y Juanma (Nero) de haberme acompañado en este sueño, que realmente fue un sueño. A veces no se cumplen. Para mí estaba cumplido cuando ganamos Hurlingham. Ganar Palermo es como que los sueños pasaron a otro plano. Es como demasiado ya.
-Cuando dudabas de seguir o no, ¿qué te provocaba pensar en el retiro, en ese vacío que viene después?
-Es que yo al polo voy a seguir jugando. Jugaré la Copa Cámara. Me encanta ayudar a proyectos de jugadores, colaborar con las personas. Ayudar a chicos. Por ahí entregándole todos los caballos que tengo al equipo que juegue mi hijo o mis compas, y verlo desde otro lugar. De alguna manera voy a estar involucrado. Voy a seguir jugando en el exterior con Bob Jornayvaz, con David Paradice, con los patrones a los que les divierta jugar conmigo, y después por ahi sí, tratar de ayudar a jugadores chicos, transmitirle lo que uno puede hacer. Es algo que me motiva.
-¿Cómo has ido procesando un triunfo que sin dudas ha sido muy especial en tu vida?
-Todavía es raro. Me voy a la cama y siento que todavía tengo que jugar algún partido. Como que al estar tan metido mental y físicamente es como que no baja todavía. Pero feliz. Fue un año muy duro, se ha trabajado mucho para lograr este objetivo. Es para agradecer a un montón de gente. Se laburó un montón. Sacrificamos mucho en el exterior para tener los caballos suficientes para venir y poder ganar. El año que viene se va a poder disfrutar porque va a ser más allá del resultado. Este año se jugó mucho por el resultado. Para mí era importante tener un cierre ganando. Ganar el torneo más grande del mundo con un hijo no tiene precio.
"Mi cabeza es fuerte, pero todo lo que iba pasando me venció la mente. Me adelantaba a los partidos, en si ganaba, en si perdía. Todo eso no me ayudó para nada a jugar de la manera que yo creo que puedo jugar. Pero detrás tengo un equipo. No importa quién juega bien o mal. Es el equipo"
Adolfo Cambiaso
-Ganaste torneos de “todos los colores” en el mundo. Pero dijiste durante Palermo que te pasaban cosas distintas dentro de la cancha en los partidos...
-Todo esto me venció la mente. La mente mía es fuerte, pero las situaciones que fui pasando me vencieron la cabeza. Esas emociones que tenía. Me adelantaba a pensar en si ganaba, en si no ganaba, en cómo reaccionaría. ¡Y todavía no habíamos jugado! Todo eso no me ayudó para nada a jugar de la manera que yo creo que puedo jugar. Está claro que la cabeza juega todo. Le puse tanto trabajo, tanto sacrificio a lo que quería, que por ahi la parte mental fue más complicada resolverla. Pero cuando tenés un equipo detrás, todo fluye. Poroto creció mucho polísticamente, partido a partido, y en un momento funcionamos muy bien como equipo. No importaba mucho quién jugaba bien o quién no. El equipo ante todo. Más allá de que en la final Juanma fue una cosa impresionante. En los primeros 3 o 4 chukkers Pelón fue clave en la final. El equipo fue una cosa para destacar. El funcionamiento nos dio la posibilidad de, a pesar de no estar yo al ciento por ciento, poder ganar bien.
-Dijiste varias veces “fui el peorcito de la final”. Es raro escucharte diciendo eso...
-Es real. Fui el peorcito. También sé que dentro de la cancha soy importante, que soy un eslabón descatado para que el equipo funcione y sé lo que puedo generar en mis contrarios y a mis compañeros. Entonces, eso no lo descarto de la ecuación. Fui el peorcito en el sentido de que sé que puedo jugar mucho más. Mentalmente, todo el trabajo y los sueños se me iban mezclando durante la semana, me adelantaba a pensar si ganaba o perdía, le di mucha importancia a eso y no me enfoqué en pegarle a la pelota, en estar adentro como yo puedo estar. Hoy, habiendo ganado creo que me cambia. Por ahi voy el año que viene y pierdo, pero Poroto ya ganó el Abierto, ganamos juntos. Ojalá gane muchos, pero conmigo era éste. No eran muchos más. Está claro. Sentía que era mi única chance y eso también jugaba en mi cabeza.
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Poroto ceba unos mates. Escucha al padre. Procesa cada palabra. Todo sigue siendo un aprendizaje para él, con sus 17 años. Es campeón de Palermo. Es 10 goles. Fue premiado también con el Olimpia de Plata en polo. Es una lluvia de reconocimientos y vivencias para él. Pero está manso. Es manso. Su madre, María Vázquez, dijo inmediatamente después de la final con La Natividad: “El que más tranquilo estuvo en la semana fue Poroto. Diría que vivió todo el Abierto de Palermo como una fiesta. Lo disfrutó”.
-Poroto, muchas veces hablaste de que tenías unos compañerazos, un equipazo, lo cual es real. Pero también estuvo tu rol. Vos te adaptaste, no es fácil meterse a jugar en un equipo así y rendir de la manera que lo hiciste. Nunca se te vio sufrir un partido, como que los disfrutabas…
-Sí, a ver. Yo le decía a papá cuando se armó el equipo el año anterior que tenía mis dudas, lógicas. Estaba entrando en un equipo impresionante. Tenía bastantes dudas. Pero cuando llegué acá desde el exterior, ya para encarar la temporada, y empezamos a jugar las primeras prácticas de equipo, y empecé a entrar un poco en confianza, fue muy fácil jugar con ellos. Desde el primer día me dieron una confianza tremenda. Milo (Fernández Araujo, el coach) me ayudaba en todos los detalles. Eso hizo que se me hiciera mucho más fácil la adaptación.
-Y Pelón, cuando armó el grupo de WhatsApp, te hizo todo más sencillo...
-Je, sí, Pelón me hizo llevar muy bien la diaria, con sus bromas permanentes. Cuando entré en ese grupo medio como que no tiraba nada, sólo escuchaba y aprendía. Y Pelón me pedía que posteara algo, que me involucrara. Ahí empecé. Fue muy importante, me hicieron sentir muy cómodo.
-En los partidos se te nota tranquilo. ¿Cómo vivís las horas previas a los encuentros importantes? ¿Dormís bien, en el viaje a la cancha te ponés nervioso?
-Generalmente soy bastante tranquilo, duermo bien, como bien. No soy de ponerme tan nervioso. Hay momentos que sí, que estás lleno de dudas, pero creo que son momentos que los tienen todos los equipos y los jugadores. Pero soy bastante sereno.
-¿Qué te pasó el día de la final cuando viste la cancha 1 de Palermo llena? Tu papá siempre dijo que en el 92, cuando le tocó la primera final, se la pasó mirando las tribunas y no se pudo meter tanto en el partido.
-Sí, me lo había contado, que estaba más pensando en todo lo que pasaba afuera que en el partido, en toda la gente que había. Me sirvió mucho, estaba muy concentrado. Sabía que teníamos chances. Y había bastante presión en ese partido, por todo esto que dijo él, que era un sueño ganarlo juntos. Ése era “el tiro”. Estaba bastante metido en lo que tenía que hacer. Creo que no fue mi mejor partido, que puedo jugar mejor que eso, pero puede que sea normal. No estaba tan nervioso.
-Adolfito, a esta altura se te debe hacer difícil clasificar victorias. El equipo de 2005, el de 2011-2020. Y ahora esta conquista que es la más especial de todas...
-Es lejos la más importante de todas. Es el sueño. El nombre que tengo en el polo, mi hijo se llama igual. Sé que todos creen que a él le resulta fácil todo lo que vivió porque tiene el padre que tiene. Y yo creo que es todo lo contrario. Tener el padre que tiene, la organización que hay detrás, subirse a un caballo y demostrar lo que demuestra, es más dificil aún que el que no tiene que demostrar nada. Tiene un mérito triplicado. Y encima con la presión que yo viví también como padre por querer que a él le vaya bien. Se mezclaron tantas cosas que el ganar, los 10 goles, todos esos premios... Yo quiero ir el año que viene y ganar. Pero ya gané con mi hijo. Y eso no me lo va a sacar nadie. Es lo más importante. Es como ganar el primer Abierto. Ya lo tengo. Le dije a Poroto: “Te vas a dar cuenta lo difícil que es lo que lograste. El tiempo te lo va a mostrar. Mirá los jugadores que han llegado a 10 goles y no pudieron ganar Palermo. Es mucho más complicado de lo que parece”. Está bueno para su carrera ya haberlo logrado. Igual, insisto, para él es más difícil de lo que la gente cree. Nombre, presión, la presión que tenía por ganar conmigo juntos. Un montón de cosas en ese partido, en el torneo.
-Siempre destacás el valor de María. De su rol dentro de la familia. ¿Cómo se traduce eso?
-María es el sostén número 1 de la familia. Se traduce en la diaria. En que cada uno de los chicos tenga sus horarios, el colegio. Poroto no dejó de ir al colegio. Eso es un esfuerzo de María. Había práctica a las 10, pero ella nos decía “no, el colegio, cambiemos la práctica”. María en todo eso fue clave. Lo hizo vivir como un chico de 16 años, que tenía que ir al colegio, a ver a sus amigos. Eso para el deporte ayuda mucho porque no estás pensando sólo en lo que estás haciendo. Poroto pensaba en la prueba del otro día, en sus compañeros. En todo eso María tiene un rol que nos beneficia a todos nosotros.
"Uno se va poniendo más grande y te agarran dudas. Tenemos charlas con María a la mañana, a la noche. Tener a tu compañera con ese ida y vuelta es importante. Aunque nos peleemos y pensemos distinto. Así es una pareja. Ella es el sostén número 1 de la familia"
Adolfo Cambiaso
-¿A vos cómo?
-A mí, en lo personal... Cuando uno se va poniendo más grande, te agarran dudas, está lleno de dudas, como puede tener un chiquito. Sabe que va llegando el final de su carrera y las decisiones cuestan más, necesitás ese sostén. Tenemos charlas a la mañana, a la noche. Tener a tu compañera con su punto de vista es clave, es importante ese ida y vuelta. Aunque nos peleemos y pensemos distinto. Así es una pareja. Uno está mal y el otro empuja, tira del carro. No es sólo con Poroto, también con Mía y Myla, que también juegan, tienen sus dudas y sus problemas.
-¿Poroto es mejor que vos en el cole?
-Sí, bastante, je. Gracias a la madre. Me preguntaban si era clon, je. Y no, desde ese lugar no es clon. Sacó la parte Vázquez, que son todos bastante más intelectuales que la parte nuestra. Se saca un 8 y le pregunta a la maestra por qué se saca un 8. Poroto es así. ¡Yo me llevaba todo a examen! Los chicos lo saben y se me ríen. Las chicas también son muy buenas en el cole. Eso es un laburo de María, que siempre estuvo detrás.
-Pensaba en tus compañeros, en Milo desde afuera. Te permitieron concretar este sueño. El tiempo va pasando para todos, pero en la final se transforman...
-Esos partidos hay que saber jugarlos y ellos lo saben hacer. Vivimos muchas batallas juntos. Lo saben jugar. Juanma no me sorprende y Pelón menos. Pelón, esos partidos, semifinal y final, es un flaco que siempre está, que juega de la manera que juega. Tiene una cabeza privilegiada. Milo es muy importante en nuestro equipo. No sólo ahora, sino en el equipo famoso. Somos un equipos de 5. Nos bancamos en los momentos clave. Cada uno saca lo mejor en esas dos semanas. Sabe cómo concentrarse. Me fueron llevando. Eso es muy lindo de parte de ellos como amigos.
-Con tu continuidad armaste un revuelo en el resto del mapa de equipos para 2023.
-Fue sin querer, no es que lo hice a propósito.
-Había mucha gente expectante para ver cómo se rearmaban los equipos. En base a tu decisión y a cómo seguía La Dolfina, tomar ellos las propias.
-Sí, igual Juanma siempre esperó. Quería jugar con este equipo. Pelón lo mismo. Siempre a fin de año pasan estas cosas. Me sorprendió todo lo de Ellerstina. Que Facundo (Pieres) se haya ido... Pero está bien. En su momento a mí me pasó lo mismo y abrí, también fui muy criticado por eso. Cada uno lo puede ver desde su lugar. Tomamos decisiones buenas o malas, pero se toman. Él las toma y no está mal. Acá yo no quise armar ningún revuelo. Quería ver cómo me sentía, mi familia, mis hijos que sentían, mis compañeros. No quería cagar a nadie si seguía o si me iba. Lo mejor fue jugar un año más. Al polo voy a seguir jugando. Quizás el Abierto no. Después Poroto tomará su camino.
-La Natividad se rearmó lindo, con Facundo Pieres y Pablo Mac Donough con tus sobrinos Jeta y Barto Castagnola...
-Hizo un muy buen equipo. Pero son todos retos. Un nuevo reto que te ponen delante. No está mal.
-¿Te resultará raro verlo a Pablo enfrente? Digo, estaba en La Irenita, pero ahora estará en el rival de las últimas dos finales...
-Es raro, sí, pero ya jugó en La Irenita. Me pareció raro que después del gran año que tuvo La Irenita y de Pablo concretando su gran sueño, que de un año para otro lo desarme. Me dio lástima en algún punto, en el buen sentido, porque le había ido bien. Hizo final de Hurlingham, semifinal de Palermo. Creo que si le daba un año más iba a mejorar incluso, pero nada, las decisiones cada uno las toma como cree que son mejores y está perfecto. Lo mismo Facundo. Irse de Ellerstina quizá le haga bien. O no. Nunca sabés.
"Puede ser un poco raro jugar en contra la final de Palermo, pero con Jeta y Barto nos llevamos muy bien. Estamos acostumbrados a los partidos en el exterior. Taqueando antes del partido tirábamos chistes. Con Barto nos reímos en medio del partido por una jugada. Tenemos la mejor onda entre los tres"
Poroto Cambiaso, sobre los Castagnola
-Poroto, contame de tus primos. Después de haber jugado junto con ellos en el Jockey, te enfrentaste con Jeta y Barto en una final de Palermo. Eso debe haber sido raro para vos, ¿no?
-Sí, es raro, pero estamos acostumbrados. Afuera jugamos muchos torneos en contra. Igual, estamos mucho tiempo juntos acá en Cañuelas, nos llevamos muy muy bien. Puede ser un poco raro, pero la llevamos muy bien. En el himno, antes de empezar a jugar, o taqueando previamente al partido, tirábamos chistes entre nosotros. Con Barto incluso nos reímos en medio del partido por una jugada. La mejor onda entre los tres. Nos llevamos muy bien y lo tomamos con normalidad.
-¿Alguna vez en medio de los partidos te enojaste con tu viejo? En un video se te vio medio soltando una puteada, pero justo él ya estaba de espaldas...
-Ja ja sí, me ha pasado. Creo que en la cancha no nos tomamos como padre e hijo, somos compañeros, y si nos tenemos que decir las cosas, nos las decimos los dos y eso está bueno, hablarse. Obvio que con la mejor onda, con todo el respeto que le tengo. Pero adentro somos compañeros y a veces tengo mis opiniones y puede haber discusiones, claro.
-Adolfito, cuando ganaron Palermo, dijiste en la cancha misma cuando te preguntaron “¿y ahora qué?, algo premonitorio: “Ahora que salga campeón Argentina en el Mundial. ¡La pegaste!
-Siiii. Siempre fui hincha de la selección. Conozco a algunos jugadores, han venido a La Dolfina. Que les vaya increíble y todo lo que les está pasando se lo recontramerecen. Se armó un grupazo. Me gustó también cómo anduvieron los de mi equipo (River). Creo que ahí se vio la mano formadora de Gallardo con Julián Álvarez y Enzo Fernández: cómo juegan, cómo declaran. También me encantó Alexis Mac Allister.
La locura: el momento de Argentina campeón
-No pudiste ir a Qatar a ver la final.
-No, me hubiera encantado pero teníamos otros compromisos. La final la vimos en Chile. Nos juntamos varios de los jugadores que estamos participando en el Abierto chileno (NdR: el título fue para el equipo de Nero y de Poroto). ¡Fue increíble! Una felicidad tremenda, como la de todos los argentinos. Se me cumplió el deseo. Sobre todo por Messi, que se lo merecía. Fue una locura. Ese día Poroto jugaba partido y se puso la camiseta de Messi y salió a taquear a modo de festejo.
-Bueno, y Poroto cerró el año a lo Cambiaso: con los 10 goles y el Olimpia de Plata.
-Fue un cierre a pura felicidad. Lo está disfrutando. Todo. Pero ya hablé con él. Le dije que hay que trabajar tres veces más de lo que trabajó hasta ahora para mantener todo lo que ha logrado. Que tiene que estar preparado mentalmente para lo bueno y lo malo. Lo bueno es que llegó, y que sepa que lo más dificil es mantenerse.
-Ya pasó el Abierto. Ya pasó el Mundial. Ganaste 18 veces Palermo. La Dolfina llegó a los 15 títulos desde el 2000 hasta acá. Vamos de nuevo: ¿Y ahora qué?
-Se logró todo lo que uno soñó. A veces me cuesta levantarme al otro día y preguntarme “¿Y ahora, a qué le apunto?” Porque lo logré todo. Me siento competitivo. Ahora tengo que generar un nuevo reto para poder motivarme. Ya está.
-¿Y vos Poroto, que esperás para 2023? Ya estás hecho con haber ganado uno con tu papá?
-Él puede estar hecho porque con todo lo que ha ganado en todos lados, la verdad que es increíble. A mí para estar hecho me falta un buen buen rato... Creo que tenemos equipo para estar peleando y ahora que noté lo que es la sensación de haber ganado Palermo, creo que es lo más lindo que hay. ¡Y lo quiero ganar de vuelta!
No será el clon, pero tiene el gen Cambiaso. ¡Confirmado!
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