Desde comienzos de siglo XIX, la calle Alsina fue la elegida por los comerciantes dedicados al rubro textil, en especial en la numeración 1200. Los comerciantes eran en su mayoría importadores de telas y tejidos. Esa tradición aún perdura hasta nuestros días. Uno de los primeros en instalarse fue un joven proveniente de Glasgow. La firma se llamó, en honor a su titular, John Gibson e Hijos.
El señor Gibson arribó a Buenos Aires en 1819 y en pocos años logró prosperidad económica. Esta situación le permitió adquirir varias estancias. Una de ellas, fue vendida al señor Robertson para fundar la colonia escocesa de Monte Grande, en la provincia de Buenos Aires.
Un dependiente, muy capaz y emprendedor fue Richard Blake Newton, que ejercía como tendero. Su desempeño fue tal que llegó a protagonizar parte de nuestra historia agropecuaria.
Blake Newton llegó al Río de la Plata en 1819, con 18 años. Su primer empleo fue en la tienda de los hermanos Gibson, en la calle Alsina. Sus patrones tenían una de las estancias en la zona del Tuyú, la habían llamado “Los Galpones”. Para 1825, el joven Newton, se convirtió en director general de las estancias de Gibson. Particularmente se hizo cargo de la estancia “Los Ingleses”, en la frontera sudeste conocida como: “Campos del Carmen”. Era zona fronteriza. En 1834, compró cuatro leguas desiertas en Bahía de San Borombón. Organizó la estancia “Santa María”, de su propiedad, cercana a la localidad de Chascomús. En este lapso de tiempo formó una familia, se casó con María de los Santos Vásquez y, tuvieron quince hijos.
El hecho por el cual Richard Blake Newton perdura con mayor presencia en la historia del campo argentino, es por haber sido el que trajo el alambrado a estas tierras, en 1845. En 1844, viajó a Inglaterra para inscribir a sus dos hijos mayores , Ricardo y Enrique, en colegios ingleses. En un paseo con ellos, por el parque del conde Fitzwilliams, en Yorkshire, descubre el alambrado que cercaba un predio de ciervos. Volvió a la pampa con la idea y el alambre necesario para su estancia, más un cargamento que llegaría posteriormente en otro barco. En 1845, compró a la casa Rogers Bert y Cía, de Liverpool, cien atados de alambre de 150 yardas cada uno, 500 varillas de hierro de una pulgada y cuarto de lado, y cinco pies de alto, con siete agujeros. La compra llega América recién a mediados de 1846. Solo pudo alambrar un mínimo sector de su estancia “Santa María”.
Esa franja sur de la pampa ofrecía posibilidades de criar ganado lanar. Prontamente, ubicó gran cantidad de lanares en sus tierras. Seis años después importó un plantel de diez ovejas y dos carneros marroquíes de raza Sajonia Electoral. Con el empuje que lo caracterizó desde su llegada, mejoró los vellones. Lo hizo a través del lavado de las ovejas en el río, antes de la esquila. Fue el primero en tener una máquina de enfardar. La cercanía de la Bahía le permitió embarcar rápidamente sus productos.
Si nos atenemos con justicia a los hechos, el primero que alambró todo el perímetro de una estancia en la Argentina fue el cónsul de Prusia en Buenos Aires, Francisco Halbach. Este visionario hombre fue el primero en 1855, en alambrar, con un alambre de cuatro hilos toda la estancia “Los Remedios”. Lindaba con el río Matanza. La comunidad vasca fue el grupo que más rápido aceptó y llevó a la práctica el tendido de alambre.
Los gauchos en un principio no aceptaron de buena manera esa innovación. Su libertad y corridas a cielo abierto se verían coartadas. Aún así, el adelanto se impuso en poco tiempo y se extendió rápidamente. Trozos de recortes de aquel material están hoy en el Museo Pampeano de Chascomús.
La introducción del alambrado fue una “revolución para el campo”. Richard Blake Newton nació el 15 de marzo de 1801, en Londres. Como homenaje,el 15 de marzo se celebra en la Argentina el Día del Alambrador.