Cuando se recibió de licenciado en comercio internacional, Jorge Huck decidió tomar un camino distinto a los que elegían las commodities de granos. Tenía 23 años cuando se adentró en el mundo de los cultivos especiales como las legumbres, el maíz pisingallo, el mijo, el girasol confitero, la colza, el alpiste, entre otros, y ya no hubo vuelta atrás.
Pese a que nació en la Ciudad de Buenos Aires, descubrió cuánto le gustaba la tierra en sus viajes a San Luis y a Entre Ríos, donde su familia tenía campo. "Me gustaba mucho el trabajo, sobre todo los cultivos especiales, porque veía que tenían más valor agregado y, además, permitían intervenir con un capital razonable. Incursioné en este rubro porque quería salir de los típicos commodities. Llevo 20 años de experiencia y no me arrepiento porque es un mercado chico y fascinante", afirmó Huck en diálogo con LA NACION.
Hoy es gerente de ventas de SpringHaus, una empresa con base en la Argentina y en los Estados Unidos que comercializa y exporta granos, legumbres y semillas a Medio Oriente, América Central, EE.UU. y el sudeste asiático. Si bien apunta mayormente al mercado de aves (silvestres, de compañía y de corral) y de pequeñas mascotas (como hamsters, conejos, cobayos y chinchillas), un 10% de la estructura está volcada a la exportación de cultivos especiales para el consumo humano. SpringHaus llegó a la Argentina el año pasado: hoy trabaja con unos 70 productores de todo el país y con plantas de procesamiento. En 2018 exportó desde la Argentina por 1,5 millones de dólares y este año espera llegar a los 4,5 millones de dólares.
Según Huck, durante 2018 el mercado mundial de la alimentación de este tipo de animales generó US$15.000 millones y crece a un ritmo anual de entre el 4% y el cinco por ciento.
"En nuestro país es un negocio escasamente explotado que generalmente atienden algunos exportadores con segundas calidades o con derivados de los procesos de clasificación. Se le ha dado un tratamiento muy marginal: los exportadores solían volcar subproductos o descartes al mercado de consumo de mascotas, pero este es un rubro que requiere mucha rigurosidad", explicó el gerente de SpringHaus.
Y es que aunque los granos son consumidos por animales, quienes toman la decisión de compra son personas muy conocedoras de lo que sus mascotas van a ingerir. "Los clientes compran en la veterinaria y están dispuestos a pagar más de lo que gastarían por un alimento para ellos", afirmó Huck.
La empresa trabaja con productores argentinos y norteamericanos. En cada país se procesa el producto en distintas plantas con las cuales se tiene una vinculación, se lo empaca y despacha al exterior en envases que van desde los 500 gramos hasta bolsas de 1000 kg. "Nuestro objetivo es encarar un mercado que antes se desarrollaba con mucha informalidad de manera consistente y profesional", explicó.
Con respecto a los productores de cultivos especiales argentinos, Huck consideró que están a la vanguardia y a la altura de cualquier agricultor de los Estados Unidos. "La tecnología y la genética es la misma o muy similar, lo que sí notamos son diferencias en lo que se paga a cada uno por el producto", expresó el gerente.
Las ventajas de los cultivos especiales
Bernardo Zubrinic es productor de la zona de Leandro Alem, sobre la ruta 7 en la provincia de Buenos Aires. Trabaja con soja, trigo, maíz pisingallo y arvejas. "Hacemos rotación de cultivos: somos una micropyme familiar que, además de trabajar con SpringHaus, exportamos granos. Realizamos un sistema completo, desde la siembra hasta la entrega del producto procesado en el puerto", explicó a LA NACION.
Zubrinic comenzó a trabajar con "specialties" ya que considera que los pequeños productores no pueden competir, por su baja escala, con los grandes productores y exportadores de granos tradicionales. Sin abandonar los típicos commodities se volcó a la producción de maíz pisingallo y arveja (verde y amarilla).
"El pisingallo es un cultivo muy delicado; su genética es primitiva y requiere mayor cuidado que un híbrido de maíz actual, al no estar modificado genéticamente necesita observación constante y mucha prevención. La arveja verde se utiliza para consumo humano, mientras que la amarilla es forrajera, se usa para alimentación animal", afirmó.
Zubrinic explicó, además, que los cultivos especiales son "una puerta" para poder exportar más productos. "Tengo en mente el alpiste, mijo, chía, etcétera, veremos si lo podemos concretar", concluyó el productor.
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