No es el propósito hacer leña del árbol caído pero esta nueva paliza por el impacto de la última sequía pone en evidencia una vez más cierta emocionalidad, inercia o el efecto billetera de muchos de los que están en el negocio de siembras en campos alquilados. Cualquiera sea el caso, en cada campaña la mayoría de los productores y grupos de siembra son arrastrados por la vorágine y el recalentamiento del mercado de alquileres que ellos mismos provocan para no quedarse afuera, terminando en una ecuación riesgo beneficio demasiado ajustada, aunque atractiva para el dueño de la tierra, quien hasta ahora fue el gran beneficiado.
Es necesario que la misma producción proponga un replanteo de fondo que reemplace una tendencia viciosa -cortoplacista, de subastas y en muchos casos depredadora de la tierra- por otra (que luego podría traducirse en una ley) donde los arrendatarios y arrendadores estén más alineados y se conviertan en socios a mediano plazo, compartiendo a través de distintos esquemas parte de los riesgos y utilidades del negocio. Esto permitiría planificar las rotaciones necesarias para evitar la degradación de los suelos (cada vez más difícil por el avance de la soja) y potenciar un modelo de negocios importante no sólo para el sector sino para el país por la generación de divisas, inversión y desarrollo tecnológico.
La creciente complejidad técnica productiva, comercial/mercados, financiera/coberturas y, sobre todo, la imprevisibilidad e intervencionismo estatal, hace que la toma de decisiones no sólo sean más difíciles sino que dejen un menor (y hasta mínimo) margen de error. Además, con demasiada información y opiniones variadas de asesores, es frecuente terminar abrumado y desorientado en un laberinto kafkiano sin saber bien qué hacer.
Sin embargo, si las variables para la producción son relativamente similares para todos (a excepción de los más pequeños), ¿por qué existen productores o empresas (y no precisamente los más grandes), que a través del tiempo y bajo estos escenarios diseñan estrategias que les permiten lograr mejores resultados que otros?
Una posible respuesta es que muchas de esas empresas o productores intentan resolver los distintos desafíos y problemas recurriendo a la figura del director externo. Sea el dueño de un estudio contable legal, de un comercio, de una industria o hasta un directivo de empresa, es también preferible que esos directores provengan de otros sectores, que hayan demostrado ser pragmáticos y tener un afilado criterio empresario, ser neutrales, no involucrados en el día a día y sobre todo que puedan decir lo que piensan y no al revés. Si bien al inicio y en general son incómodos al statu quo, en especial a los mandos medios y asesores (estos últimos un tanto reacios a las críticas), muestran el mérito del líder por no temer a que un tercero les haga preguntas difíciles que habitualmente nadie quiere escuchar y mucho menos responder. Pero son conscientes que ese proceso los forzará a tener argumentos sólidos y racionales para las decisiones más importantes. Al tener voz y voto, los directores tienen una doble función: por un lado actúan como un guardrail evitando que el productor o empresa se puedan ir fuera de pista y por otro son objetivos en debates internos o conflictos familiares/generacionales, minimizan la improvisación y potencian las propias capacidades de la empresa agregando valor en la estrategia, organización interna o nuevos proyectos.
Para la próxima campaña algunos arrendadores ya están planteando cambios en los términos de los alquileres al encontrarse con un capital de trabajo deteriorado, financiamiento más costoso, inversores escépticos y sobre todo para mejorar la ecuación retorno riesgo. Es importante que estos cambios no sean sólo una "tregua" de campaña tal como sucedió después de la sequía 2008 sino el inicio de un cambio radical en el formato de negocios que lo haga económica y productivamente sustentable. Esto permitiría que a pesar de existir un enorme y disperso universo de jugadores en permanente recambio, con diferentes motivaciones y recursos, además de las mínimas barreras de entrada, el mercado de alquileres pueda ser más estable y menos impredecible.