Los perfiles de los especialistas requeridos para el comercio exterior
La ambiciosa meta de multiplicar por cuatro el número de empresas exportadoras para 2030 exige evaluar las competencias de los profesionales del sector
Cuarenta mil empresas exportadoras. Es la meta que se fijó en 2018 el Programa "Argentina Exporta", con respecto al número de empresas exportadoras que debería tener el país en 2030. Es ambiciosa, ya que implicaría multiplicar por cuatro lo que sería el número actual –las cifras son imprecisas con respecto al criterio por el cual una empresa puede ser considerada con una presencia sostenida en exportaciones a otros mercados–. Pero es posible. Al menos, en la medida que como sociedad hagamos los esfuerzos necesarios para aumentar y diversificar la capacidad de producir bienes y servicios competitivos –y por ende apetecibles- para otros mercados.
Los cambios que se están produciendo en el mundo tornan realista esta meta. Quizás incluso lleven a considerar que pueda ser poco ambiciosa. Y que el salto cuantitativo podría ser aún mayor. Si no lo logramos, ello afectaría nuestra performance en el comercio exterior, especialmente si se concreta el acuerdo Mercosur-UE, con todo lo que podría significar en expansión y diversificación de nuestro comercio exterior.
Tres cambios en el contexto global son destacables en la perspectiva de la Argentina y de la región. El primero es el del crecimiento significativo del número de consumidores, con renta y pautas de consumo de clase media urbana, en países de Eurasia y de otras regiones en desarrollo, especialmente del África y, por cierto, de la propia América Latina.
Otro cambio a destacar es el de la mayor conectividad física y cultural, incluso digital, entre todos los mercados, pero especialmente entre los emergentes, lo cual implica poder acceder a un número muy significativo de consumidores con poder de compra, pero también con múltiples opciones a la hora de adquirir bienes y servicios que requieren y valoran. Son, por lo tanto, consumidores empoderados.
Y el tercer cambio es el de la creciente importancia que la diversidad cultural tiene para el desarrollo del comercio de bienes y de servicios en el mundo. Diversidad cultural que se manifiesta en valores, prioridades, gustos, pautas de consumo, incluso tradiciones que inciden, por ejemplo, a la hora de elegir los bienes y servicios a los que aspiran acceder quienes los demandan. Entender tal diversidad cultural, en la perspectiva de los bienes y servicios que se puede aportar a otros mercados, es hoy un factor clave para el éxito de las estrategias de exportación del país y de sus empresas.
Los cambios mencionados, entre otros, permiten entender uno de los factores más relevantes en el comercio internacional de los últimos años: la internacionalización de nicho. Como fenómeno creciente, se observa en distintos países, por ejemplo –y entre otros– en España. Se trata de empresas que se destacan por su especialización concentrada en un bien o servicio que es valorado por segmentos, a veces reducidos, de distintos mercados. Puede ser, entre otros, un tipo de ropa, de mueble, de juguete, de entretenimiento o de diversos servicios, incluyendo los de la salud, con características específicas que se destinan a determinado tipo de consumidores, con buen poder adquisitivo y capacidad para elegir aquello que más le conviene o desea.
El crecimiento del número de empresas que exportan con presencia sostenida en otros mercados debería generar en los próximos años una creciente demanda de recursos humanos especializados en distintos aspectos del comercio internacional.
Uno y el más obvio, es el de especialistas en la operatoria del comercio exterior. Esto es, profesionales que puedan ser útiles a las empresas que requieren que sus bienes o servicios lleguen a consumidores de otros mercados, entrando o saliendo de distintos territorios aduaneros cumpliendo con las reglas respectivas y pagando o cobrando lo pertinente para cerrar las operaciones. Son profesionales que deben ayudar a que una empresa no sólo produzca bienes o preste servicios, sino que además sepan dar con eficacia todos los pasos necesarios para que los bienes lleguen "en tiempo y forma".
Entre otros especialistas que pueden requerirse, cabe destacar la importancia creciente que están adquiriendo aquellos que acceden a la información necesaria para entender los efectos de la diversidad cultural que existe en otros países. En otras palabras, además de requerir asesoramiento de especialistas en aduanas, transporte y logística, carga impositiva y financiamiento, una presencia sostenida en otros mercados requerirá entender bien los efectos de la diversidad cultural sobre la demanda de bienes y servicios.
Por ello, una "estrategia-país", orientada al desarrollo de un comercio exterior sostenible y funcional a las ventajas competitivas que tiene o puede desarrollar la Argentina, requerirá esfuerzos en dos planos.
Un primer plano es el de la "inteligencia competitiva". Entender otros mercados y los factores que inciden en su comercio exterior, incluyendo los que puedan provenir de la diversidad cultural. Y un segundo plano, es el de las "tecnologías organizativas". Al respecto, un factor clave será la capacidad de las empresas para insertarse en todo tipo de redes, que faciliten los accesos a distintos mercados, y los contactos e información sobre sus funcionamientos, y sobre sus competidores y potenciales asociados.•