Con rigor fiscal y monetario ¿para qué hace falta un plan?
Se trata de una pregunta que debe contestarse sobre la base de la teoría y que sirve para entender la “visión” que el presidente de la Nación tiene sobre el pasado de nuestro país.
Esta importante pregunta me fue formulada por un agudo operador financiero, que no es economista. ¿Por qué es importante? Porque de repente a la política encarada por Milei/Caputo/Bausili no le falta “nada”.
Es una pregunta teórica, no en el sentido de irrelevante, sino que se tiene que contestar sobre la base de una teoría. Se trata, también, de una pregunta que sirve para entender la “visión” que el presidente de la Nación tiene sobre el pasado de nuestro país. Porque, en el fondo, ¿a qué llamaron plan Mitre, Sarmiento, Avellaneda y Roca? Y cuando digo plan no me refiero a planificación, sino a programa.
Un par de respuestas, desde la teoría pura. “Fijá el valor de una variable, y el resto se ajustará solo”, respondería León Walras; “Fijaste la cantidad nominal de dinero, de manera que estamos delante de un modelo de dinero activo; el resto de las variables se ajustará solo”, completaría Julio Hipólito Guillermo Olivera.
Pequeña trampita. Los modelos de Walras y Olivera suponen que no existe ninguna interferencia estatal en la fijación de los valores del resto de las variables, y que éstas pueden adoptar el valor que surja del funcionamiento del sistema económico. En la Argentina 2023/2024 esto significa desregular la economía e ignorar las consecuencias del impacto distributivo de las medidas que se están adoptando a partir del 10 de diciembre pasado.
Salgamos de los modelos. Aquí y ahora, no se trata simplemente de dejar de emitir, sino también de desarmar la maraña de regulaciones, la mayoría de las cuales son buenos ejemplos de “la máquina de impedir”, de la que hablaba Emilio Perina.
Ergo, bienvenidas las medidas, pero la impresión de que surgen de un programa más que tratarse de disposiciones aisladas evitará considerarlas una injusticia por parte de los afectados, ayudará a que las expectativas coincidan con la realidad, y por consiguiente acelerará la velocidad con la cual aparecerán los resultados.
La macroeconomía de corto plazo, como herramienta, que está por cumplir un siglo de existencia, llegó para quedarse. Diferenciemos entre las propuestas planteadas por John Maynard Keynes, que son empíricas y por consiguiente a veces son útiles y a veces no, y un enfoque conceptual de la política económica, cuando –como ocurrió en la década de 1930– los Estados tuvieron que responder por diversas demandas planteadas por la población.