Debate picante en la Rosada sobre el nuevo rol de los empresarios
El Gobierno propone un perfil diferente, que choca con los viejos reclamos corporativos
El tono del mensaje de whatsapp no dejaba lugar a dudas. Era un reproche. "Habla de competitividad cuando tiene 70% menos impuesto a las ganancias y 60% menos de cargas sociales", escribió el industrial sobre el tecnólogo. El living armado en el Salón de los Pueblos Originarios de la Casa Rosada vibraba por el discurso de Martín Migoya, uno de los fundadores de Globant y uno de los organizadores del evento de ayer sobre "El rol del empresario en el Desarrollo Argentino", que impulsó el Consejo de la Producción, un artificio creado por Francisco Cabrera, que reúne a empresarios y economistas. "Debería haber sindicalistas", observó Laura Alonso, titular de la Oficina Anticorrupción (OA). La crítica interna no desentonó: el mismo Cabrera recordó ayer la flamante Mesa de Diálogo del Trabajo y la Producción.
La puesta en escena recordó el cierre del "mini Davos" con Macri y los llamados "unicornios". Es que el fantasma del nuevo perfil empresario preferido por el Gobierno volvió a flotar entre los hombres de negocios. Las firmas integrantes del Consejo de la Producción comparten algo: son competitivas y exportan sus productos, servicios y modelos al mundo. No fue casualidad que el Gobierno discutiera el nuevo rol empresario bajo la óptica de los miembros selectos de ese grupo integrado por Sergio Kaufman, presidente de Accenture y del último Coloquio de Idea; Daniel Novegil (Ternium); Gustavo Grobocopatel (Grupo Los Grobo) y el propio Migoya, que reclamó antes sus pares "excelencia e hipercompetitividad", no sin antes decir que se autodefine emprendedor para escaparle a la etiqueta de "empresario". Toda una definición ante hombres como Cristiano Rattazzi (FCA), Juan Chediack (CAC), Eduardo Elsztain (IRSA), Miguel Gutiérrez (YPF), Jaime Campos (AEA), Daniel Funes de Rioja (UIA), Miguel Blanco (Swiss Medical Group) o Luis Miguel Etchevehere (SRA), entre otros.
Migoya reclamó además mirada a largo plazo y visión global. Incluso pidió a los sectores que no puedan seguir el ritmo oficial que piensen en "transformarse". Miel para los oídos de Cabrera, que escuchaba en la primera fila y que minutos antes había recitado su Biblia oficial: los ocho ejes del Plan Productivo Nacional, que entre otros aspectos impulsa una reconversión productiva.
Fueron dos modelos en pugna. Los empresarios "tradicionales", en cambio, hicieron sonar su himno: previsibilidad, reglas claras, una reforma tributaria para aliviar la carga fiscal y menos presencia del Estado en la economía. Todos rescataron sí, en tiempos de recesión, la importancia de hablar de productividad. Todos destacaron como clave "unirse" y "participar", algo vedado en los últimos años.
La transparencia fue el tema del cierre. Mientras Cristina Kirchner explicó por la mañana en tribunales su vínculo con Lázaro Báez, Javier Iguacel, hombre fuerte de Vialidad y uno de sus denunciantes, guió a los empresarios sobre cómo será todo desde ahora, también para ellos.