El caso YPF desata una guerra entre la española Repsol y su socia mexicana Pemex
El presidente de la petrolera mexicana reclamó públicamente resultados a Brufau
MADRID.- Ya ni siquiera lo disimulan: los coletazos del conflicto por la nacionalización de YPF desataron esta semana una guerra comercial de resultado incierto en el directorio de Repsol.
La tensión llegó a un punto extremo el jueves cuando la petrolera estatal mexicana Pemex, dueña de un 9,4% de Repsol, criticó la gestión de Antonio Brufau al frente de la multinacional española, y lo acusó de cobrar un salario injustificadamente alto. La ofensiva corrió por cuenta del presidente de Pemex, Emilio Lozoya, en una declaración ante el congreso mexicano, en la que cuestionó también la falta de avances en el diálogo con la Argentina por la expropiación del 51% de las acciones que la multinacional española tenía en YPF.
Lozoya es amigo personal y aliado del CEO de la petrolera argentina, Miguel Galuccio. Fue él quien en junio llevó a España la última oferta que elaboró la Casa Rosada para compensar a Repsol. El consejo de administración de la compañía terminó rechazándola por unanimidad.
"El director general cobró 8 millones de dólares anuales, mientras los resultados de la compañía fueron significativamente menores al resto de sus competidores", apuntó Lozoya, en alusión a Brufau.
Avivó así una crisis que agrietó en los últimos tiempos la relación bilateral entre España y México. De hecho, el ministro de Industria español, José Manuel Soria, había viajado al DF el fin de semana pasado para contener los daños.
El lunes recorrió el mundo la versión -luego desmentida de manera oficial- sobre un intento de Pemex para destronar a Brufau y tomar el control de Repsol en una alianza con el magnate Carlos Slim (al que atribuían la intención de comprar el 10% de la empresa).
El diario madrileño La Razón, de indisimulada simpatía con el gobierno de Mariano Rajoy, publicó que el intento de "golpe" de Pemex/Slim existió y que fue abortado por las gestiones de Soria. La Moncloa habría involucrado en el tema al secretario de Energía de Estados Unidos, Ernest Moniz, que esta semana visitó Madrid y se mostró crítico con la expropiación de YPF.
El propio Rajoy habló el jueves sobre el conflicto. Intentó ser diplomático: dijo que Pemex es "un accionista importante" de Repsol y auguró que "los problemas se irán solucionando".
Casi en simultáneo llegó la embestida de Lozoya contra Brufau nada menos que en el congreso mexicano, donde debió dar explicaciones sobre los resultados de la petrolera estatal.
Respecto de Brufau, la sintonía de Lozoya con el gobierno de Cristina Kirchner no podía ser mayor. La Casa Rosada también acusó al ejecutivo catalán por su remuneración durante los años en que condujo YPF y lo considera el principal obstáculo para negociar.
El presidente de Repsol, en cambio, considera que las ofertas de indemnización que propone la Argentina son ruinosas para la compañía y, de aceptarlas, provocaría un derrumbe de las acciones.
Pemex declaró su interés en participar del negocio del megayacimiento neuquino de Vaca Muerta y se ha convertido en el principal aliado del kirchnerismo en la batalla para cerrar el litigio internacional por la nacionalización de abril de 2012 (que traba sus planes en la Argentina).
La conducción de Repsol se mantiene en silencio, pero se prepara para responder. Fuentes de la compañía dejaron trascender que analizan romper la alianza estratégica que firmó el año pasado con Pemex y que tiene vigencia por diez años.
Las dos partes irán preparadas para la pelea a la reunión de directorio convocada para el próximo miércoles en Madrid.
Mientras tanto, el diálogo entre España y la Argentina está congelado. El gobierno kirchnerista se entregó hace tiempo a la mediación mexicana.
Ayer en Madrid, fuentes del gobierno y de la petrolera esperaban ver si los cambios en el gobierno de Cristina Kirchner impactaban en el conflicto. Consideraban "poco alentador" el ascenso a ministro de Economía de Axel Kicillof, principal ideólogo de la estatización de YPF.