El futuro vale menos que el presente... pero tampoco abusemos
Tengo un pedazo de queso, que puedo comer hoy o mañana. Si decido postergar el consumo, se lo puedo prestar a alguien, con el compromiso de que me lo devuelva mañana. Pero corro riesgos: me puedo morir, se puede morir el prestatario, o éste puede no cumplir su palabra. Esta es la razón por la cual estoy dispuesto a darle crédito solo si mañana me devuelve un pedazo de queso más grande que el que le entrego hoy. Porque no da lo mismo que algo ocurra hoy o mañana, los economistas comparamos el valor presente de eventos que se verifican en distintos momentos.
Para saber más sobre esto, conversé con el inglés Frank Plumpton Ramsey (1903 - 1930). Peter Newman acota que su contribución presenta notables paralelos con la de John von Neumann: los dos fueron grandes matemáticos, pero hicieron contribuciones a otras dos disciplinas; cada uno de ellos escribió tres trabajos importantes en economía. Y, con una sola excepción, cada uno de dichos trabajos logró reconocimiento solo con el tiempo.
En 1924 pasó seis meses en Viena psicoanalizándose, pero no con Sigmund Freud, sino con Theodor Reik. Murió muy joven, a raíz de complicaciones asociadas con la ictericia; también fallecieron de muerte natural y antes de cumplir 30 años los argentinos Norberto Aarón Belozercovsky y Miguel Sidrauski.
-Uno de los trabajos por los cuales se lo recuerda, asocia su apellido con los precios.
-Así es, efectivamente. La eficiencia en la asignación de los recursos recomienda que los precios se fijen sobre la base de los costos marginales, pero cuando estos son inferiores a los costos medios, la referida regla implica que las empresas no pueden cubrir los costos totales. Por eso inventé los denominados "precios según Ramsey", que son óptimos según el criterio de bienestar formulado por Vilfredo Pareto, pero evitan que las empresas quiebren.
-En otro de los trabajos formuló una regla, referida a la tasa óptima de ahorro de un país.
-Lo que la literatura bautizó como la "regla de Ramsey", dice que la tasa de ahorro, multiplicada por la utilidad marginal del consumo tiene que igualar a la diferencia entre los niveles observados y máximo que tiene la utilidad. La regla no depende de la función de producción ni de la tasa de interés y sí de tres supuestos cruciales: el no aumento de la población, el no cambio tecnológico y el no descuento de la utilidad. La flexibilización de las dos primeras dio lugar a la teoría del crecimiento, tres décadas después.
-Casualmente quiero prestarle atención al último de los supuestos de su análisis, el de la relación entre el presente y el futuro.
-Mi análisis se refirió a la sociedad en su conjunto, mientras que el ejemplo que usted planteó al comienzo de esta conversación se refiere a una persona en particular. La importancia relativa del futuro con respecto al presente, desde la perspectiva global, ocupa un lugar central, por ejemplo, en la cuestión del cuidado del ambiente. Nicholas Herbert Stern, en el informe que en 2006 publicó sobre cambio climático, mostró que la tarea que la humanidad tiene por delante depende mucho de la tasa de descuento que se utilice en los análisis.
-Han pasado 14 años desde la publicación del análisis, de manera que mucho de lo que entonces era futuro ahora es pasado. Y cuando se observa lo que hace la humanidad en materia de cuidado del clima, el panorama luce más que preocupante.
-Por eso, en la Argentina hacen muy bien Horacio Fazio y Alieto Aldo Guadagni, cuando insisten en sus escritos para que se tome conciencia de un problema cada vez más grave.
-Deme un ejemplo de uso del concepto de valor presente en la toma de decisiones.
-Usted abona una compra con tarjeta de crédito. El vendedor puede esperar a que el emisor de la tarjeta le pague, o también puede recurrir a una institución financiera para cobrar ya mismo, con un descuento. Valor presente alude a la equivalencia a hoy de una magnitud asociada con un momento futuro. Quienes están desesperados por efectivo aceptan cobrar hoy, con quita, porque el valor presente de cobrar en el futuro es inferior al valor con descuento que obtienen cobrando hoy en el banco; mientras que quienes no lo están, esperan, porque dicho valor presente supera el valor que recibirían hoy de los bancos.
-¿Cómo aplicaría esto a la renegociación de la deuda externa que está por iniciar el Estado argentino?
-Imaginemos un contexto en el cual existe una sola tasa de interés. El Estado argentino les pide disculpas a los tenedores de los títulos, por no poder abonar lo prometido en la fecha acordada, y sugiere reemplazar esos títulos por otros, que prometen pagar en una fecha posterior, incluyendo los intereses entre la fecha original y la nueva fecha. Por ejemplo: por no poder pagar US$100 en determinada fecha, aumenta la deuda a la única tasa de interés, durante el período de prórroga. Y si a dicha tasa el monto de intereses se duplica, prometo pagar US$200 en la nueva fecha.
-¿Cuál es el valor presente de la vieja y de la nueva deuda?
-El mismo, porque como existe una sola tasa de interés, al descontar el mayor valor, el que incluye los nuevos intereses, durante más tiempo, la equivalencia a hoy de los dos valores es la misma. Dato importante cuando se conozcan los resultados de la renegociación de la deuda, para evitar la tentación de comparar el viejo nivel y el nuevo de las obligaciones en términos nominales.
-¿Está usted diciendo que el Estado argentino podría renegociar la deuda, sin quita y sin aumentar el valor presente de las obligaciones?
-Estoy ilustrando, porque en la práctica no existe una sola tasa de interés y, a los deudores, políticamente, siempre les gusta mostrar una quita, aunque la tasa de interés del resto adeudado sea mayor. Esto tiene que ver con la mecánica política y económica de la negociación. Pero además?
-Pero además, ¿qué?
-Que las condiciones de pago de los nuevos títulos tienen que ser creíbles. ¿Por qué el Estado argentino va a poder pagar los nuevos títulos si no pudo pagar los viejos?, pregunta cualquier tenedor de bonos. La respuesta actual no es "sangre, sudor y lágrimas", sino crecimiento. Porque crecimiento implica aumento de los ingresos públicos, sin necesidad de ajuste de los gastos. Y, por consiguiente, luce indoloro.
-Perfecto.
-Perfecto, pero es menester recordar que el crecimiento económico no se legisla, sino que -particularmente en un país como la Argentina, cuyo Estado es gigantesco pero con capacidad de ahorro nula-, la fuente de crecimiento está en el sector privado. Y esto requiere movilizar fondos, al servicio de realizar proyectos de inversión cuya rentabilidad supere los costos y los riesgos de hacer algo en su país. Desafío no menor en la Argentina 2020.
-Don Frank, muchas gracias.
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