Coherencia en el caos
Martha es, desde julio de este año, una desempleada más. Desde entonces ha cumplido con la rutina de buscar dónde ocuparse, con las normales entrevistas frustrantes, aunque seleccionada más de una vez para puestos menores. Pasó de un trabajo temporario a otro, hasta que la eligieron para supervisar un centro de telemarketing. Según relata, la propuesta la entusiasmó: "Oficinas bien puestas, ambiente cordial y una mejor remuneración". Al cerrar el trato, Martha preguntó cuándo debía empezar. "El tiempo lo ponés vos", le respondió el entrevistador, que a la vez era dueño de la empresa. Este diálogo tuvo lugar hace exactamente nueve días, el 30 de noviembre. Luego llegó el fin de semana en el que el ministro Domingo Cavallo anunció las medidas de bancarización y otras limitaciones conmovedoras.
Martha debía confirmar el lunes por la mañana cuándo empezaría a trabajar. Llamó temprano y habló con su entrevistador. Con recelosa prudencia preguntó si la propuesta seguía en pie, dada la situación ambiente. Le dijeron que sí, por lo cual Martha sugirió ir para allá. Le dijeron que no, porque con tanto lío no habría tiempo para atenderla.
Martha renunció a su anterior trabajo y esperó. A la tarde, volvió a llamar a su nuevo empleo, pero la asistente del dueño le dijo que tenían muchísimos asuntos por resolver, así que luego se contactarían.
Llegó el martes y no hubo noticias. Martha insistió a primera hora de la tarde. La asistente le informó que habían tomado para su puesto a un amigo del dueño, con experiencia en el producto. Martha se quejó. La joven le respondió que "ellos tenían todo el derecho a entrevistar y tomar a quien quisieran".
Martha reflexiona, al final de su envío: "El maltrato en situaciones de crisis puede ser cruel, muy cruel".
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La expresión tierra arrasada denomina generalmente a aquellas situaciones posteriores a una batalla, donde el caos ha hecho estragos sobre los bienes y las personas. Martha hace un retrato minúsculo, pero fiel y elocuente de la guerra que padecemos, en la que gran parte de la comunidad sufre las consecuencias de combates y enemigos invisibles. Donde más claramente se revelan las secuelas es en los lugares de trabajo, ya sea por los despidos, ya sea por los maltratos. El contexto induce a permitirse cualquier desvío, sin ley, sin razón, ni coherencia que lo impida. El dueño tenía derecho a tomar a quien quisiera, es verdad. El daño que le produce a Martha pasa inadvertido bajo la potencia de otros manoseos más ostentosos. ¿Esto lo justifica?
Las empresas, los supervisores de cualquier nivel, todos los que componen equipos de trabajo tienen hoy una oportunidad única: tomar distancia del caos, formar una barrera de contención y atender las relaciones internas despegados de los vicios que los rodean. Hasta el delito tiene una lógica de supervivencia social. No se justifica robar, por ser robado, ni torturar por haber sido torturado. No existe la violación, sino violadores. Parafraseando a Martha, el maltrato en situaciones de crisis no tiene por qué ser, cruel de ningún modo.
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