Empleados, pero sin trabajo
Muchos perdieron su empleo, sufrieron reducciones en su horario, padecieron rebajas salariales o debieron transformarse en profesionales independientes. Entre las variantes laborales que genera la crisis económica surge también una paradoja: la de aquellos que tienen empleo pero poco trabajo.
Se trata de personas contratadas por entes privados o estatales que cumplen un horario, pero que no pueden cubrir toda su jornada con actividad productiva. Muchos de ellos se sienten parte de una débil frontera entre tener y no tener empleo; el fantasma de la desocupación los acecha permanentemente.
Algunas empresas conocen la situación e intentan instrumentar programas de contención. En otros casos, la baja de presupuestos no permite tomar estas medidas. Con talleres o no, la sensación generalizada es de aflicción.
Para Susana Richino, de Asesoramiento Psicológico Institucional, consultora en recursos humanos y desarrollo de organizaciones y docente en las universidades de Buenos Aires, Belgrano y Palermo, quienes se desempeñan en este escenario se sienten angustiados y descalificados.
"La inquietud es mayúscula. No pueden poner atención, trabajar en material pendiente o concretar otro plan. Les falta concentración. Hay pura incertidumbre", explicó. Cuando tienen actividades se encuentran en tal nivel de tensión que son poco productivos.
Muchos pierden autonomía por miedo a no coincidir con quien tiene el poder de decisión. "En los grupos puede generarse tanto solidaridad como una situación de sálvese quien pueda", opinó Richino. Los rumores son moneda corriente; se vive pendiente de las últimas novedades que puedan traer alguna certidumbre sobre el futuro.
"De las ocho horas que estoy en la oficina -en épocas de gran carga de trabajo solían ser 12-, el 70 por ciento del tiempo no tengo nada que hacer. En otra situación hubiera aprovechado para hacer planeamiento, adelantar entregas o revisar proyectos. Ahora falta voluntad. La reducción en los sueldos pesa muchísimo", explicó un empleado (los consultados prefirieron mantener su identidad en reserva) que, desde hace siete años, trabaja en una empresa de transporte.
La firma vive uno de sus peores momentos financieros y debió despedir personal y reducir los salarios en un 20 por ciento. "Mi jefe está al tanto de la situación. Hace meses no cobra el sueldo. El mismo está buscando otro trabajo y nos sugiere que hagamos lo mismo", agregó.
Los sentimientos encontrados también tienen lugar en estas personas. "Siempre me consideré un profesional capaz, pero hoy me siento un inútil. Tengo cariño por la empresa y me duele ver cómo se fue paralizando. Pero, a la vez, me siento un privilegiado. Todavía tengo un empleo y cobro un sueldo. Espero que esta situación se modifique pronto, si no voy a seguir sin trabajo pero ya sin empleo, ni sueldo, ni oportunidad", agregó.
En el Estado
Una trabajadora de un organismo estatal comentó que actualmente no tienen ninguna tarea asignada ni certeza acerca de cuándo se retomará el ritmo de trabajo. "Lo peor es que siento que me tengo que conformar con el trabajo que tengo y agradecer. Es una sensación horrible, ya que siempre trato de progresar y estar feliz con lo que hago", explicó.
"Lo peor es intentar evitar que alguien se dé cuenta. Luego comprobé que a la dirección no le interesaba que no tuviese trabajo y que no haría nada para apoyarme. Fue un período muy estresante", comentó un ex empleado de una firma de marketing.
Para este joven, la situación de algunas empresas es tan caótica que sus directivos no se detienen a considerar las vivencias del personal. Sin embargo, aun en épocas de crisis, deberían buscarse alternativas de contención para quienes trabajaron por la empresa.
Consejos para evitar los tiempos muertos
- La tecnología es una aliada para aprovechar el tiempo. Se puede navegar por Internet para actualizarse o buscar información sobre la tarea desempeñada. También es posible capacitarse realizando cursos on line que generalmente tienen bajo costo y son flexibles en cuanto a los horarios.
- Los empleados suelen quejarse de que no tienen tiempo para pensar. En épocas de poco trabajo, se puede agudizar el ingenio y pensar en nuevos productos y servicios o cómo introducir innovaciones en los procedimientos que aplica la empresa.
- Si el empleado está en un área donde hay poco trabajo puede ofrecerse a colaborar con las más sobrecargadas.