Fracasó la liberalización del comercio mundial
GINEBRA.- La última posibilidad de llegar a un acuerdo para salvar la Ronda de Doha se derrumbó estrepitosamente ayer, después de nueve días de febriles negociaciones, como consecuencia de un choque de titanes entre Estados Unidos y la India sobre el tema crucial de la agricultura. "Esto ha sido un fracaso colectivo", sentenció el director de la Organización Mundial de Comercio (OMC), Pascal Lamy, al anunciar el fracaso de la última reunión ministerial convocada in extremis para tratar de salvar la Ronda de Doha, iniciada hace siete años en la capital de Qatar con esperanzas de liberalizar el comercio mundial.
"Teníamos 20 temas para resolver. Resolvimos 18, tropezamos en el 19", explicó Lamy. "Entre otras consecuencias, con esta decisión acaban de desaparecer 130.000 millones de dólares que el mundo podía ahorrar anualmente en aranceles", agregó. Los ministros rechazaron la idea de seguir negociando hasta el domingo, como proponía Lamy, explicó una fuente diplomática argentina. "Durante nueve días ni siquiera se consiguió llegar a un acuerdo en el capítulo agrícola. Y aún faltaba tratar el sector de los bienes industriales y otra infinidad de temas."
"Acabamos de concluir una reunión muy decepcionante", declaró con la voz quebrada por la fatiga y la frustración la representante de comercio de Estados Unidos, Susan Schwab. En las últimas 24 horas, las negociaciones se bloquearon por la pulseada que enfrentó a Estados Unidos y la India en torno al llamado mecanismo de salvaguardia especial (MSE), que permite elevar los aranceles para protegerse de la importación masiva de uno o varios productos agrícolas. El proyecto de Lamy proponía que un país podría aumentar sus derechos de aduana hasta 15% por encima de sus niveles actuales si el incremento de importaciones superaba el 40%. La India exige que el MSE pueda ser activado a partir de un aumento de importaciones del 10% y Estados Unidos se opuso por considerar que, en ese caso, el MSE podría transformarse en un instrumento proteccionista. A pesar de los intentos desesperados de Lamy por destrabar la situación, ambos países permanecieron inflexibles.
Los diplomáticos reconocen que será difícil reanudar rápidamente las negociaciones, teniendo en cuenta la profundidad de las divergencias en materia de aranceles agrícolas, sin hablar de otros sectores cruciales del intercambio mundial, como los productos industriales, que ni siquiera llegaron a ser abordados. El canciller brasileño, Celso Amorim, fue uno de los ministros que se mostraron visiblemente más decepcionados.
"Recuerdo todo, pero no entiendo nada", dijo Amorim evocando al escritor italiano Italo Svevo. El ministro recurrió al fútbol para imaginar el futuro de la OMC: "Yo haría como un entrenador cuando pierde un campeonato: cambiaría el equipo y seguiría jugando". El mandato de Lamy concluirá en septiembre de 2009 y Amorim es uno de los posibles candidatos a sucederlo. Durante nueve días, desde que comenzó, el 21 de este mes, la conferencia de Ginebra pasó alternativamente del pesimismo a la esperanza. El viernes un soplo de progreso pareció reactivar las negociaciones.
Idas y venidas
Tras poner un nuevo proyecto de acuerdo sobre la mesa, Lamy pareció obtener el consenso de las grandes potencias comerciales (EE.UU., la Unión Europea, Japón, Brasil, la India y China). Según ese proyecto, EE.UU. reduciría 70% (a US$ 14.500 millones) sus subvenciones agrícolas y la UE disminuiría las suyas en un 80% (a 36.000 millones). En el terreno agrícola e industrial, los países desarrollados y emergentes podrían proteger ciertos productos considerados sensibles con derechos de aduana reforzados, pero los países ricos lo harían en una escala inferior.
Pero el fin de semana puso al descubierto la magnitud de las dificultades que persistían y el lunes Estados Unidos acusó a China de bloquear las negociaciones y a la India de dar marcha atrás en los compromisos asumidos. El ministro de Comercio, Kamal Nath, una de la estrellas de esta conferencia, recordó que su posición nunca había cambiado y que en esta reunión no se discutía de cifras, sino "el destino de cientos de millones de pobres y de pequeños productores que tienen el derecho de sobrevivir".
También el lunes el presidente francés, Nicolas Sarkozy, afirmó que su país "no firmaría" el proyecto y logró formar un frente de rechazo con otros ocho países de la UE, que pusieron en una delicada situación al negociador europeo, Peter Mandelson. "Se trata de un fracaso colectivo por una cuestión de cifras", reconoció Mandelson.