Inflación. El récord que ayuda a mantenerla baja en la pandemia
La velocidad de circulación del dinero es el tiempo que lleva que un billete pase de persona a persona y se genere una transacción. Hoy, ese ritmo está casi en punto muerto: más específicamente, en su valor más bajo al menos desde la salida de la crisis de 2001. Sucede por la paralización de actividades por la cuarentena y es uno de los términos de una ecuación que, por estos momentos, logra que la inflación se mantenga relativamente baja a pesar de la emisión récord.
Esa velocidad llegó a mínimos impensados. Gabriel Caamaño, de la consultora Ledesma, dice que con seguridad es la menor en 16 años. De acuerdo con un estudio del Banco Central de hace ya más de 10 años y que circuló en los últimos días, la velocidad del dinero sería la más lenta desde 1975, año en el que la inflación creció muy por encima de la variación de los salarios. Pero el economista argumenta que desde ese punto hasta hoy hubo muchas variaciones de régimen, como la convertibilidad o hasta cambios de moneda, por lo que es engañoso hacer comparaciones.
Lo que sucede en este momento es que se combina un crecimiento fuerte de la masa monetaria con una caída de la actividad abrupta, detalla el economista, y los dos factores combinados hacen que la velocidad de circulación caiga muy por debajo del promedio de los últimos años, y desde un pico muy alto durante la crisis de balanza de pagos, añade.
"La velocidad de circulación llegó entre abril y mayo a niveles mínimos históricos y en junio y julio mostró un leve repunte. Esto se explica en parte por el fenómeno de preferencia por la liquidez que tienen empresas y personas: ambos cuentan con más dinero en sus cuentas", agrega Santiago Bulat, economista jefe de la consultora Invecq.
En el mismo sentido, Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina, suma que la velocidad del dinero ajustó porque "se realizan pocas transacciones y muy pocas en efectivo porque la gente no puede comprar ni salir de su casa", pero no es un ítem fácil de medir: se suele calcular por residuo.
La teoría monetarista postula la igualdad MxV=PxQ: M es la masa monetaria; V, la velocidad de circulación; P, el nivel de precios y Q, la cantidad de bienes. La velocidad de circulación se calcula básicamente pasando términos en la ecuación, por descarte.
Además, según este enunciado, al bajar la velocidad de circulación se ralentizaría la suba del nivel de precios. Y, siguiendo este pensamiento, se podría entender por qué hoy la inflación no es tan alta como se esperaría con la Casa de Moneda trabajando a destajo. Pero hay todo otro sector de la biblioteca que suma algunos ítems más a este postulado, especialmente en una economía como la Argentina.
"Además de la velocidad de circulación hay varios factores que están ralentizando la suba de precios: salarios del sector privado dos meses a la baja y caída del empleo, congelamiento de tarifas, alquileres, transporte, y sobre todo un cepo enorme al tipo de cambio" que contiene la suba del dólar, otro de los factores que incide en los componentes dolarizados, explica Bulat.
En la misma línea, Rajnerman añade que en la Argentina los "tres motores inflacionarios" son el dólar, las tarifas y los salarios, y que hoy los tres están planchados. "Mientras que no suban, la aceleración de la inflación va a quedar para más adelante", dice. Juan Ignacio Paolicchi, de la consultora Eco Go añade que la proyección de inflación para este año es de un 41% teniendo en cuenta una suba de salarios en torno al 30%, como la que cerró Camioneros.
Sin embargo, advierte Rajnerman, no todo es tan lineal, porque parte de la emisión impacta directamente en el dólar: "Si hay un desequilibrio entre la oferta y la demanda de pesos, una parte de ese exceso suele irse al mercado cambiario (formal o paralelo) e impulsar al tipo de cambio y, por esa vía, acelerar la inflación".
¿Qué otras condiciones pueden hacer que comience a acelerarse la suba de precios? Dinero que circule más rápido por la apertura gradual de actividades, más paritarias que se empiecen a abrir (especialmente si quieren acompañar a la inflación en un año que no es electoral, advierte Paolicchi) y el reacomodamiento de los precios por parte de las empresas para acompañar la devaluación: "El tipo de cambio subió un 2,7% mensual durante la pandemia, y eso pega directamente sobre los márgenes minoristas de las compañías, que pueden trasladar a precio", cierra el economista.
En cambio, para Caamaño la velocidad de circulación no es tan inocua como parece, y advierte sobre el riesgo de que pegue un salto. "Si corrigiera con la misma brusquedad con la que cayó, podría haber una aceleración inflacionaria a pesar de la caída del producto, por lo que es importante ver cómo va a corregir esto", señala.
Para que corrija no tan abruptamente, dice, el Gobierno debería "anclar expectativas" y demostrar que está haciendo las cosas para que no haya una nueva "sorpresa inflacionaria", con un plan creíble y consistente que evite que las personas y las empresas busquen cubrirse. La otra vía es una tasa real alta arriba de la mesa para que muchos de esos pesos pasen de ser "transaccionables" a ser "especulativos", apunta, como por ejemplo, si se van a un plazo fijo.
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