La gestión porteña y su adicción al déficit
Según el presupuesto, 2017 será el noveno año con desequilibrio

Ser constante implica poseer la voluntad de reiterar una acción llevándola adelante con criterios similares. Cuando eso ocurre podemos decir que se ha desarrollado un hábito, que puede ser, a su vez, beneficioso o perjudicial. Cuando se constituye como un camino sostenible para obtener resultados positivos, se transforma en una virtud. Pero si la acción reiterada genera resultados perjudiciales se trata de un vicio.
En ese sentido podríamos asegurar que el GCBA es adicto al déficit y al endeudamiento: el presupuesto 2017 proyecta un déficit fiscal de $ 6200 millones, y así el año próximo será el noveno ejercicio deficitario en 10 años de gestión Pro. Por otro lado, la deuda pública se multiplicó casi seis veces y los intereses generados por esa deuda representarán el 4% del gasto de la ciudad, cuando en 2007 sólo representaban el 1 por ciento.
Si bien desde ECO festejamos que, luego de nuestros reiterados pedidos, el gobierno de la ciudad haya asignado al gasto en vivienda la importancia que siempre debió tener, lamentamos que se haya demorado tanto: entre 2007 y 2015 ese gasto se redujo 17% en términos reales. Si tan sólo hubiera crecido a partir de 2008 al mismo ritmo que la inflación, la Ciudad habría destinado $ 2200 millones a la construcción de viviendas, lo cual se traduciría en 6000 familias que hoy podrían habitar una casa digna.
A pesar de la señal muy positiva en el tema de vivienda, es preocupante que el gasto en educación y salud continúe perdiendo participación, y que la presión impositiva siga aumentando. Para 2017 se plantea un crecimiento de 22% del gasto en educación, en línea con la inflación promedio, acumulando una caída real de 4,6% desde 2015. Algo parecido pasa con salud, que crecería 20% en 2017, por debajo de la inflación, y acumularía una caída real del 2,5% respecto de 2015. Que educación y salud no sean prioridades de la gestión en la ciudad no es un acontecimiento novedoso: educación pasó de representar 28% del gasto en 2007 a 19% en 2017, mientras que la participación de salud se redujo de 23 a 17%. En tanto, el impuesto inmobiliario aumentará 36% en 2017, muy por encima de la meta inflacionaria.
El presupuesto es una radiografía que nos muestra el esqueleto que sostiene la matriz de decisiones de una gestión y que, a medida que pasan los años, expone no sólo sus hábitos, sino que también nos indica si ellos se han transformado en una virtud o en un vicio.
Para averiguarlo, sólo debemos discernir si aquellas decisiones nos han permitido tener una sociedad más equitativa, objetivo difícil de lograr con un déficit estructural, con aumentos sistemáticos de la deuda pública, con esquemas impositivos regresivos y, sobre todo, con una educación y una salud públicas relegadas.
Diputada de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por ECO y director del Banco Ciudad por ECO
Gastón Rossi y Natalia Fidel