La moneda de Brasil podría ser la próxima
Algunos puntos débiles en la economía ponen al real en la línea de fuego de la devaluación
LONDRES.- Una enfermedad contagiosa continúa diseminándose a través de los mercados emergentes. El índice IFC de las bolsas emergentes cayó 19% en términos de dólar durante el último mes, reduciendo los precios de las acciones a apenas la mitad de su nivel de julio de 1997. Sólo en Grecia e Israel aumentaron los precios de las acciones en el último año. También se derrumbaron los precios de los bonos, elevando el rendimiento de los títulos públicos en mercados emergentes a 9 puntos sobre el rendimiento de los bonos del Tesoro norteamericano.
Los mercados ya están tratando de predecir qué economía será la próxima en devaluar su moneda. Si tomamos en cuenta el ejemplo de Asia, esperaríamos que las monedas y bolsas de valores de Europa oriental se zambulleran detrás del rublo. Sin embargo, en realidad las bolsas latinoamericanas cayeron más pronunciadamente, alrededor de 40% en el último año, comparado con un descenso promedio de sólo 10% en el este europeo.
Esto parece injusto, ya que los países latinoamericanos tienen pocos vínculos comerciales o financieros tanto con Asia como con Rusia. No obstante, los diversos canales de contagio son más complicados.
Obviamente, los problemas suelen extenderse de un mercado emergente al otro mediante el comercio. Los países pierden competitividad cuando sus socios comerciales devalúan. Este factor pesó en las naciones del este asiático, donde bastante más de la mitad de las exportaciones de la mayoría de los países va a parar al resto de Asia (incluido Japón).
Rusia, en cambio, ha dejado de ser un mercado importante para la mayoría de los Estados de Europa oriental, de modo que su riesgo de contagio regional es escaso.
¿Pero por qué fueron devastados los mercados latinoamericanos a pesar de que su comercio con Asia y Rusia es modesto? Aquí entra en juego un segundo factor: los precios de los productos básicos. Los países del este de Asia son grandes importadores de materia prima, de modo que la depresión de sus economías hizo caer los precios del petróleo y otros productos como los metales y la madera. El deslizamiento de los precios fue exacerbado por el temor de que ahora Rusia incremente sus exportaciones de materias primas.
Los precios del petróleo bajaron un tercio desde julio último y el índice de precios de commodities industriales cayó un cuarto. Esto resultó doloroso para América latina porque los productos básicos abarcan casi la mitad de las exportaciones regionales.
Menos riesgo, mejor
El tercer canal por el cual se disemina la enfermedad de los mercados emergentes es el escaso apetito de riesgo que experimentan los inversores después de la crisis de Asia y Rusia. América latina sale perdiendo cuando se la compara con Europa oriental en función de varios índices económicos.
Como Asia, muchos países latinoamericanos tienen grandes déficit de cuenta corriente. J. P. Morgan prevé para la región, en promedio, un déficit de cuenta corriente de 4,2% del PBI este año, frente a un déficit promedio de 2,5% en Europa oriental. Además, las economías latinoamericanas tienen enormes deudas externas, que alcanzan a alrededor de 300% de las exportaciones en Brasil y la Argentina, mientras que Europa del Este tiene un promedio de menos de 100%. Brasil comparte otro problema económico con Rusia: un descomunal déficit de presupuesto, previsto en 7% del PBI este año.
En consecuencia, aunque la mayoría de los mercados emergentes sufrieron importantes pérdidas, sería injusto decir que todos son lobos de la misma camada. El contagio resultó más severo en América latina porque allí la mayoría de los países son grandes productores de materia prima y algunas de sus economías están lejos de ser sólidas. Por tal motivo, la Bolsa brasileña se vio más afectada que la polaca, y su moneda podría muy bien ser la siguiente en la línea de fuego.
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