La Reserva Federal, ante la encrucijada de decidir una baja de la tasa de interés
A punto de que Estados Unidos rompa su récord de 120 meses seguidos de expansión, hay temor a una recesión que puede tener su origen en lo monetario o geopolítico
Corren los meses y las señales de fragilidad en la economía aparecen por doquier. Sin embargo, ¿quién quita lo bailado? El presente ciclo económico expansivo de Estados Unidos ya empató al más largo de la historia. De hecho, en julio cumplirá 121 meses de expansión, superando los 120 meses de continuo crecimiento que ostentaba la racha entre 1991-2001.
Por el simple azar y a pocas semanas de sellarse aquella hazaña, Buenos Aires recibió la visita fugaz del expresidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke. Sin dudas, un economista excepcional, que jugó un rol protagónico durante la última crisis subprime en 2008. Entre anécdotas y gratas lecciones que se extendieron por poco más de una hora, afirmó que la ocurrencia de una crisis similar es improbable en la actualidad, ante los avances en materia de transparencia de mercado y regulación.
Además, Bernanke recordó un famoso dicho: los ciclos económicos no mueren de viejos. Una trivialidad que suele ser olvidada ante el vértigo que hay tras tamaña expansión. En definitiva, debe aparecer algún elemento que lleve la economía a una recesión. ¿Cuál podría ser su origen? Una política monetaria muy dura puede enfriar la economía, aunque es altamente improbable, dado que la inflación está lejos de ser un problema. Otra alternativa podría ser de origen financiero, pero también se le otorga baja probabilidad dado el mayor nivel de atención que se le presta a este rubro después de 2008.
La otra opción sería algún shock exógeno, en particular, geopolítico. Este último puede ser el más gravitante en la actualidad. Aquí, el conflicto comercial entre Estados Unidos y China es el principal desafío. Más allá del efecto de los aranceles sobre los precios, las consecuencias de la disputa son profundas. La incertidumbre carcome la confianza de los empresarios, daña las cadenas de producción y reduce la inversión de capital ante la falta de previsibilidad. En otras palabras, ataca directamente al comercio, el principal motor del crecimiento económico de la última década.
Después de las desventuras de mayo, la cumbre del G-20 volvió a apaciguar las aguas. Tal como había sucedido en Buenos Aires en 2018, la cumbre de Osaka brindó un espacio para el encuentro entre Donald Trump y Xi Jinping, donde ambos mandatarios prometieron retomar las negociaciones comerciales. Dos gestos de buena voluntad: Trump levantó temporalmente las medidas contra el gigante tecnológico chino, Huawei; y China habilitó nuevas órdenes de soja desde Estados Unidos.
¿Será duradera la paz de Osaka? Difícil. Los intereses y objetivos de fondo de ambas potencias exceden a los actuales mandatarios y no se limitan a una banalidad como el signo de la balanza comercial. Basta con mirar los mercados para darse cuenta de que el problema no termina allí. El S&P500 trepó 6,9% en junio -es la mayor marca mensual en décadas-, reflejando la aprobación del mercado de acciones. Sin embargo, las tasas de interés largas se hunden ante la búsqueda de refugio. ¿Quién tiene razón en esta pulseada? ¿Será que ambos la tienen, y que faltan son activos seguros ("safe assets")?
En el transcurso del año la tasa a diez años retrocedió 70 puntos básicos hasta la zona de 2%. En tanto, la tasa corta a 3 meses -más correlacionada con la tasa de la Fed- cedió 15 puntos básicos, invirtiendo la curva de rendimientos de Estados Unidos. Cabe destacar que la pendiente de la curva de rendimientos es un excelente indicador para adelantar recesiones a 12 meses vista. Posee un historial fantástico de anticipar períodos recesivos: acertó las últimas siete recesiones desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, y cuenta con tan solo un falso positivo a mediados de los ?60.
Más allá de magnitud de la inversión, la persistencia es fundamental para representar un argumento robusto. Así, por primera vez desde mayo de 2007 el promedio mensual de junio del spread entre las tasas de tres meses y diez años de Estados Unidos finalizó en terreno negativo (-13 puntos básicos) e, incluso, se profundizó en lo que va de julio (-20 puntos básicos). Sobre la base de estos datos, la probabilidad de que la economía norteamericana entre en una faceta recesiva en los próximos doce meses (junio de 2020) se ubica alrededor de 34%. Un nivel significativo, pero que sigue debajo del pico de 41,4% reportado (con un año de anticipación) para marzo de 2008.
En este contexto, la Fed deberá decidir a fin de este mes si lleva a cabo la primera baja de tasas desde diciembre de 2008. Según el mercado, la respuesta es unánime: una reducción de un cuarto de punto y hasta dos puntos más en el resto de 2019. No obstante, la robusta creación de 224.000 empleos en junio sugiere una pausa en julio y guardar la bala para más adelante. Si los atropellos de la Casa Blanca se agravan, habrá que acudir a toda la munición disponible.
Datos a mirar en la economía de EE.UU.
Creación de empleo
En junio se crearon 224.000 empleos en Estados Unidos, como parte de un ciclo expansivo de la economía que parece estar llegando a su fin
Recesión a la vista
En Estados Unidos hay un 34% de probabilidades de que se produzca una recesión en el transcurso de los próximos 12 meses
Expansión récord
Este mes, la economía estadounidense cumplirá 121 meses ininterrumpidos de expansión; se superará de esa manera el récord que se había alcanzado en el período 1991/2001
Ajuste de tasas
La respuesta del mercado ante las dudas respecto de la baja de la tasa de interés por parte de la Fed es unánime: se espera una reducción de un cuarto de punto este mes y hasta dos más en el resto de 2019