La urgencia de tener datos confiables
En 1998, con colegas de la Universidad Nacional de La Plata nos embarcamos en la lectura del entonces flamante libro de Angus Deaton (Análisis de encuestas de hogares), alentados por Leonardo Gasparini, su discípulo argentino recién vuelto al país luego de finalizar su doctorado en Princeton.
El libro parece ajeno a los temas obvios de la economía (inflación, dinero, bonos, crisis) y abunda en problemas centrales de los países más necesitados: la pobreza extrema, las deficiencias nutricionales, las cuestiones de género o el trabajo infantil. Lejos de Wall Street, el ámbito geográfico de los estudios de Deaton remite a la India, a Paquistán o a Costa de Marfil, donde la miseria grita urgente.
Deaton también sorprende por su aproximación metodológica. Además de los modelos formales que tanto fascinan a los académicos puros, el texto ofrece un pormenorizado análisis empírico, con implicancias concretas de política económica. Centrales en la obra de Deaton son sus estudios sobre las decisiones de consumo de las familias, integrando el análisis teórico con métodos econométricos de frontera y cambiando el foco de lo macro a lo micro, más cercano a las decisiones de las personas, lo cual requiere un meticuloso estudio de encuestas de hogares.
El Comité Nobel reconoce así a un titán de la economía aplicada, que fue capaz de recorrer el arduo camino que va de la teoría abstracta al análisis aplicado del bienestar de los que menos tienen. La urgencia de contar datos confiables sobre los pobres y sus necesidades es, quizá, la moraleja mas importante que el trabajo de Angus Deaton deja para nuestros gobernantes.
El autor es profesor de la Udesa