Mientras llegan las inversiones, la opciónes el pragmatismo
Quizás en un gesto de empatía para sintonizar con buena parte del arco social, figuras relevantes del Gobierno han salido en las últimas semanas a reconocer que estamos atravesando "el peor momento" de la economía. Hasta ahora, el eje discursivo para contraponer al malestar creciente pasaba por defender una interpretación más light de la inflación, la recesión y los problemas de empleo. Para los funcionarios se trataba de efectos transitorios que solo requerían llegar al segundo semestre para dar lugar a resultados positivos.
Creemos que algo está cambiando (para bien) en esta mirada un tanto indulgente del trance actual. El reciente paquete de leyes anunciado (blanqueo y reparación histórica a jubilados) parece confirmar que se está recalculando, no el rumbo, pero si la intensidad de las diferentes políticas e instrumentos que se van adoptando. Tampoco resulta casual el foco puesto en las últimas semanas en "alargar" el tiempo de la recuperación y pedir más paciencia. Expresiones como "los frutos de esto se verán en un año", corroboran el intento de transmitir menos ansiedad por el segundo semestre.
A nivel de indicadores económicos lo mejor que se puede esperar es encauzar lentamente la inflación en torno al 2% mensual. El nivel de actividad aún no reacciona, y estamos en un trimestre donde se seguirá profundizando la caída. Con reverdeceres sectoriales muy puntuales no se puede esperar mucho en materia de empleo este año. El tarifazo ha desatado efectos de segunda ronda y un impacto en las Pymes que se subestimó. Así, se ha tenido que mediar para suavizar conflictos en diversos puntos del país, pero ello no ha parado decisiones judiciales que comienzan a perforar la recomposición tarifaria. Los indicadores cualitativos nos muestran que empeora mes a mes la percepción sobre la situación económica presente. En tanto la confianza del consumidor refleja el mal momento actual (mayo arrojó el tercer peor indicador en 10 años). El bálsamo es que se mantiene bien la imagen del Presidente y las expectativas en el futuro (aunque la tendencia es declinante).
El Gobierno ha decidido poner en modo pausa un enfoque mas ofertista e institucionalista sobre la manera de crecer para matizarlo con algunos raptos de keynesianismo express (donde sobresale mayor pragmatismo y cortoplacismo). Seguramente no les escapa que 2017 está cerca y las necesidades políticas de Cambiemos indican que se requiere ampliar la base legislativa y tener menos desgaste en el golpe por golpe que significa negociar leyes puntuales con un Congreso que no domina.
La reparación de las deudas con los jubilados lo vemos como un intento de acelerar el paso en la recuperación del consumo. Por supuesto que también atiende con criterio una verdadera injusticia social. Las cifras comprometidas (entre el pago de retroactivos y el aumento del haber mensual) pueden estar entre los $ 150.000 y $ 200.000 millones. Para apreciar que esta vez se está apostando mas fuerte a estimular la rueda del consumo, podemos comparar con los escasos $40.000 millones del paquete de ayuda social que se dispuso en abril.
En el caso del blanqueo, el segundo eje del proyecto, vemos que tiene dos efectos directos. En primer lugar un oxígeno en los ingresos, que serán destinados a atender en parte el pago a jubilados. En segundo lugar el monto de dólares que se declaren tendrán en principio un fin más financiero que real y productivo. Deberían existir cláusulas mas taxativas respecto a aplicar fondos directamente a financiar bienes de capital, maquinaria, nuevos proyectos de inversión fomentando el empleo, infraestructura y vivienda.
Así como está el proyecto, es muy probable que buena parte del dinero termine suscribiendo deuda del sector público o engrosando depósitos en el sistema financiero local o extranjero. Esto ayuda indirectamente a impulsar el nivel de actividad, ya que el dinero es fungible y el sector público podría tener un respiro importante en las necesidades de financiamiento y contar con margen de maniobra.
Este paquete de leyes revela que el Gobierno está más preocupado por lograr resultados más rápidos en el nivel de actividad y en el empleo. También sintonizarían mejor con las demandas mas urgentes de la sociedad. Se reveló muy voluntarista la visión original de que podía pasarse sin escalas de un consumo vigoroso (que se planchó para luego desplomarse) a una lluvia de inversiones (que aun no llegó).
En el medio queda un vacío al tomar políticas mas audaces para que mejoren el consumo frente a un panorama de inversiones demoradas. Impulsan instrumentos que antes impugnaban, para que los dólares que no están viniendo espontáneamente surjan con el incentivo de un perdón fiscal. Esa visión pragmática tiene puesta la mirada tanto en las encuestas como en el año político 2017. Como en todas las opciones de política económica, en este caso hay costos asociados al beneficio de buscar reanimar la economía en el corto plazo. Se está postergando el frente fiscal y la consistencia entre este y la política monetaria.
M&R Asociados
Fabio Rodríguez y Gustavo Marangoni