Alta calidad de vida, pero con costos significativos; empezar un negocio es simple
Es uno de los centros tecnológicos de Europa, pero también tiene oportunidades para quienes apunten a negocios de la economía real. Ubicada en el décimo puesto del estudio sobre Facilidad para hacer Negocios del Banco Mundial, Suecia cuenta con un clima empresarial abierto, procedimientos administrativos simples y consumidores con alto poder adquisitivo y exigentes. Con 19,3% de inmigrantes en su población -de unos 10,5 millones de habitantes-, es receptivo a la multiculturalidad.
El país cuenta con una serie de opciones de permisos de residencia, los que son requeridos para permanecer más de 90 días corridos contados desde el ingreso. Salvo situaciones excepcionales, no es posible solicitarlos estando allí, sino que hay que gestionarlos desde la Argentina. Hay permisos para trabajar si se cuenta con una oferta y hay Visa Work & Holiday. Una alternativa vigente desde el 2022 es el Permiso de Residencia para Personas Altamente Cualificadas para buscar trabajo o iniciar un negocio. Alcanza solo a profesionales que hayan culminado sus estudios y dura un mínimo de tres meses y un máximo de nueve. Es individual, no se puede viajar con nadie a cargo.
Quien, después, quiera efectivamente abrir un emprendimiento, debe solicitar otro permiso que lo habilite. Además del título, hay que demostrar poder mantenerse económicamente durante el período autorizado (unos US$1300 por mes), poder cubrir el pasaje de regreso y tener seguro de salud.
Instalado desde los ‘70 en Estocolmo, el empresario Víctor Abreu explica que empezar una actividad es “extremadamente fácil” y cuesta alrededor de US$100: “Se hace online y en dos semanas está todo listo. Un autónomo con el número fiscal empieza a operar, aquí todos somos un número y está todo supervisado”. Además, por supuesto, se pueden inscribir sociedades anónimas (desde después de la pandemia del Covid 19 se redujo la exigencia de capital mínimo a unos US$3000), mercantiles o de responsabilidad limitada.
Todas las empresas de más de 10 trabajadores deben tener un administrativo, cumplir la normativa contable y hacer la presentación anual tributaria. Arbetsförmedligen es el organismo sueco que da asesoramiento acerca de la normativa vigente y colabora con una “evaluación de viabilidad”. En determinados casos, otorga ayudas económicas.
Abreu y Daniel Mancilla (sueco de madre argentina, dueño de Mancilla’s Chimichurri) precisan que los impuestos son “muy altos” aunque reconocen que el Estado da todas las prestaciones necesarias. Respecto de cargas sociales, apuntan que si un empleado cobra US$5000 en mano, a la empresa le cuesta US$9.900. El impuesto a las rentas combina una tasa municipal de entre 28,9% y 34,2% y una nacional del 20% al 25%; el máximo es del 57%. Hay una tasa única para los no residentes del 20%. El IVA tiene una alícuota general del 25%; es del 6% para libros y 12% para alimentos (25% para alcohol).
Aunque, obviamente, el monto necesario para encarar un negocio depende del rubro y de la ubicación, coinciden en que para Estocolmo la base ronda los US$50.000. “Hay oportunidades -dice Mancilla-. Los argentinos son valorados, son considerados muy productivos, acostumbrados a trabajar duro, tienen la cultura de socializar, de prestar servicio y eso está muy bien visto”.
Economía formal
Juan López lleva ocho años en Suecia, a donde llegó para reunirse con su actual esposa. Trabajó en relación de dependencia y ahora es uno de los dueños de la pizzería Salta. Insiste en que es “muy simple darte de alta en la vida” del país. “Todo está parametrizado, claramente explicado y se cumple, no cambia de un momento para el otro”, puntualiza.
Grafica con la venta de alcohol, que es monopolio del Estado: “Los restaurantes y bares deben aplicar para poder comercializar. El trámite lleva unos tres meses y los plazos están estipulados. Se paga para la inspección y una vez terminado el proceso está la autorización”.
Subraya un factor que, a su entender, es muy positivo y es que “no está mal visto fracasar”. “En una sociedad en la que se impulsa a los emprendedores, esto es muy importante”. Para tomar personal el período de prueba es de hasta seis meses, y los trabajadores a tiempo completo pueden tomarse una licencia de hasta medio año sin goce de sueldo para emprender.
Hace ocho años el chef mendocino Diego Martín llegó a Estocolmo: “Llegué con un contrato de trabajo. La situación estaba mejor que ahora, había más facilidad para conseguir empleo”. Para extrañar menos, siempre hacía “algo dulce para el mate”. “Sumé medialunas hasta que logré unas excelentes”. Tenía un “muy buen” puesto en una empresa importante y, en paralelo, para ayudar a un amigo le fabricó algunas docenas para que vendiera.
“En dos días colocó un montón, pasó mi número y me empezaron a llegar mensajes -repasa-. Me hice muy conocido en la comunidad rioplatense y, finalmente, decidí ponerle fichas al emprendimiento a ver en qué se convertía”. Empezó con pop-ups (stands temporales) que anduvieron muy bien y terminó asociándose con un salvadoreño dueño de un café de especialidad. “Hola Fika” comercializa pastelería argentina, empanadas y sándwiches de milanesas.
Martín precisa -y en eso insiste también López- que en Suecia no se puede emprender de manera informal porque “no hay dinero físico”. Todos usan billeteras digitales o plásticos por lo que se requiere de las terminales. El chef comenta que se puede empezar sin tener terminada la inscripción porque se declaran las ventas de manera retroactiva. “Hay que hacer todos los trámites hasta para estar en un mercado, sino no hay manera”, puntualiza.
Colaboración
“Mi consejo más grande es siempre apuntar a la colaboración. En mi caso pude lanzarme sola después de estar varios años como proveedora de marcas establecidas. La confianza es clave para despegar. Hay que priorizar la calidad. Este es un país muy chico, pero impresionante para hacer negocios, para trabajar con gente de diferentes lugares”, relata Andrea Reschia.
La diseñadora emigró a Suecia en 2003, por amor. Su línea de calzado logró presencia en las principales casas de moda de Estocolmo y hasta cerró un acuerdo con una distribuidora de productos escandinavos en Estados Unidos. Desde el año pasado, se enfoca y se capacita en sustentabilidad. Está desarrollando una línea en Italia, donde produce, y prepara un relanzamiento de su propia marca, con materiales certificados, monocomponentes y que se reciclen.
Reschia avanza sobre un punto clave del consumidor sueco: su alto nivel de exigencia. Se trata de un mercado maduro, con altos niveles de competitividad, donde las empresas no cambian fácilmente y sin pruebas de proveedores. “Por ejemplo, para sostenibilidad, todo se certifica, se invierte en auditorías, en consultorías. Nadie quiere mostrar nada sin fundamento, ser sustentable convierte a las firmas en más atractivas para los inversionistas y para los clientes”.
Todas las fuentes consultadas por LA NACION subrayan la necesidad de trabajar con “solidez, cumpliendo las reglas” a la vez que remarcan que es un país “carísimo” para vivir. Estiman que se necesitan, al menos, entre US$2500 y US$3000 por mes. Un alquiler mensual de una habitación en el centro de la ciudad ronda los US$700 y de un departamento, alrededor de US$1500.
“Alquilar en la zona céntrica es prácticamente imposible -señala Abreu-. En las afueras hay cosas, con precios algo más bajo. Claro que vivir en el norte del país es menos costoso, pero son inviernos de oscuridad eterna”.
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