Las tres capas invisibles del trabajo: lo que hace brillar a lo que se ve
Este tipo de acciones previas incluye observación profunda, escuchar, soñar despierto, sentarse con nuestra intuición, reflexionar sobre preguntas, sobre un desafío o una reunión posterior a una oportunidad
El resultado de nuestros trabajo es la consecuencia de una sucesión de acciones y omisiones que empiezan mucho antes de ponernos a hacerlo. Lograr las condiciones físicas y mentales para empezar, precisa cierta preparación y de pequeños (o no tan pequeños) pasos que solemos no valorar dentro de nuestro esfuerzo hacia el resultado final. En muchas ocasiones esta “antesala” explica la calidad y el diferencial de nuestro trabajo y podemos pensarlo en tres tiempos: operativo, creativo y desconectado.
El tiempo operativo es muchas veces el más pesado, pero tan necesario para que las cosas ocurran. Cada uno puede identificar el suyo: hacer cinco trámites distintos para empezar un proyecto, llamar por semanas a un cliente moroso en un pago, evaluar proveedores, leer cientos de páginas para encontrar un dato, preparar materiales y hasta la compra de la ropa con la que nos presentaremos a esa gran oportunidad. Sin esta inversión previa de esfuerzo, no conseguiríamos los mismos resultados y así y todo miramos un día lleno de trámites y decimos: “hoy no pude trabajar nada, me la pasé perdiendo tiempo con esperas y llamadas”.
Hay otro tiempo esencial y que resulta intangible que es el tiempo creativo. Abunda la evidencia de donde se nos ocurren las mejores ideas, y no es justamente detrás de un escritorio. Vagar con la mente, hacer conexiones inesperadas de vivencias previas, exponernos a la novedad de manera intencional. Natalie Nixon, experta en creatividad, autora de The Creativity Leap: Unleash Curiosity, Improvisation and Intuition at Work, explica que el “trabajo invisible” incluye observación profunda, escuchar, soñar despierto, sentarse con nuestra intuición, reflexionar sobre preguntas, sobre un desafío o una reunión posterior a una oportunidad. Las innovaciones son invenciones convertidas en valor económico, social o cultural escalable. La creatividad es lo que nos ayuda a pasar de esa invención a ese valor escalable. Debemos ser intencionales en crear espacio y tiempo para que podamos ser más creativos. “Es nuestra creatividad la que genera la innovación más increíble. Ese proceso requiere un trabajo invisible”, explica.
Finalmente, un abonado de esta columna como promotor de la productividad: el descanso. Un trabajo excelente se alcanza con bienestar, por eso el descanso, en todas sus formas, debería ser parte de nuestros planes de trabajo. Descansos escalados en múltiples períodos de tiempo, durante el día, pero también micro-descansos a lo largo del año. Planificar días de soledad y desconexión por mes o cada trimestre. Se pueden probar apps que nos incentiven a cumplir las pausas y nos inviten a momentos desconectados para volver a poner en valor al trabajo invisible que hace brillar todo nuestro esfuerzo.
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