Se dificulta la definición de políticas monetarias
LONDRES.- John F. Kennedy reconoció una vez que recordaba que la Reserva Federal controlaba la política monetaria y no la política fiscal, sólo porque el apellido del presidente de la Fed, William McChesney Martin, comenzaba con M. Sobre esa base, la gente podría pensar que la principal responsabilidad de Alan Greenspan, el actual presidente de la Fed, es growth (el crecimiento de la economía). Si fuera así, está haciendo un gran trabajo.
El PBI de EE.UU. ha crecido a una tasa anual de más del 4% desde 1996; en el último año dio un salto del 6%. Los anteriores presidentes de la Fed estarían pisando el freno con fuerza. Pero Greenspan, que está convencido de que la tecnología ha elevado la tasa sustentable de crecimiento de EE.UU., no lo ha considerado necesario. Una vez más, la Fed se negó a modificar la tasa de interés en su reunión del comité de mercados abiertos.
Argumentó que las tasas de interés podían quedarse como estaban, tanto debido a que se está reduciendo el aumento de la demanda, luego de anteriores aumentos de las tasas, como a que la inflación se está "comportando adecuadamente". Esto es discutible. Desde su anterior reunión, en junio, el aumento del PBI en el segundo trimestre fue mayor que el esperado, la tasa de inflación de los últimos doce meses se ha elevado a 3,5%, los precios del petróleo han vuelto a subir y los de las acciones se han recuperado. Greenspan da mucha importancia al reciente incremento de la tasa de aumento de la productividad en EE.UU., lo que ha ayudado a compensar un aumento más acelerado de los salarios.
El problema es que cada vez que Greenspan habla en términos optimistas de la mayor productividad y la Fed deja sin tocar las tasas, Wall Street festeja y los precios altos de las acciones ayudan a sostener la demanda de los consumidores. Claramente, hay grandes incertidumbres respecto del límite de velocidad segura para la economía, pero dadas las dificultades políticas para elevar las tasas de interés al aproximarse las elecciones de noviembre, la Fed, como mínimo, ha hecho una patriada al no modificar los tipos de interés en esta reunión.
La política monetaria en Europa comienza a verse tan difícil como en EE.UU., pero con la complicación agregada de prioridades conflictivas. La inflación de Europa sigue un punto porcentual por debajo de la de EE.UU., pero muchos piensan que el Banco Central Europeo elevará el actual tipo de interés del 4,25%, posiblemente en su próxima reunión, en fecha tan cercana como el 31 de agosto. Las cifras no sugieren que las economías del euro estén viviendo nada parecido al aumento de la productividad inducido por la tecnología que tanto entusiasma a Greenspan. Nuevas alzas de las tasas en Europa difícilmente ayuden a su recuperación.
Hay exceso de inflación en Europa, pero está concentrado en economías más pequeñas, como las de Irlanda, Portugal y España. En estos países, el tipo de interés del BCE seguirá siendo demasiado bajo incluso con nuevos aumentos. La solución de sus problemas es una política fiscal más ajustada, pero eso es problemático en términos políticos en momentos en que la mayoría de los gobiernos tienen grandes superávit fiscales. En el año por delante la gran tentación a ambos lados del Atlántico será liberar, no ajustar, la política fiscal. Parece que los políticos están por hacer aún más difícil la dura tarea de los banqueros centrales.