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Alcohol: hablá con tu hijo
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LA NACION
Uno de los equívocos a los que la modernidad ha conducido a los más jóvenes es a creer que diversión y alcohol van de la mano; que sin tomar no hay alegría. Se cae así en iniciaciones cada vez más tempranas; se habla de registros a partir de los diez años, aun cuando los profesionales advierten que la llamada "madurez hepática" se alcanza recién entre los 18 y los 20 años. Un estudio de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) da cuenta de que, entre 2010 y 2017, el consumo de alcohol en adolescentes de entre 12 y 17 años aumentó más de un 13%, siendo la franja etaria en que se verificó el mayor incremento. El 50% de los menores de 14 años ya lo probó, con cifras similares entre los sexos.
Cuanto más jóvenes, más rápido alcanzan el estado de embriaguez, al tiempo que la eliminación en cuerpos de menor peso también se ralentiza. Las intoxicaciones alcohólicas son así mayores en los jóvenes que en los adultos. Los daños al sistema nervioso central propios del consumo temprano se traducen también en trastornos mentales y de conducta, problemas gastrointestinales, cáncer, enfermedades cardiovasculares o trastornos inmunológicos que los acompañarán el resto de la vida.
Promover el consumo responsable apunta a contagiar conductas positivas. Esto incluye concientizar sobre la venta responsable, la importancia de la figura del conductor designado a la salida de bares y boliches, el respeto por quien no quiera consumir y recomendaciones en torno de alternar la ingestión con agua, consumir alimentos antes y durante esa ingesta, y no participar en juegos que incentiven el consumo excesivo, entre otras.
El siempre activo Consejo Publicitario Argentino (CPA) trabaja desde el año pasado en una campaña sobre estas temáticas para desnaturalizar el hábito y alertar sobre el impacto del consumo en la salud juvenil. Su campaña #ChicosSinAlcohol (chicossinalcohol.org.ar) ha despertado fuerte adhesión y la pieza "Caminar" resulta muy movilizadora (youtube.com/watch?v=monhc0NiLWw). Con la creatividad de J. Walter Thompson Argentina y el asesoramiento de prestigiosas ONG como Fundación Padres, El Reparo y Fundartox, la campaña se difundió en medios de prensa y en redes sociales anticipándose al Día de la Primavera en el que tradicionalmente los estudiantes celebran su día, muchas veces con desbordes, juntándose en plazas y bares con tristes resultados, algo que este año, por haber caído en sábado, alcanzó menor impacto.
En la antesala del fin de año, arranca la temporada de fiestas de egresados, con los trágicamente conocidos trenes de la alegría, colectivos discoteca o partybus, boliches móviles o de traslado de los jóvenes a discotecas, bares o restaurantes en los que muchos se entregarán al baile y a la peligrosa ingesta de cócteles y bebidas variadas. Recordemos que varios de estos transportes no están habilitados en la ciudad de Buenos Aires y que los operativos de control se refuerzan en estos meses, aplicando elevadas multas a vehículos y conductores.
No habrá campaña que pueda suplir en su rol a padres y maestros. El mensaje de la campaña se dirige particularmente a los padres como agentes de prevención, capaces de advertir a sus hijos de forma natural y simple sobre los terribles efectos de este peligroso consumo al que muchas veces se llega por curiosidad o por imitación.
Estar cerca y disponibles, orientando y guiando, sin sermones ni tonos autoritarios, escuchando cariñosamente. Poner el acento en dedicar tiempo a la conversación con los hijos, hoy amenazada por múltiples demandas. A mayor apoyo familiar, menor propensión al consumo. Encontrar un momento en la semana para hablar con ellos sobre las irreversibles consecuencias del consumo precoz de alcohol para el cerebro es ayudarlos a construir su proyecto de vida adulta de manera que merezca ser vivido.
LA NACION
