Belleza y violencia
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En los últimos años, unos 90 municipios dieron de baja los concursos de belleza por considerarlos una forma de violencia simbólica de género y cosificación de la mujer a partir de dudosos cánones estéticos. Otras localidades han ampliado los criterios de selección, han cambiado la palabra “reina” por “embajadora”, y algunos han pedido además que las candidatas presenten, por ejemplo, un proyecto solidario.
En general, los reglamentos de estos concursos siempre han tenido perfiles discriminatorios y sexistas.
La Suprema Corte de Justicia de Mendoza ordenó a la comuna de Guaymallén reinstaurar la votación de la tradicional reina de la vendimia. En 2021, una ordenanza municipal había anulado esa elección por cosificar a la mujer. Fueron las propias asociaciones de exreinas de la vendimia las que impulsaron la demanda en defensa de la tradición y de la libre y voluntaria decisión de participar, traducida en récord de inscriptas. Por su parte, seis de los siete jueces rescataron el valor del patrimonio cultural por sobre lo que consideraron un exceso de la autonomía municipal.
El proyecto “Mujeres que no fueron tapa” cuestionó el polémico fallo y destacó que hayan sido las propias mujeres las que sigan abonando estos estereotipos. También la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de Violencia de Género se opone a que se use a mujeres para simbolizar las fiestas de las localidades.
Las deconstrucciones culturales pueden ser muy lentas y no se dan de manera homogénea en una sociedad. Este es un claro ejemplo de ese desacompasamiento. Derechos culturales y de protección de las mujeres no deberían ser incompatibles. Una vez más, serán el diálogo, la interacción entre los diversos actores y la creatividad lo que permita resignificar valiosas tradiciones en concordancia con los nuevos tiempos.
LA NACION