Calcio, elemento vital
Preocupa el hecho de que, en las edades en que es más necesario para nuestro organismo, en la mayoría de los casos el consumo sea insatisfactorio
El calcio es un elemento químico de extendida presencia en la naturaleza. Bien conocido como componente indispensable del ser humano, particularmente en huesos y dientes, cumple también una función vital en la coagulación de la sangre, en el mantenimiento de la permeabilidad de las membranas y en la regulación de la excitabilidad neuromuscular. Es de señalar que la presencia de la vitamina D es necesaria en el metabolismo del calcio, ya que mantiene constante la relación calcio- fósforo en el plasma sanguíneo, lo que hace posible el depósito de calcio en los huesos. En cambio, la falta de esa vitamina inhibe la asimilación del calcio que el organismo requiere, lo que origina cuadros patológicos severos; el raquitismo, entre ellos.
La demanda de calcio en el organismo depende de las edades y del sexo. Así, para los años de la infancia, entre los 4 y 8 años, se recomienda una dieta que asegure 1000 miligramos diarios. En el curso del crecimiento de la pubertad y adolescencia, las necesidades aumentan para varones y mujeres, por ello se aconsejan 1300 miligramos de calcio en la dieta cotidiana. En la juventud y adultez las necesidades se ubican en 1000 miligramos para ambos sexos. En el organismo femenino hay una preparación para la gestación y la lactancia. Después de los 20 años, edad que marca el tope de la masa ósea, la mujer va experimentando una reducción de ésta, que se torna mayor al producirse la menopausia, tiempo en el cual la cuota aconsejada se ubica en los 1200 miligramos.
Preocupa que en las edades en que el organismo reclama mayor cantidad de calcio en su alimentación, porque el desarrollo así lo exige, en una gran mayoría de los casos el consumo sea insatisfactorio. Al respecto, el Centro de Estudios sobre Nutrición (Cesni) ha informado que el 76% de los chicos entre 5 y 12 años y el 96% de los adolescentes entre 13 y 19 no cubren las necesidades del crecimiento, con riesgo cierto para la salud, que se debilita cuando hay insuficiencia de ese mineral en la dieta que se consume. De ahí que haya que insistir en los beneficios de una alimentación que responda a las necesidades de la edad y las etapas de la vida. Principalmente cumplen esa función la leche y los lácteos (yogur, queso, manteca); entre las verduras, los brócoli y, en menor grado, la carne vacuna y de las aves, así como las frutas cítricas.
Una vez más se aprecia la importancia que posee dispensar el debido cuidado en la alimentación a los nutrientes indispensables para el bienestar del desarrollo y el mantenimiento de la salud.