Cambio climático: palabras sin acciones que las respalden

El Presidente encabezó días atrás la apertura virtual de la Cumbre Latinoamericana sobre Cambio Climático. En ese contexto donde se analiza una tragedia planetaria, hizo referencia a la discusión entre el gobierno argentino y el Fondo Monetario Internacional, al afirmar “la necesidad de aplicación de menores tasas bajo las actuales circunstancias de estrés sanitario y ecológico”. A su vez, el ministro de Ambiente, Juan Cabandié, resaltó la importancia de promover un canje de deuda por acción climática y de poner el acento en la adaptación y su financiamiento. “Tenemos un calentamiento global con gravísimos eventos climáticos que son cada vez más pronunciados y eso es tóxico, pero también las deudas de la especulación financiera son muy tóxicas”, sostuvo. Como tantos temas que deberían afrontarse sin edulcorantes ideológicos, es hora de asumir que el cambio climático requiere más acciones que palabras.

En términos generales, la política climática del Gobierno muestra una cierta continuidad con la gestión anterior. Así, se presentaron las llamadas Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC), esto es los compromisos asumidos por los países que forman parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y que deben traducirse en acciones concretas. Sin embargo, al no estar respaldada por un Plan Nacional de Adaptación y Mitigación del Cambio Climático que profundice el presentado en 2019 es una propuesta vacía, pues no explicita cómo cumplirá los compromisos asumidos sin contar con planes en los sectores de energía, transporte, agro, industria, salud, infraestructura y territorio y bosques.

Resulta contradictorio que, al mismo tiempo en que debemos contribuir a bajar nuestras emisiones de gases de efecto invernadero se continúe con la idea de extraer carbón para generar energía mediante la expansión de la usina de 240 MV de Yacimientos Carboníferos de Río Turbio, empresa conducida por Aníbal Fernández hasta su nombramiento en el Gabinete, sin haber hecho mucho más que mantener los conflictos sindicales. Se trata de la modalidad mas impactante desde el punto de vista de su huella de carbono en materia de generación de energía, contrario a la tendencia global de generar energías limpias.

Muchas otras medidas de la actual administración en materia de energía van también en dirección opuesta a las ambiciones climáticas. Bastan dos ejemplos: la ampliación del régimen de zona fría, destinada a subsidiar con rebaja de tarifas los consumos en la zona patagónica, repite los errores del período 2003-2015, que generó consumos ineficientes y crea barreras al desarrollo de las inversiones necesarias para reducir las emisiones de CO2 asociadas el consumo de combustibles fósiles. Cuando el resto del mundo ya considera la inclusión del costo social de las emisiones de CO2 en los precios de la energía, la Argentina camina en el sentido contrario.

El segundo ejemplo se vincula con los biocombustibles: el año pasado el Senado aprobó y giró a Diputados la prórroga de la ley de biocombustibles, que vencía el 12 de mayo último. Por unanimidad se dispuso continuarla hasta el 31 de diciembre de 2024. Sin embargo, por impulso del oficialismo, una ley de agosto pasado aprobó un nuevo marco regulatorio para los biocombustibles que no vincula la estrategia en este terreno con la NDC de la Argentina, sino que ata el futuro del sector a las necesidades políticas y fiscales del Estado, entronizando el corto plazo por sobre el desarrollo de ese ámbito y el combate al cambio climático. Otro cambio de discurso: mientras el Presidente anuncia un compromiso creciente con el Acuerdo de París, esta ley dispone una baja del volumen de biocombustibles y confiere discrecionalidad a la Secretaría de Energía para disminuirla aún más cuando lo considere conveniente a sus intereses políticos. No podemos continuar postergando acciones en el combate al cambio climático solamente para sostener políticas contaminantes que generan un mayor gasto público y daños irreparables al ambiente.