Cuba, la Argentina y el cepo
La caída de la Unión Soviética detuvo los mecanismos de ayuda a Cuba y produjo un fuerte impacto negativo en su situación económica y social. Comenzó el Período Especial, con fuertes privaciones y una caída de la economía. Fidel Castro se propuso alentar el consumo mediante una segmentación de la moneda. Se creó en 1994 una nueva moneda, el peso cubano convertible (CUC), a la par con el dólar, para ser utilizada por extranjeros solo en algunas tiendas o dentro de determinados horarios. Pero no se abandonó el peso cubano, que se mantuvo en circulación para ser utilizado por los propios cubanos.
La relación entre ambas monedas era regulada por el gobierno. También circulaba el dólar, al que se le quitó el curso legal en 2004. No es difícil imaginar las dificultades de administrar una economía fuertemente estatizada intentando mantener mercados distintos con diferentes monedas para las mismas mercaderías. El déficit fiscal, la emisión y la inflación, que todavía hoy castigan a la isla, caracterizaron la economía cubana atada al colectivismo. Luego aparecieron las incipientes actividades privadas autorizadas, como los “paladares” y las inversiones extranjeras en turismo.
El 4º Congreso del Partido Comunista de Cuba, en 2011, decidió avanzar hacia la unificación monetaria. Luego de varias idas y venidas, el proceso se inició el 1º de enero de 2021. Se suprimió el CUC y se mantuvo solo el peso cubano, fijando una relación de 24 pesos por dólar, pero sin abrir al público el mercado cambiario. Este avance produjo un interés de los cubanos por el dólar como instrumento de ahorro en un marco de inflación. A mediados de 2022, la cotización libre ascendía a 120 pesos por dólar. El gobierno abrió el mercado con esa cotización, pero manteniendo los 24 pesos por dólar para empresas estatales.
El presidente Miguel Díaz-Canel no muestra ningún cambio en su fuerte convicción comunista de aversión a la democracia y a las libertades. Las Damas de Blanco testimonian la persecución política y la violación de los derechos humanos. Pero Cuba parece moverse hacia el capitalismo. El Consejo de Ministros aprobó hace algo más de un año el trabajo por cuenta propia en más de 2000 actividades y oficios. Se están legalizando pymes y cooperativas no agropecuarias. Todavía el sector privado no supera el 30% de la ocupación, pero se estima que, con las aprobaciones ya realizadas, alcanzará el 50%. Es un lento camino hacia el capitalismo con reflejos estatistas de inevitables dificultades.
La brecha cambiaria del 400% acarrea los problemas bien conocidos en la Argentina, pero novedosos para un país con 63 años de colectivismo. En virtud de la simpatía, predilección y afinidad que declama el gobierno argentino por el de Cuba, debería advertirle sobre los insalvables problemas creados por cepos, brechas cambiarias y demás incoherencias asociadas a la amplia y farragosa ciénaga que separa al capitalismo del socialismo.
LA NACION