#DonarEstáBien
Desde el inicio de la pandemia, la decisión del Ministerio de Salud de la Nación, a través del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante(Incucai), fue seguir sosteniendo la operatividad de los programas de procuración y trasplante de órganos, tejidos y células. El parate que impuso la cuarentena redujo la cantidad de accidentes de tránsito o laborales, una usina importante cuando el 60% de los donantes habituales surgen por traumatismos de cráneo o accidentes cerebrovasculares. Además, en todo potencial donante con diagnóstico de muerte encefálica los nuevos protocolos exigen verificar que no tenga coronavirus.
En julio del año pasado, celebrábamos un incremento de casi el 60% en donaciones de órganos y del 75% de tejidos, cifra récord entre nosotros, alcanzada bajo los benéficos efectos de la llamada ley Justina, que aprobó la donación presunta de órganos por parte de todos.
Desde el 20 de marzo, 294 pacientes recibieron un trasplante de órganos y 76, uno de córneas. La atención a pacientes en lista de espera y trasplantados se realiza exclusivamente a distancia con los recaudos que impone la pandemia.
A lo largo de todo 2019 hubo 19,65 donantes por cada millón de habitantes. La pandemia impactó negativamente, reduciendo ese guarismo a 6,30 donantes en el primer tramo de 2020. Cuando hablamos de cifras, hablamos de vidas. De familias enteras que esperan, se angustian y en muchos casos deben dejar sus hogares para mudarse más cerca de los potenciales centros de recepción de órganos.
Eran hasta ayer 9149 las personas inscriptas en lista de espera para un trasplante, según el Incucai; 189 pacientes son menores de 18 años y 72 de ellos tienen menos de 10 años. Durante el aislamiento, 25 menores de 18 años fueron trasplantados, 12 de ellos con menos de 10 años.
Mara Hollman es una niña entrerriana de tres años que sobrelleva una cardiopatía congénita. Necesita un corazón y hace meses que espera. Actualmente está primera en la lista del Incucai. Su papá, Gerardo, reflexiona: "Acá hablamos de donación pediátrica y los padres tienen que avalar la ablación". Generar conciencia también redundará en mayor generosidad cuando la muerte de un niño atraviesa el corazón. "Esto es algo que se tiene que trabajar previamente para que los padres estén en una buena situación emocional para tomar la decisión", sostiene Gerardo.
En estos tiempos de pandemia en los que en mayor o menor medida todos sentimos nuestra salud amenazada, también celebramos buenas noticias. Hemos tenido más tiempo para pensar en los otros, para conocer historias en las redes, para movilizarnos a la acción. En 100 días de aislamiento 33.200 personas ejercieron su derecho de reafirmar su condición de donantes de órganos, un número singularmente alto para las medias habituales. Desde la app Mi Argentina, todos podemos confirmar nuestra voluntad y aprovechar también estos días para hablar con nuestras familias y plantear así, de manera clara e incontrastable, nuestra voluntad de donar cuando nos llegue el momento.
Concientizar, informar, difundir, facilitar procesos es el camino. Promover más que nunca las donaciones de órganos, de sangre, de médula ósea y de plasma que tantos requieren para continuar viviendo es contribuir a evitar que el coronavirus haga aún más daño. Donar no es solo un acto de generosidad. Si tu vida depende de ello, será una necesidad imperiosa.
LA NACION