Economía del conocimiento: una mirada al futuro
La industria tecnológica podría llegar a representar en algún momento el 25% del PBI argentino con la nueva normativa aprobada por el Congreso
Durante 2018, la economía del conocimiento creó en la Argentina 10 mil puestos de trabajo, dando así batalla a la caída general del empleo. Esta también llamada industria, integrada por miles de empresas en el país, es la tercera exportadora: en 2018 totalizó US$6300 millones anuales y triplicó prácticamente los números del complejo cárnico vacuno y del cuero, dos de los sectores más tradicionales de nuestro mercado. Por todo esto, sumado al potencial que deja vislumbrar, es muy bienvenida la reciente sanción de la ley de la economía del conocimiento, una instancia superadora de la anterior norma sobre el software.
La economía del conocimiento está integrada por aquellas actividades productivas que se caracterizan por el uso intensivo de la tecnología y que requieren de profesionales altamente calificados; de ahí la dificultad de las empresas para dar con ellos. Además, esta industria impacta transversalmente a todas las otras, pues es el motor que está generando la transformación digital y la entrada a la economía 4.0. Esto se refleja rápidamente en la mejora de los procesos, el aumento de la eficiencia productiva, la baja de costos, la implementación de planes innovadores, la integración global de las compañías y, por sobre todo, en la producción de empleos de alta calidad, que gozan de salarios 35% más elevados que en otros sectores.
La dinámica de esta actividad es muy alentadora. En la década comprendida entre 2007 y 2017 generó 65% más empleo que el resto de las industrias productivas; incluso sus operaciones aumentaron el 70% en dicho período, cuando el crecimiento general fue apenas del 12%, según datos del Ministerio de Producción y Trabajo.
En la actualidad, la economía del conocimiento emplea a 215 mil trabajadores, pero con el apoyo otorgado por la ley se espera que para 2030 la cantidad de puestos ascienda a 630 mil. Del mismo modo, según datos oficiales, se espera que las exportaciones de esta industria crezcan hasta superar los 17 mil millones de dólares en 2030. Entre las áreas donde se prevé mayor impacto están la biotecnología, la industria audiovisual y de videojuegos, la inteligencia artificial, las impresiones 3D, la nanotecnología, la robótica, la industria espacial y satelital, los servicios profesionales para exportación (como consultorías y asesorías contables) y el desarrollo de software.
La ley, que busca dar a las 11.000 empresas alcanzadas un marco tributario que les permita salir a competir en todos los mercados, fue trabajada por legisladores, técnicos, empresarios y emprendedores para que contemple sus necesidades de desarrollo. En otro esfuerzo por aumentar el compromiso entre la esfera pública y la privada, se presentó el Plan Industria Argentina 4.0, que tiene por objetivo impulsar a las economías regionales y pymes que deben ingresar a la digitalización de sus operaciones y servicios.
La nueva normativa reduce los costos laborales para el sector, ya que adelanta el mínimo no imponible que la reforma tributaria prevé para 2022. Además, otorga un bono de crédito fiscal transferible equivalente a 1,6 veces las contribuciones que debieran abonarse sobre ese mínimo no imponible. Este beneficio puede utilizarse para cancelar impuestos nacionales, como IVA o Ganancias. Además, contempla una alícuota reducida del impuesto a las ganancias del 15%. Incluso, estipula que los exportadores que hayan abonado o se les haya retenido impuestos similares a Ganancias en el país de destino podrán deducir lo pagado.
Otro punto para destacar es el beneficio para quienes se inscriban en el Registro Pyme, que no verán aumentada su carga tributaria total nacional, incluyendo los derechos de exportación, consiguiendo así una estabilidad fiscal que venía siendo fuertemente demandada desde el sector.
Una de las aspiraciones del Gobierno es que la industria tecnológica llegue a representar el 25% del PBI, meta que el año pasado pareció alejarse cuando se impusieron las retenciones a las exportaciones de servicios. Por eso es bienvenida la normativa. Incluso, para algunos será la manera de recuperar el espíritu de la ley de software que, aunque tuvo un muy buen comienzo, en el último tiempo era aprovechada apenas por el 10% de las firmas que podían acceder a sus beneficios.
Como punto a mejorar -aunque se entiende que excede a los objetivos de esta norma es preciso que no solo legisle sobre beneficios para las industrias, sino que debe haber una propuesta que se anticipe y promueva una educación inclusiva y orientada hacia los saberes del futuro. Sería de esperar que los planes escolares profundizaran los contenidos digitales para que nuestros niños no solo sean usuarios de tecnología, sino también productores de esta.
Reconocer las bondades de la trilogía que integran las leyes de software, la economía del conocimiento y el Plan Industria Argentina 4.0 será ahora una tarea elemental para abogar por una implementación rápida de la ley que permita llegar a todas las economías regionales, desde las cuales también se están desarrollando servicios que trascienden las fronteras. Basta con mencionar que hay en el territorio nacional 36 clusters tecnológicos que nutren a otras tantas industrias, volviéndose transversales en su desarrollo y el de otras ramas.
Con esta nueva ley, la Argentina se mete de lleno en la economía del conocimiento, reconociendo el rol que esta industria tiene en el desarrollo del país y abriendo las puertas a la transformación de la matriz productiva. Industrias más limpias, estables, con mayor valor agregado y facilidades de exportación serán las que permitan un crecimiento sin altibajos en los años venideros.