El deterioro global de la democracia
América Latina fue, según un ranking internacional, la región que sufrió el mayor detrimento institucional, y la Argentina no fue la excepción
Desde 2006, la Unidad de Inteligencia de la revista británica The Economist elabora un índice en el que repasa el estado de la democracia en 165 países y dos territorios autónomos del mapa mundial. La democracia atraviesa un momento crítico debido tanto al surgimiento de líderes autoritarios como al auge del populismo y de fuerzas extremistas en varias regiones del globo que han dado lugar a un intenso debate sobre cuál es su verdadero estado de salud.
Basándose en cinco categorías, como el proceso electoral y el electoralismo, el funcionamiento gubernamental, la participación política, la cultura política y las libertades civiles, la prestigiosa publicación divide todos los Estados analizados en cuatro tipos de regímenes: democracia plena, democracia imperfecta, régimen híbrido o régimen autoritario.
A nivel global, los datos registrados en 2021 son los peores desde que el índice se comenzó a publicar, hace 15 años. La nota media del estado de la democracia en el mundo, en una escala de 0 a 10, fue de 5,28 en 2021, un resultado peor incluso que el obtenido en 2020, cuando la crisis sanitaria provocada por el coronavirus hizo caer el indicador hasta 5,37.
En su nueva edición, el Índice de Democracia señala que el 45,7% de la población mundial vive actualmente en algún tipo de democracia, una importante recaída en comparación con el 49,4% registrado en el informe anterior, de 2020. Ese porcentaje abarca a 74 de 167 países.
Además, apenas 21 países, que reúnen en conjunto al 6,4% de la población, se ubican en lo que se considera una “democracia plena”, un porcentaje que cayó desde el 8,4% de 2020, luego de que Chile y España pasaran a la categoría de “democracias imperfectas”. En tanto, 59 países son considerados regímenes autoritarios: se trata de territorios que engloban a más de un tercio de la población (37,1%), con un amplio porcentaje centrado en China.
Nuestro país sigue manteniéndose en la categoría de democracia imperfecta, ocupando el puesto 50 en el ranking global y el noveno en el orden regional
Los resultados del índice 2021 destacan a Noruega como el país más democrático del mundo gracias a sus altísimos valores de proceso electoral y pluralismo, participación política y libertades cívicas. Los países nórdicos, como Finlandia, Suecia, Islandia y Dinamarca, dominan los primeros puestos de la reducida categoría de “democracias plenas”.
En el fondo de la tabla está Afganistán, el país más autoritario del mundo, con una caída extrema de 2,85 puntos en 2020 a 0,32 en 2021. Así, descendió 28 lugares y desplazó del último puesto a Corea del Norte, que ahora está en antepenúltimo lugar, después de Myanmar.
América Latina fue la región donde la democracia sufrió el mayor deterioro. Con la pandemia, los gobiernos latinoamericanos tuvieron mayores dificultades para hacer frente a los problemas económicos y sociales, lo que intensificó la frustración de la población por las capacidades de sus gobernantes.
En la cima del ranking regional, como el más democrático de América Latina, se posiciona Uruguay, que aumentó 0,24 puntos en comparación con su desempeño anterior. Es considerado una democracia plena, al igual que Costa Rica. En el otro extremo, Nicaragua y Haití degradaron la calidad democrática y son considerados regímenes autoritarios. Cuba y Venezuela son los autoritarismos peor puntuados y en ambos casos los niveles totales empeoraron en comparación con 2020.
Chile, que el año pasado había logrado posicionarse como el segundo más democrático de la región, cayó al tercer lugar, detrás de Costa Rica, y ahora es considerado una democracia imperfecta. Ecuador, México y Paraguay perdieron su estatus de democracias imperfectas y pasaron a la categoría de regímenes híbridos.
En tanto, la Argentina sigue manteniéndose en la categoría de democracia imperfecta, ocupando el puesto número 50 en el ranking global y el noveno en el orden regional. Sobre nuestro país, el analista de la Unidad de Inteligencia de The Economist en Latinoamérica y el Caribe, Nicolás Saldías, destacó que la pandemia puso de manifiesto problemas vinculados con la transparencia y la equidad, como los escándalos del vacunatorio vip y el Olivosgate, así como también la preocupación por la integridad de los derechos de propiedad privada, que reforzaron la falta de confianza generalizada en el Gobierno.
Lo novedoso de la crisis actual de las democracias, a diferencia de las anteriores, es que los ataques que buscan deteriorarlas o derribarlas no provienen de elementos exógenos, sino desde el interior de los propios procesos representativos.
La renovada ofensiva contra el Poder Judicial lanzada desde el sector de la coalición que gobierna la Argentina liderado por Cristina Kirchner es el mejor ejemplo de ese desprecio por la división de poderes, un principio central de una república democrática.
Es de esperar que con los mecanismos que la misma democracia ofrece se puedan detener y erradicar los avances totalitarios y autocráticos que la desvirtúan.