ELN: paso en falso
Diario El Tiempo/Colombia
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BOGOTÁ. En la tarde del pasado 14 de febrero, hombres armados irrumpieron en un establecimiento comercial de Arauquita, Arauca, y secuestraron al sargento del Ejército Libey Danilo Bravo, del Batallón Especial Energético y Vial Nº 1. Mediante un comunicado, esta guerrilla reconoció su responsabilidad y aseguró que pronto dará a conocer pruebas de supervivencia
Si un secuestro debe ser rechazado siempre y en cualquier circunstancia, la coyuntura en la que este se produce lo hace aún más digno de reproche. Ocurre en un momento crucial en el que se ha dado inicio a la segunda ronda de conversaciones entre ese grupo armado y el Gobierno, momento en el que de esa organización se esperan gestos contundentes que permitan darle credibilidad a su postura en la mesa. Pero la mala noticia es que han decidido avanzar en dirección contraria, con acciones como estas que han merecido el más firme y unánime repudio, comenzando por el del presidente Gustavo Petro, quien a través de un trino expresó, con razón, que “estos hechos de violencia contra la fuerza pública y los que el día a día padecen las comunidades no pueden tener cabida en nuestra sociedad”.
Negociar en medio de la confrontación acarrea el peligro de que hechos violentos repercutan negativamente en la mesa. Es una situación que el país bien conoce y vivió durante los años que duró el a la postre exitoso proceso con las FARC. Pero es cierto también que cada intento de paz responde a unas condiciones y una coyuntura propia. Y que corresponde a las partes saber interpretarlas para, ante todo, generar la confianza y el clima favorable que surge de saber que en ambos lados de la mesa hay una intención sincera por avanzar y llegar a un acuerdo. Aquí estamos ante una situación en la que han faltado muestras de paz de la guerrilla que lleven a que crezca el necesario respaldo de la ciudadanía que la mesa de diálogo debe tener.
Que sea la oportunidad para un nuevo llamado al ELN a fin de que sus acciones en Colombia se sintonicen con lo que sus delegados expresan en México, donde, según ha trascendido, ya se han alcanzado ocho acuerdos preliminares. Lo ideal es que sea con acciones concretas, comenzando por un cese del fuego. Mientras tanto, lo mínimo es que eviten incurrir en conductas que, como el repudiable secuestro, tocan una fibra muy sensible de la gente y recuerdan páginas traumáticas del pasado reciente. Se trata de todo lo contrario: de demostrar que hay disposición para dejarlas atrás.





