¿Embriones sin destino?
Una pareja que no lograba un embarazo decidió someterse al procedimiento de fecundación in vitro, con embriones conformados por material genético de terceros. Se implantaron dos embriones y al tiempo nació una niña. Desavenencias propias de pareja condujeron a la separación y a plantearse el destino de tres embriones que habían sido criopreservados, dado que no pensaban tener más hijos. Le hicieron saber a la institución involucrada su voluntad de descartar dichos embriones, para lo cual se les explicó que necesitaban una autorización judicial. Cabe aclarar que aun cuando las personas deben recibir información suficiente y prestar su consentimiento sobre la criopreservación y las opciones para el uso y destino de embriones almacenados, esto no formaba parte del contrato inicialmente celebrado con la clínica.
Tramitada la acción judicial pidiendo autorización para el descarte, el caso recayó en el Juzgado Nacional en lo Civil N° 77, a cargo de la doctora Vilma Díaz. La magistrada rechazó el pedido de autorización sosteniendo, con sólido fundamento, que “el embrión detenta la condición de Humanidad”. La Sala “I” de la Cámara Civil no compartió este criterio, se explayó sobre la innecesariedad de una autorización judicial, discrepando sobre el estatus jurídico del embrión. El caso llegó a la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Aunque no ha fijado aún fecha, el máximo tribunal ha expresado que tratará el tema en audiencia pública con participación de todos los interesados.
La situación ha despertado indignación en sectores abortistas que sostienen que se trata de una forma elíptica de atacar la ley del aborto, en caso de que la Corte entienda que no es posible descartar un embrión.
Lo cierto es que el tema sigue siendo polémico. La Justicia ha llegado a soluciones divergentes en varios casos, unos a favor del descarte y otros a favor del respeto a la viabilidad del embrión.
La cuestión no es menor, pues se estima que en el país existen hoy 92.000 embriones criopreservados. La ley que se anunciaba en el Código Civil y Comercial sobre el destino de estos no ha sido dictada, habiendo perdido estado legislativo uno de los proyectos sobre la materia.
El tema es delicado porque atañe a concepciones filosóficas y científicas profundas y muchas veces divergentes.
Está claro que la Corte no considera que la ley de divorcio haya resuelto el problema del destino de los embriones no implantados. Por su potencialidad, desde la perspectiva bioética, los embriones creados por técnicas de reproducción asistida merecen el máximo respeto, protección y cuidado.
LA NACION