¡Gracias fiscales!
Debe destacarse la labor de quienes custodiaron la transparencia electoral, actuando como verdaderos guardianes de la República
Hay ya muchos millones de argentinos nacidos en tiempos de democracia para quienes el voto es un ejercicio regular. Seguramente, son los más mayores quienes pueden valorar esta forma de ejercer su condición ciudadana y celebrar en libertad la vida de la república.
No nos cansaremos de insistir sobre los beneficios de que se aprueben sin más demora proyectos de ley como los de boleta única y ficha limpia que la ciudadanía reclama desde hace años y que son claves para mejorar el mecanismo de elección de representantes, así como la calidad y condiciones de quienes llegan a la función pública por el voto popular. Las presidenciales de 2023 deberán encontrarnos con esa materia aprobada.
Mientras tanto, como hemos venido señalando desde este espacio, la fiscalización del proceso electoral se ha vuelto clave. El reclutamiento de fiscales ha sido uno de los mayores desafíos que los partidos han debido afrontar en los últimos tiempos, obligados a controlar el accionar de muchos cuyo objetivo no fue otro que manipular los resultados electorales.
Numerosas mesas de votación, particularmente muchas del conurbano bonaerense, debieron concentrar esfuerzos de fiscalización para intentar controlar el despliegue de aceitados aparatos partidarios. El accionar de punteros, presidentes de mesa enrolados abiertamente en posiciones partidarias y fuerzas de seguridad también comprometidas en una clara dirección no fue menor. Las crónicas periodísticas recogieron no solo notas de color oscuro, como el aumento del movimiento de remises contratados para trasladar votantes, sino también numerosas denuncias. Nada podía sorprender cuando la desesperación oficial había alfombrado, una vez más, estas expectativas rumbo a los comicios.
No fueron pocos los fiscales que volvieron a vivir jornadas extenuantes no solo por las demandas propias de la función, sino también porque debieron, además, navegar en medio de amenazas y expresiones de hostilidad desembozada, faltas de respeto y maltrato hacia su tarea. Pusieron el cuerpo, nos regalaron su tiempo para defensa de nuestra democracia, en un gesto patriótico que debe ser valorado y celebrado.
El reclutamiento de fiscales ha sido uno de los mayores desafíos que los partidos han debido afrontar en los últimos tiempos, obligados a controlar el accionar de muchos cuyo objetivo no fue otro que manipular los resultados electorales
El senador Esteban Bullrich, con un diagnóstico de esclerosis lateral amiotrófica, se movilizó hasta Junín para poder votar. “Elegir a quienes nos gobiernan es un privilegio al que no pienso renunciar”, justificó. Muy emotivo y reflexivo fue el mensaje que grabó por no poder hacerse presente en el búnker partidario en ocasión del triunfo de Juntos por el Cambio. “No hay lugar para la euforia”, planteó. Incluso fue capaz de reconocer a la distancia que el triunfo de Cambiemos hacía cuatro años los había nublado y enceguecido, arrastrándolos por un camino de soberbia que demostró ser equivocado.
En un repaso por la situación del país, destacó el aumento de la pobreza, la escasez del trabajo y la degradación de la educación. Calificó de “pelea paralizante” la que libramos, sin darnos cuenta de que no tenemos ya más tiempo: “La vida no espera”, dirá con toda razón precisamente él, desde su doloroso y esperanzado registro personal, llamándonos a todos a la reflexión.
En otro mea culpa, Bullrich reconoce también que el tiempo transcurrido desde la crisis de 2001, sin producir los cambios necesarios, ha arrastrado a otra generación. “Estamos donde estamos porque así lo decidimos”, sentencia con dolor.
Cuando tanto se ha dicho y se dice sobre la grieta, Bullrich aporta una mirada superadora: “La grieta que nos separa es un ejercicio consciente, no una situación inevitable”. Cuánto mejor podría ser nuestro futuro si así lo entendiéramos los ciudadanos, pero también la clase política. Su propuesta contempla que la mejor forma de salir de un laberinto es por arriba, poniéndose por encima de los obstáculos. Haciendo gala de la fuerza y el coraje que él mismo viene demostrando en los difíciles momentos que transita.
Desde las redes, el senador extendió su agradecimiento a todos los fiscales por su labor y compromiso cuando apenas promediaba la jornada, alentándolos para que no aflojaran, consciente de la importancia de su irreemplazable función en las largas horas que aún tenían por delante.
Nos unimos a él para formular un merecido reconocimiento a las autoridades de mesa y fiscales, que una vez más fueron custodios de la transparencia electoral. Han sido lo que de ellos se esperaba: verdaderos guardianes de la república. Un largo camino se nos abre por delante. Sin euforias, con mucho trabajo, instalando esa mirada superadora que solo se puede imponer cuando somos conscientes de que el tiempo es un bien tan escaso como precioso.