Históricos avances en China
El PC chino aprobó importantes reformas que no pondrán fin al autoritarismo, pero iniciarían una lenta marcha hacia el respeto de los derechos humanos
El Comité Central del Partido Comunista Chino acaba de aprobar, en su Tercer Plenario, algunos ajustes realmente importantes para el rumbo estratégico del gigante asiático. Algunos de ellos son de contenido económico, como la decisión de conferir un papel cada vez más importante al mercado como mecanismo de coordinación económica. Otros son de naturaleza institucional, como la creación de un nuevo Consejo Nacional de Seguridad y la de un Comité de Liderazgo cercano al presidente Xi Jinping o la decisión de construir una justicia nacional independiente del poder político e imparcial en su capacidad de decidir los casos a su arbitrio.
Pero los hay también de fuerte contenido social, comenzando por la decisión de equiparar la propiedad rural a la urbana, permitiendo así que la población rural pueda disponer de la propiedad en la que trabaja y contar con recursos que le permitan enfrentar mejor el inmenso y acelerado proceso de urbanización, en función del cual unos trescientos millones de personas migrarán del agro chino a sus ciudades, en los próximos años. Hasta ahora, la propiedad rural ha estado en manos del Estado y su caprichosa utilización ha sido motivo frecuente de protestas sociales y fuente de corrupción.
Enseguida cabe destacar la esperada decisión de eliminar los llamados "campos de reeducación", en los que se encierra, sin proceso de revisión alguno, a opositores, disidentes y prisioneros de conciencia, absolutamente al margen del poder judicial, por decisiones administrativas y por períodos de hasta cuatro años de privación de libertad. Unas 200.000 personas están hoy alojadas en ellos.
También es destacable la decisión de reducir el uso de la inhumana pena capital, constantemente utilizada en todos los niveles. A ello se agrega la prohibición oficial del uso de la tortura para extraer presuntas confesiones a los procesados.
China abandonará asimismo la política del hijo único, medida indispensable para detener un acelerado proceso de envejecimiento de su población. Esta decisión debería acompañarse de una campaña para disminuir la práctica del aborto.
Se trata de reformas que no ponen fin al autoritarismo político chino ni modifican el poco democrático régimen del partido único. Pero desde el punto de vista social, son decisiones que apuntan a mejorar el clima de respeto a los derechos humanos. Por eso, tienen un inmenso simbolismo en la que es una lenta marcha de la sociedad china hacia la construcción de un clima social más igualitario y más respetuoso de las libertades y de los derechos humanos.