Inseguridad, desigualdad y educación
Los trabajos internacionales, como el de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), entre otros, vienen señalando desde hace años que la inseguridad crece cuando las clases de más bajos recursos no cuentan con buen nivel de aprendizaje. Por ello, una información reciente, hecha pública por la Asociación Civil Proyecto Educar 2050 (www.educar2050.org.ar) invita a reflexionar sobre la relación entre inseguridad y falta de buena educación. Allí se da cuenta de que el 60 por ciento de la población carcelaria de nuestro país no ha completado la educación primaria y de que el 91 por ciento no lo ha hecho respecto de la secundaria.
Los datos mencionados surgen del último informe anual del Sistema Nacional de Estadística sobre Ejecución de la Pena (Sneep) al 31 de diciembre de 2012. Estos guarismos deben enmarcarse en otro estudio presentado el 6 de septiembre pasado por Educar 2050, "El aprendizaje desigual en la Argentina". Producido por el investigador Alejandro Ganimian, este riguroso análisis presenta dos aspectos clave. En primer lugar, ha sido prologado por cuatro líderes políticos de distintos partidos (el senador radical Ernesto Sanz; el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, del PJ; el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, de Pro, y el diputado Sergio Massa, del Frente Renovador). Todos ellos aspiran a la presidencia, lo que permite alentar algún grado de esperanzas de que en el futuro la consideración de la educación se efectúe como política de Estado y no como política partidaria o ideológica.
En segundo lugar, el informe hace foco en cómo difiere el desempeño de los alumnos según las distintas regiones del país y según la condición socioeconómica, el género, la escuela pública o privada, rural o urbana, y se basa en una nutrida cantidad de datos brindados por las evaluaciones internacionales PISA 2009/ 2012.
De la lectura del informe surge claramente una fuerte diferencia entre la calidad educativa recibida por el nivel socioeconómico alto y por el bajo en la Argentina, lo cual viene a remarcar la falta de equidad en el aprendizaje y, por otro lado, la marcada distinción entre un niño que estudia en Cuyo (región que ha descendido pronunciadamente su calidad educativa) o el Norte, y el que lo hace en la ciudad de Buenos Aires.
Entre otros hallazgos, se destaca que en lectura (capacidad central para la educación de un niño o adolescente), la brecha por nivel económico en todas las regiones argentinas es de más de un año y medio de aprendizaje, y en ciencia, de cuatro años, entre estudiantes de distintas zonas del país.
Si se pone en contexto la información brindada, tanto la de la población carcelaria de nuestro país como la referida a las desigualdades de aprendizaje, se está frente a un panorama grave que exige una estrategia urgente para resolverlo. Si bien es obvio que la buena educación no soluciona por sí sola el problema de la criminalidad, es evidente que un progreso trascendental en la materia se obtendrá cuando se cumpla la ley que asegura igualdad en calidad para todos los alumnos, "independientemente de su origen social, radicación geográfica, género o identidad cultural", como textualmente dice la ley de educación nacional.
Calidad, es importante reiterarlo, no es equivalente a inclusión en la matrícula, sino inclusión de conocimientos. En tal sentido, Educar 2050, que es parte de Reduca, la Red Latinoamericana por la Educación (www.reduca-al.net) en el continente, ha liderado el movimiento Semana de la Educación en la Argentina, por el que se han unido más de 62 organizaciones de la sociedad civil para reclamar que se cumpla la ley nacional de educación. Su campaña para que los presidenciables se comprometan y respondan es una iniciativa concreta en pos de lograr mejores aprendizajes, menos desigualdad y, por ende, más seguridad y desarrollo. Este loable objetivo merece el apoyo de toda la ciudadanía y sobre todo el de la clase dirigente.