Insólita actitud
Resulta reprobable la pretensión del legislador y candidato Fernando Solanas de que el Senado pague la impresión de un libro sobre su obra parlamentaria
En medio de una crisis económica angustiante, una emergencia alimentaria aprobada recientemente en el Congreso de la Nación y ante el período que menos sesiones legislativas termina registrando desde el retorno de la democracia en 1983, el senador Fernando Solanas quiere que el Senado le imprima mil libros sobre su gestión como integrante de la Cámara alta, entre 2013 y 2019, y en medio de su campaña como candidato a diputado, en esta oportunidad, por el kirchnerismo.
Solanas ingresó en el Senado por la coalición UNEN dejando afuera al candidato kirchnerista, Daniel Filmus, que aspiraba a renovar su banca. En junio pasado, anunció que se unía al Frente de Todos, en respaldo de la fórmula presidencial Alberto Fernández-Cristina Kirchner. Solanas integra la lista como primer candidato a diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires.
Tan insólita es la solicitud de Solanas como la decisión de la titular del cuerpo, Gabriela Michetti, quien, el 23 del mes pasado, firmó un decreto que declara de interés la publicación del libro y dispone la impresión y publicación de 1000 ejemplares de esa obra a través de la Dirección General de Publicaciones y su impresión en la imprenta del Congreso, para su distribución gratuita. Además, el decreto dispone que "los gastos de publicación serán imputados al presupuesto del Senado". No obstante, la norma también deja claro que la medida se tomará ad referendum de la oportuna ratificación de ese cuerpo, que corresponde esperar que la rechace, pues se trata de una actitud insólita de parte de un legislador nacional.
La propuesta del senador Solanas es un ejemplo más del dispendio de fondos públicos por parte de muchos dirigentes sin una causa razonable que lo justifique.
Si el candidato por el Frente de Todos quiere que la ciudadanía conozca su tarea legislativa o busca promocionarla como parte de su campaña política, debería o bien costearse la impresión de los libros de su propio bolsillo o pedir que el gasto lo afronte el espacio político que lo cobija.