Juicio político a Boris Johnson
El dirigente conservador Boris Johnson, actual primer ministro de Gran Bretaña, enfrenta una situación potencialmente letal para su futuro político. Por la unanimidad de sus 11 miembros, en una rápida decisión, la Corte Suprema de su país calificó de ilegal su resolución de suspender las sesiones del Parlamento, al considerar que ejerció un abuso de poder, con el que intentó engañar al Parlamento, a su pueblo y a la propia corona.
La prensa británica reclama ahora enérgicamente su dimisión, pero Johnson pareciera ignorar estas demandas.
En Gran Bretaña, la regla básica de una Constitución no escrita es, sin embargo, clara: los primeros ministros responden ante sus parlamentos, y estos últimos, ante su pueblo. Prorrogar las sesiones parlamentarias para así impedir, de hecho, que se puedan tomar decisiones legislativas en contra de la opinión del Ejecutivo no resulta aceptable desde el punto de vista constitucional.
La decisión del alto tribunal británico apunta, asimismo, a asegurar que la absurda salida del país de la Unión Europea, el postergado Brexit, que debería concretarse antes del 31 del mes próximo, no sea caótica, sino mínimamente ordenada, como corresponde a uno de los países más importantes de la Vieja Europa.
El primer ministro británico sufrió ayer su séptima derrota consecutiva en el Parlamento, donde los diputados rechazaron una propuesta conservadora para dictar receso la semana próxima de modo de permitir a miembros de ese sector político que pudieran asistir a su congreso anual. No es un dato menor. Son respuestas a las provocaciones del propio funcionario. Johnson retó a la oposición a que presentara una moción de censura contra él tras enterarse de la sentencia del Tribunal Supremo respecto de su decisión de suspender las actividades en el Palacio de Westminster.
La presencia del primer ministro en el Parlamento fue caótica. "Si quieren cambiar el gobierno, permitan ya unas elecciones", les gritó a los parlamentarios opositores, al acusarlos de negarse a honrar el resultado del referéndum de 2016, en el que triunfó el Brexit por sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea.
La inaceptable conducta de Johnson de suspender las sesiones parlamentarias refleja una tan autoritaria como inusual forma de ser, que debió ser enmendada sin más demoras desde la Justicia.
LA NACION