Libertad económica y desarrollo
El centro de estudios de la Heritage Foundation ha dado a conocer el índice de libertad económica de 2007 para 157 países. El análisis comprende, de hecho, prácticamente la totalidad de los cinco continentes. La calificación de cada país se basa en información recogida sobre diez factores característicos de la realidad económica, institucional y social. Entre estos factores se encuentran la libertad de comercio, el grado de intervención gubernamental, la presión impositiva y el peso del gasto público, el respeto por los derechos de propiedad y el grado de corrupción.
Por ejemplo, para juzgar el grado de libertad en el emprendimiento de nuevos negocios es considerada la cantidad de días requeridos para lograr la aprobación de una nueva sociedad. El nivel de los derechos de importación y exportación es el parámetro clave para calificar la libertad y apertura del comercio exterior. El nivel de corrupción de los distintos países interviene directamente en el cálculo del índice, ya que más allá de su significado ético y moral entorpece seriamente la competencia y la libertad de optar en las decisiones empresarias, particularmente las influenciadas por intervenciones gubernamentales. Para determinar el grado de corrupción se empleó la información de Transparencia Internacional, la cual, a su vez, se apoya en encuestas de diversas instituciones internacionales.
Encabeza el ranking Hong Kong, con 89 puntos sobre 100. Le siguen Singapur, Australia y los Estados Unidos. Los primeros quince países se caracterizan en general por un elevado nivel de ingreso y por una alta calidad institucional. En este grupo se encuentran Nueva Zelanda, Gran Bretaña, Irlanda, Luxemburgo, Suiza, Canadá, Dinamarca y, como casos peculiares y destacables, Chile y Estonia. Estos dos últimos no gozan aún de un elevado ingreso, pero sostienen un sólido y prolongado crecimiento.
La Argentina ocupa el lugar 95, con sólo 57 puntos. Su mayor debilidad está en la corrupción, los controles de precios y la falta de respeto al derecho de propiedad. Esto último tiene que ver con el bloqueo de los depósitos bancarios, la pesificación forzada y las fuertes quitas a los títulos públicos en default. En la vecindad del índice de la Argentina se encuentran Ghana, Zambia, Marruecos y Filipinas. En 1998 la Argentina exponía un índice de 76, observándose un fuerte descenso a partir de 2001.
Este trabajo muestra una muy importante indagación estadística sobre la relación entre el índice de libertad económica y otras tres variables económico-sociales: el ingreso por habitante, la inflación y el desempleo. La evidencia es inexorable. Cuanto mayor es el índice, mayor es el ingreso por habitante, menor es la inflación y menor es el desempleo. El conjunto de países que ocupan el quintil superior del índice tienen un ingreso promedio de 27.726 dólares, una inflación anual de 1,8% y una tasa de desempleo de 6,6%. En los que ocupan el quintil inferior, esos valores son de 4794 dólares, 19,6% de inflación anual y 18% de desempleo.
El trabajo demuestra lo que en general se sabe, pero frecuentemente el discurso político desconoce o rebate. Los países exitosos son aquellos que respetan en mayor medida la libertad económica. A partir de allí esos países generan las condiciones para concentrar la acción de sus gobiernos en el bienestar social de sus poblaciones. Justamente los peores estándares sociales se encuentran en los países que más restringen la libertad económica. Estas son realidades que la historia y el presente expusieron descarnadamente en la comparación de las dos Alemanias hasta 1989 o en las dos Coreas hasta el día de hoy.
La Argentina se ha desenvuelto en crisis profundas y recurrentes. Hoy parecería predominar la percepción popular de que la última crisis fue consecuencia de la política económica neoliberal aplicada en la década del noventa. Los principales partidos políticos abonan esta creencia y, además, la potencian. La evidencia internacional demuestra ciertamente la falacia de este tipo de afirmaciones. Un más depurado análisis de lo ocurrido en nuestro país pone en claro que la crisis ocurrió por defecto y no por exceso de los parámetros de libertad económica, particularmente por la acumulación de deuda pública que llevó al default y a la destrucción de todo posible andamiaje económico. La publicación comentada debe contribuir a clarificar y encauzar correctamente el diagnóstico, condición indispensable para no repetir los mismos errores.