Limpieza a toda costa
La naturaleza nos regala mil y un paisajes, pero pocos se comparan con la belleza de una playa, un atractivo de enorme magnetismo para muchos.
La ciudad de Buenos Aires es ribereña. El Río de la Plata baña una extensa costa. Durante muchísimos años, esta metrópoli vivió de espaldas al río, como muchas otras, pero al ritmo de las nuevas tendencias la costa viene recobrando valor, extendiéndose al norte y al sur con nuevas propuestas, desafiando a arquitectos y a naturalistas por igual.
Una nueva mirada que revaloriza al río demanda más que nunca acciones concretas y efectivas de control y penalización hacia quienes allí vuelcan desaprensivamente no solo residuos sino todo tipo de efluentes, tanto desde tierra firme como desde embarcaciones de carga de distintos calados. Esas descargas sin depurar no solo amenazan gravemente la salud humana, sino que también generan contaminación visual desde la costa, toda vez que las corrientes tiñen con oscuros y aceitosos pigmentos vastas extensiones.
Por otro lado, una enorme cantidad de residuos sólidos de las calles de nuestra ciudad son arrastrados al Río de la Plata por las lluvias y se mueven luego al ritmo de las crecientes en un contaminado y triste espectáculo, transportados por los vientos cuando ganan la costa. El municipio de Vicente López convoca los últimos sábados de cada mes a jornadas de limpieza costera en un esfuerzo válido aunque claramente insuficiente si no se contemplan también tareas de control, de ubicación de tachos de residuos y cartelería, además de formación escolar. Rellenar el río tapando los humedales, atentando contra la integridad de valiosas reservas ecológicas o avanzando livianamente con el otorgamiento de permisos para edificaciones que carecerán de la infraestructura básica de cloacas, por ejemplo, sin relevamientos de impacto previos, tampoco ayuda.
Por segundo año, la delegación de la Unión Europea (UE) en la Argentina y el referido municipio trabajaron conjuntamente en la ocasión de la última limpieza con motivo del Día Internacional de Limpieza de Playas, celebrado el pasado 15 de septiembre, con el apoyo de las embajadas de Alemania, Austria, Bélgica, Croacia, Dinamarca, Países Bajos, Polonia, Portugal, Rumania y Suecia. La embajadora de la UE explicó que se trata de una iniciativa que se replica en más de 100 países con el fin de concientizar sobre los nocivos efectos del uso de plásticos. Bolsas de consorcio, pinches, guantes y la mejor disposición fue lo único que necesitaron más de 300 personas de ONG ambientalistas, alumnos de escuelas europeas y del distrito junto a activos vecinos preocupados por su hábitat.
El joven regatista Yago Lange, cansado de navegar entre basura, convocó a la undécima limpieza masiva en la costa del río, a la altura de Acassuso, con el posteo de una foto que muestra más de 50 botellas plásticas abolladas sobre su cama. Juntó esta vez a 400 chicos que dedicaron un día a juntar basura: más de 1500 kilos de residuos, la gran mayoría plásticos.
Limpiar lo que otros ensucian tiene un enorme valor y debieran ser muchos más los que asumamos este desafío, replicándolo en muchos otros lugares igualmente inundados de desechos.
Impresiona percibir la notoria diferencia entre un paisaje limpio y uno cargado de bolsas de nylon, colillas de cigarrillos, botellas, envases y enseres varios, principalmente de plástico; esto es, residuos en sus más variadas expresiones. La flora y la fauna ribereña, el canto de las aves, la biodiversidad en su conjunto, todo luce distinto cuando el agua golpea sobre las piedras o mece suavemente un juncal sin la indeseable presencia de basura. Hemos de seguir insistiendo sobre la necesidad de reducir el impacto y la contaminación, alegrándonos ante un mayor compromiso de las nuevas generaciones que nos convocan a todos a la acción en defensa de nuestro planeta.