Pobreza y política
Diario El País/España
MADRID._ La correlación entre pobreza o exclusión social y desconexión de la política se traduce en un persistente abstencionismo electoral. No es un fenómeno nuevo ni solo español, pero está viviendo una agudización cronificada que exige al menos una toma de conciencia sobre la magnitud del problema. Los más pobres no votan, no participan en mítines porque no les llegan, se sienten excluidos de debates que no afectan a sus situaciones reales. La baja participación de este segmento de la población se ha convertido en una mala noticia rutinaria tanto en España como en Europa en cada cita electoral. La crisis que arrancó en 2008 y que ha vivido ya dos mutaciones, primero tras la pandemia y después con la actual guerra en Ucrania, se ha cebado con quienes tenían menos reservas de todo tipo y solo ha agravado las condiciones para que la desafección democrática aumente precisamente entre quienes solo tienen al Estado como vía de protección.
El voto expresa en un solo acto una pluralidad de competencias de las que carecen centenares de miles de ciudadanos que sienten que la democracia no va con ellos. O, quizá peor, que la democracia va contra ellos.