A 40 años del insulto que encendió la chispa de la revolución

QOM, Irán.- En el recuerdo infantil de Mohamad Hassan Sharifizadeh, la revolución que acabaría con el último sha de Irán empezó hace 40 años, con una inusual escena en una mezquita de Qom.

Era el 8 de enero de 1978. "Tenía ocho años" y "teníamos una ceremonia religiosa", recuerda este vendedor de golosinas de Qom, una de las ciudades santas más importantes de Irán. En la mezquita, el mullah "se quitó el turbante y lo tiró de pronto al suelo, afirmando que se había insultado a nuestra fuente de inspiración", el ayatollah Khomeini. Ese gesto despojarse de un signo sagrado es muy poderoso y solamente se justifica ante la peor de las ofensas.

Todo se debía a una de las noticias de aquel día. El diario gubernamental Ettelaat había publicado un panfleto titulado "Irán y el colonialismo rojo y negro", particularmente insultante para el ayatollah Khomeini, el gran opositor al sha Mohamad Reza Pahlevi, que se encontraba desde 1964 en el exilio.

El artículo apuntaba a desacreditar la autoridad religiosa de Khomeini. Lo acusaba de ser un agente británico, de no ser realmente iraní y de complotar con los comunistas contra el país.

El ayatollah Seyyed Hosein Musavi Tabrizi, de 70 años, recuerda hoy cómo llegó a sus oídos el contenido del panfleto.

"Dos o tres de mis estudiantes, muy encolerizados, me trajeron el diario y me dijeron que leyera el artículo", relata este exfiscal general, elegido dos veces diputado y que en la actualidad se dedica en Qom a la enseñanza.

"Fue la gota que colmó el vaso. Insultar así [a Khomeini] era insultar a todo el clero, una provocación", afirma.

Rápidamente se organizó una réplica. Esa misma noche, el ayatollá Tabrizi reunió a una decena de dignatarios religiosos, que decidieron suspender los cursos "en señal de protesta" y "denunciar el artículo, tomando posición en favor del imán" Khomeini.

Aquel 8 de enero, una huelga de estudiantes fue acompañada por manifestaciones y algunos enfrentamientos menores con la policía. Al día siguiente, la protesta se acrecentó, con el apoyo de los comerciantes del mercado de la ciudad, que también se declararon en huelga.

Miles de personas corearon en la calle lemas hostiles al gobierno y al sha, cuya autoridad ya se encontraba socavada debido a una política de reformas y de modernización muy impopulares, así como por su alianza con Estados Unidos, en un contexto de crecientes desigualdades sociales, de corrupción y derivas autoritarias.

Abolfazl Soleimani, un religioso que lleva ceñido a la frente un turbante blanco, tenía entonces 24 años. "Yo estuve presente en las manifestaciones. La policía empezó a disparar, primero al aire y luego contra la gente, religiosos, no religiosos, comerciantes. Hubo muertos y heridos".

"Las primeras informaciones hablaban de 20 o 30 muertos, pero en realidad no hubo quizá mas de cinco", explica el escritor e historiador británico Michael Axworthy en su libro Irán revolucionario.

Pero la noticia de la represión en Qom se extendió como un reguero de pólvora y generó manifestaciones en distintos lugares del país.

En Tabriz (noroeste), la policía disparó contra la muchedumbre y mató a unas 13 personas, según consigna Axworthy, lo que desencadenó un sangriento ciclo de manifestaciones y represión que no cesó hasta junio.

La historia ya estaba en marcha. En la segunda mitad de 1978, la revuelta se extendió. "Todo régimen represivo cava su propia tumba" sostiene hoy el ayatollah Tabrizi.

El 16 de enero 1979, el sha abandonó Irán. Khomeini dejó Francia para regresar a Teherán, donde el 1º de febrero fue acogido por una inmensa multitud. El último gobierno del Irán imperial cayó diez días después y Khomeini se convirtió en "el padre de la patria".

Las autoridades iraníes prevén grandes ceremonias para conmemorar el 40º aniversario de la "victoria de la Revolución", signo de la longevidad del régimen islámico, contra todas las predicciones de entonces, que le auguraban una breve duración.

Marc Jourdier