Abajo en los sondeos, Maduro apela al miedo para vencer en las elecciones

CARACAS.- "Si se prende el peo [conflicto], yo también salgo a la calle a defender la revolución." Nicolás Maduro está muy preocupado. Sus sorprendentes alegatos, como el que abre esta crónica, así lo confirman. Sólo falta un mes para las trascendentales elecciones parlamentarias del 6 de diciembre y las encuestas se empeñan en amargarle su día a día presidencial. Una peor que la otra.

"El gobierno no es que va perder, es que ya perdió", le recalcó Julio Borges, candidato a la reelección parlamentaria por Primero Justicia (el partido del ex candidato presidencial y actual gobernador de Miranda, Henrique Capriles), esgrimiendo seis estudios de opinión en los que la diferencia entre chavismo y oposición se estiran entre 20 y 30 puntos.

A lo largo del año también se consolidó la cifra de encuestados que valoran negativamente la gestión del gabinete bolivariano: el 80%.

Mientras más dura aparece la remontada, más se apela a la táctica del miedo y a la épica revolucionaria inspirada en las "gestas" de Hugo Chávez. "La derecha venezolana está arreglando un pacto con paramilitares para adicionar mayores crímenes en el país y fomentar la desestabilización y el caos", acusó el presidente sin mostrar una sola prueba de tan graves acusaciones.

El paralelismo con lo que sucede en la Argentina es evidente. El sorprendente resultado electoral del opositor Mauricio Macri desató su propia campaña desde el poder kirchnerista, anunciando desastres apocalípticos. O como ya avisó Maduro que sucederá de confirmarse su hipotética derrota: "El país entrará en una de las más turbias y conmovedoras etapas de su vida política... El que tenga oídos que entienda".

Las distintas maniobras gubernamentales, desde el conflicto fronterizo con Colombia hasta las acusaciones contra el empresario más importante del país, escuchas telefónicas ilegales incluidas, no han logrado reducir la brecha provocada por la gigantesca crisis económica que golpea al país sudamericano. Todo lo contrario.

"Vamos a ganar como sea, la revolución no será entregada jamás", repitió el heredero del "comandante eterno" en distintos discursos. Maduro tampoco duda en destacar que si el chavismo pierde la contienda electoral, "la revolución pasaría a gobernar con el pueblo" y en "unión cívico-militar".

Palabras que no son fruto de un calentón político y sí una de las estrategias que el laboratorio bolivariano desplegará hasta el primer domingo de diciembre. "El gobierno quiere generar temores e inhibiciones. Hoy el chavismo es la mitad del capital político que dejó Chávez. A través del miedo intentan retener a la gente", reflexionó el politólogo John Magdaleno en una emisora local, convencido, no obstante, de que el voto castigo será definitivo y que es "poco probable" que el gobierno pueda revertir la situación.

La táctica del temor

La campaña del miedo no hace nada más que empezar, pero a ella ya se apuntan los dirigentes más radicales. Sus mensajes se dirigen directamente a sus propios seguidores y a ese porcentaje que votó a Chávez en 2012 y que hoy cree que Maduro es incapaz de sacarlos del atolladero económico.

"Estados Unidos, la CIA y las grandes transnacionales lo primero que van a hacer es erradicar por completo el chavismo, hasta la última raíz", disparó Mario Silva, el periodista favorito de Chávez, marcado tras conocerse una grabación en la que informaba a un militar cubano de los entresijos de la política venezolana, hace tiempo. "El plan verdadero de la oposición es entregar el país al FMI", insistió Silva.

"La derecha quiere utilizar el 6 de diciembre para desestabilizar, para agredir al pueblo, para insultar a Chávez", clamó Jorge Rodríguez, alcalde del municipio Libertador de Caracas y jefe de la campaña electoral revolucionaria.

Una tarea muy complicada para la oposición, dada la dimensión del problema, si fuera verdad la acusación de Maduro: Venezuela aparece en segundo lugar del ranking mundial de homicidios, en torno a 25.000 el año pasado. Las mismas encuestas confirman que escasez, desabastecimiento, inseguridad e inflación son los mayores dolores de cabeza de los venezolanos.

Amenazas para unos, temores para otros. El altavoz del pánico no sólo se dirige a los chavistas más o menos fieles, también lo hace a los opositores, como recuerda la psicóloga social Colette Capriles. "Otra parte de la campaña del miedo se basa en la idea de que la oposición no reconocerá los resultados", insiste.

Para el gobernador Capriles, el "hijo de Chávez" está asustado y por eso "apela al miedo, a la intimidación y a la amenaza, porque se sabe perdido".

La parcialidad del Consejo Nacional Electoral (CNE), las campañas electorales abusivas del gobierno y la arbitrariedad de todos los poderes del Estado, espoleados con mayor o menor disimulo desde el Palacio de Miraflores, siempre afectaron a un porcentaje de la oposición, que se desanima de cara a las urnas.

En el otro lado, la pérdida de derechos alcanzados durante el proceso revolucionario (según la narrativa chavista) es uno de los principales objetivos de la táctica del temor.

Una contienda con la mira en la transparencia

Tono conciliatorio

El presidente Nicolás Maduro, que la semana pasada había llamado a "ganar como sea" las elecciones del 6 de diciembre, se mostró ayer conciliatorio en una reunión del Consejo Federal de Gobierno en el palacio de Miraflores. En el encuentro participaron todos los gobernadores, incluidos los opositores Henrique Capriles (Miranda), Henry Falcón (Lara) y Liborio Guarulla (Amazonas). "Cuando den a conocer los resultados, todo el mundo a respetarlos", ordenó Maduro

Debate por el resultado

El gobierno y la oposición están enfrascados en un debate sobre un acuerdo para reconocer los resultados electorales. "Ustedes son autoridades electorales que están bajo sospecha", dijo Jesús Torrealba, secretario ejecutivo de la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), en referencia al Consejo Nacional Electoral (CNE)

Misión de observadores

La oposición reclama al gobierno que se permita el ingreso de una misión de observación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur)