Nueva Delhi ha renovado su equipamiento bélico con un adversario en la mira: China
Hay metidas de pata que son inofensivas… y otras no tanto. Sin dudas, el misil supersónico que la India disparó accidentalmente a Pakistán el 9 de marzo de 2022 clasifica dentro del segundo grupo. Por suerte, nadie resultó herido, pero el incidente entre los dos vecinos nucleares, que comparten una larga historia de enfrentamientos armados, podría haber desembocado fácilmente en un conflicto a gran escala en la volátil región.
Al parecer, un desperfecto técnico hizo que un BrahMos, un misil desarrollado conjuntamente por India y Rusia y propulsado por un estatorreactor de combustible líquido, se desviara de su curso de repente y recorriera 124 kilómetros dentro del territorio paquistaní en tres minutos y 44 segundos, para luego impactar en la localidad de Mian Channu, dañando infraestructura civil. Como el artefacto no cuenta con un mecanismo de autodestrucción, los oficiales de la Fuerza Aérea India responsables del incidente no tenían forma de frenar el proyectil, según argumentaron.
DG ISPR Press Conference - 10 March 2022 https://t.co/W5HTbFll3V
— DG ISPR (@OfficialDGISPR) March 10, 2022
Tal vez si el episodio con el BrahMos, el misil más rápido del mundo —que puede alcanzar una velocidad Mach 2,8—, hubiese ocurrido hace 10 o 15 años, las repercusiones hubiesen sido más severas, ya que la relación entre la India y Pakistán atravesaba un momento particularmente tumultuoso en aquel entonces. Aunque la rivalidad persiste en la actualidad, la mayor amenaza de seguridad para Nueva Delhi hoy es otra.
“Todos los ojos están puestos en China”, dice a LA NACION Ammar Nainar, experto en seguridad de la Observer Research Foundation.
El poder militar de Pekín ha aumentado considerablemente en las últimas dos décadas, inquietando a las potencias occidentales pero también a sus escépticos vecinos, que monitorean con recelo todos sus movimientos: ostentosos ejercicios de entrenamiento con Moscú en el Mar de Japón, cruces cada vez más frecuentes de la sensible línea media del estrecho de Taiwán, la búsqueda de un mayor compromiso militar con las islas del Pacífico, una creciente movilización de tropas en la Línea de Control Actual (LAC) en la frontera con India y la construcción de cientos de nuevos silos para misiles nucleares.
La India ha intentado ponerse al día, sobre todo después de que el enfrentamiento de Ladakh de 2020 pusiera al descubierto las disparidades entre las capacidades militares de ambos países. Desde entonces, la nación del Sur de Asia acentuó la inversión en Defensa y, con un presupuesto de 76.600 millones de dólares en 2021, superó a Rusia y Reino Unido para posicionarse como el tercero en gasto en Defensa del mundo, después de Estados Unidos y China.
Sin embargo, todavía está muy rezagada. Una de sus grandes vulnerabilidades ha sido la dependencia. Aunque ha intentado fomentar la industria nacional y promover el intercambio con nuevos socios comerciales como Francia, Estados Unidos e Israel, en la última década, Rusia representó aproximadamente el 60% de las importaciones indias de armamento.
El BrahMos, que combina el nombre de dos ríos, el Brahmaputra de la India y el Moscova de Rusia, es precisamente un símbolo de dicha relación. Está basado en el P-800 Ónix, un misil crucero supersónico antibuque desarrollado por Rusia en la década de 1980. El sistema de guía, en cambio, fue diseñado por BrahMos Aerospace, la empresa conjunta entre la oficina de diseño de cohetes rusa NPO Mashinostroeyenia y la agencia india Defence Research and Development Organisation (DRDO), que fue establecida en 1995 con un capital social autorizado de 250 millones de dólares y de la cual la India posee el 50,5% de las acciones.
Consciente de la necesidad de una mayor diversificación e “indigenización” de la defensa India, con el tiempo, Nueva Delhi pasó a fabricar del 35 al 65% del misil, y planea aumentar este porcentaje al 85% mediante la sustitución de ciertos componentes rusos por otros de origen indio, según indicó la compañía. De hecho, la nueva versión del BrahMos para aviones fue creada “casi al 100%” en la India, añadió.
El BrahMos, que tiene un costo unitario de 2,73 millones de dólares, también puede lanzarse desde submarinos, barcos y plataformas terrestres móviles. Sin embargo, el principal portador de este misil es el caza polivalente Su-30MKI y la Fuerza Aérea India es el cliente más importante. Rusia, por su parte, no ha adquirido ningún ejemplar de BrahMos para uso propio, prefiriendo suministrar piezas al proyecto como exportación.
El estallido de la guerra en Ucrania no ha hecho más que remarcar la necesidad de cortar (o aflojar al menos) los lazos con Moscú. “Después de todo, una Rusia en guerra tendrá menos capacidad para proporcionar equipos de defensa críticos. De hecho, ya está buscando equipo militar en países como Irán y Corea del Norte”, observa Nainar.
Además, las transacciones económicas se han vuelto cada vez más complicadas debido a las amplias y severas sanciones internacionales que involucran prácticamente a todos los aliados de Estados Unidos. Ni hablar de las implicancias políticas: mientras que el primer ministro Narendra Modi busca estrechar la cooperación con la Administración Biden, el presidente Vladimir Putin ha anunciado una “amistad sin límites” con Xi Jinping.
Al mismo tiempo, la India, que, según las proyecciones, se convertirá en la tercera economía del mundo a finales de esta década, está intentando cimentar su propia esfera de influencia en diferentes planos, incluido el militar. En este sentido, el Ejército y la Armada de Filipinas ya han firmado acuerdos con la India para la compra de misiles BrahMos en su variante naval y terrestre, y la compañía también ha informado del interés de otros países del sudeste asiático, América Latina, Medio Oriente y de Sudáfrica.
De hecho, el ministro de Defensa argentino Jorge Taiana recorrió en julio de este año la fábrica de BrahMos en Nueva Delhi en el marco de una visita en la que se concretó la compra de helicópteros utilitarios livianos y en la que se avanzó en las negociaciones por la eventual adquisición de 18 aviones supersónicos Tejas HAL. Por su lado, la Argentina aporta en el entrenamiento de miembros de la Armada india en la navegación de aguas polares, según reveló a LA NACION un miembro de dicha entidad.
“Los esfuerzos de modernización pueden crear más oportunidades para la diplomacia de defensa, incluso con países de África y América Latina”, apunta en este sentido Nainar.
El coronel retirado Vivek Chadha, por su lado, explica en diálogo con este medio que para que las ambiciosas reformas de Modi sean exitosas es necesaria la integración de las Fuerzas Armadas, “un proceso mediante el cual el Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada abandonan su enfoque de servicio único y adoptan una visión conjunta; una transición que han atravesado la mayoría de las fuerzas armadas más grandes del mundo, como las de Estados Unidos y China”.
Por su parte, el BrahMos está atravesando su propio proceso de modernización. India y Rusia anunciaron que trabajan en una versión hipersónica del misil. Se espera que el BrahMos II tenga un alcance de 1500 kilómetros —el actual tiene un rango de 300 a 500km— y una velocidad de Mach 8. Otros detalles, como el costo de producción y las dimensiones físicas del misil, aún no han sido publicados.
La guerra en el siglo XXI es una serie de notas sobre las armas que son determinantes en los conflictos bélicos actuales. Podés acceder a todas las notas en este link.
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