Bush tiene 13 puntos de ventaja sobre Gore
LOS ANGELES.- Si el humor de Wall Street dependiera de las elecciones, los tenedores de las acciones de Al Gore ya habrían sufrido, por lo menos, un par de ataques de nervios. Sobre todo por las encuestas en las cuales George W. Bush comienza a despegarse, perfilándose ahora como el virtual ganador. Sin que ello signifique, en realidad, que pueda cantar victoria por anticipado.
Las cifras varían, pero la última del tándem Gallup/CNN/USA Today refleja una diferencia de trece puntos en favor de Bush, al que se le adjudica una intención de voto del 52% contra el 39% para Gore. Esto hablaría, a nueve días de las elecciones, de un vuelco casi decisivo que Gore, renuente a la participación de Bill Clinton en su campaña, procura remontar en los Estados más remisos a volcarse por uno u otro.
Un signo de preocupación entre su gente es California, donde llevaba una ventaja de siete puntos que ya no se cotiza al mismo valor. Por esta razón, invertirá dos millones de dólares en avisos televisivos con los que intentará aguijonear desde mañana a los indecisos.
En su momento, el gobernador Gray Davis, demócrata, dejó entrever que toda inversión de Bush en California iba a ser algo así como plata quemada. Ya no está tan seguro. Del Estado saldrán 54 de los 538 votos que definirán, en el Colegio Electoral, el desenlace de una de las elecciones más reñidas de la historia, y seis representantes que podrían determinar el control de la Cámara baja.
En uno de los avisos, Bush describe a Gore como el abanderado de un Estado grande. "Existe una gran diferencia filosófica entre mi oponente y yo -dice-. El cree en el gobierno. Yo creo en usted."
Bush está al frente en otra encuesta, de la cadena ABC: 49% contra 45%. Y en otra de John Zogby: 44% contra 43%. Señal de que no han dado resultado los mensajes telefónicos grabados en los cuales Gore critica al gobernador de Texas por el tratamiento de temas tales como la salud, la educación, la ecología y la jubilación.
Toma y daca
Ojo por ojo, la réplica es un aviso en el que los republicanos deslizan que la Casa Blanca cambió información sobre el programa nuclear de los Estados Unidos por contribuciones de China para las últimas campañas electorales.
Gore está en aprietos. Y nota que la cruzada como populista en sentido tradicional, criticada por Bush como una forma de expandir los gastos en desmedro del superávit, no tiene el efecto deseado. Es un vendedor que procura distribuir su mercancía más preciada, la carrera presidencial, en Estados no cautivos, como los del Medio Oeste, mientras que en otros presuntamente cautivos, como California, advierte que está perdiendo su base de sustentación. Quizás el error sea querer ser naturalmente carismático frente a las cámaras, como Clinton o Reagan, y forzarse por ser gracioso en programas de televisión en los cuales sus propios productores son conscientes de que no hay nada más difícil que arrancar una carcajada del público.
La pelea de Gore pasa por tres frentes: Clinton, con su legado de bonanza; Bush, con su propio padre como eventual beneficio y cruz a la vez, y Ralph Nader, el candidato ecologista, con un 5% de intención de voto, que vino a robarle una parte del electorado que creía propia con su prédica en favor del medio ambiente.
Las señales son perturbadoras para él. En West Virginia, un búnker demócrata, Bush está en mejor posición. En Florida, donde aún pesa el síndrome Elián, su hermano Jeb no ceja en su afán por que se consolide George. En Ohio, también gana por ahora Bush.
Son varios campos de batalla en uno solo, como si la pérdida de un lado no pudiera ser resuelta con la mano que procura evitarla en el otro.