Cataluña ratificó su plan separatista, pero le abrió la puerta una mediación
Luego de que su bloque parlamentario confirmó que el lunes se declarará la independencia, Puigdemont dio un discurso en el que criticó con dureza al rey; hay divisiones entre los rupturistas
BARCELONA.- La mano tendida y el puño cerrado: el líder separatista Carles Puigdemont apeló anoche a una mediación que encarrile la crisis institucional que sacude a España, pero ratificó el plan para declarar la independencia de Cataluña y le dedicó palabras impiadosas al rey Felipe VI.
Con Europa en vilo, Puigdemont anticipó que daría un discurso institucional poco después de que su bloque parlamentario eligió el lunes como el día D para la proclamación de la nueva república catalana. Perseguía espejar el histórico mensaje en el que el rey le había advertido la noche anterior que el Estado usaría toda su fuerza para impedirle la ruptura de España.
"Quisiera dirigirme directamente a su majestad: así no. Con su decisión de ayer usted decepcionó a mucha gente en Cataluña", leyó el presidente regional, de pie, en el palacio medieval donde tiene la sede la Generalitat. Lo acusó de "ignorar deliberadamente a millones de catalanes que no piensan como él" y de convalidar las medidas que prepara el gobierno de Mariano Rajoy para responder a una secesión.
La perspectiva de ese contraataque de Madrid tiene atribulados a los socios de Puigdemont, que debaten de qué manera ejecutar la declaración unilateral de independencia que prometieron a sus simpatizantes después del accidentado referéndum sin garantía legal que se celebró el domingo.
La fecha de la sesión de ruptura, en principio prevista para esta semana, se postergó al lunes. No hay precisiones de cómo sería el formato de la declaración. Había expectativa de que Puigdemont aclarara las cosas, pero prefirió ganar tiempo con otro llamado al diálogo.
En un mensaje de 2000 palabras, hubo una que jamás mencionó: independencia. Se limitó a decir: "Estoy seguro de que en los próximos días volveremos a enseñar la mejor cara de nuestro país cuando las instituciones de Cataluña tengamos que aplicar el resultado del referéndum".
El gobierno de Rajoy demoró cinco minutos para responderle con una defensa del rey. "Le pido al señor Puigdemont que respete a España, que respete a Cataluña, que trate a sus instituciones con el respeto que merecen", dijo la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Y agregó que el presidente catalán "hace tiempo que vive fuera de la ley y de la cordura".
Quedó claro. Rajoy no piensa en ninguna mediación. De hecho, ayer rechazó una sugerencia del episcopado español para tender puentes. La misma respuesta le dio al líder de Podemos, Pablo Iglesias, que se ofrecía como nexo.
La Moncloa prepara la artillería para reaccionar si el Parlamento catalán se atreve a declarar la ruptura. Incluiría la casi segura suspensión de funciones autonómicas prevista en la Constitución. Y medidas judiciales que podrían derivar en la destitución y la detención de miembros del gobierno catalán.
"Vamos a utilizar todos los instrumentos que las leyes permiten y que la Constitución establece", advirtió el ministro de Justicia, Rafael Catalá.
Una primera señal había llegado ayer a primera hora, cuando la Audiencia Nacional imputó por sedición (un delito con penas de hasta 15 años de prisión) al jefe de los Mossos d'Esquadra (la policía autonómica), Josep Lluís Trapero, por su pasividad ante la agresión a guardias civiles en el curso de un allanamiento vinculado a operativos contra el referéndum. El requerimiento alcanzó también a los activistas Jordi Sànchez, presidente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), y Jordi Cuixart, de Òmnium Cultural.
En las filas separatistas se discutía si la sesión del lunes derivará en una proclamación inmediata de la república catalana, como ordena la ley que ellos mismos aprobaron el mes pasado para dar sustento al referéndum. Algunos sectores del PdeCAT, el partido de Puigdemont, proponen vías moderadas, que hablen de un proceso de mediano plazo hasta llegar a la ruptura. Se habla de una opción que incluya primero unas elecciones constituyentes.
Esquerra Republicana, el otro partido del frente separatista, empuja por la declaración sin medias tintas. Lo mismo hacen los anarquistas de la CUP.
Puigdemont dejó las puertas abiertas. Su discurso navegó entre gestos a los españoles ("queremos continuar contribuyendo al desarrollo del Estado español") y palabras de hostilidad al rey.
Nunca un funcionario de su rango había apuntado de esa forma contra la corona. Denunció que Felipe VI "declinó con dureza del papel moderador que le otorga la Constitución". Dijo que es "una grave irresponsabilidad" no atender los llamados al diálogo para encarrilar este conflicto. "El rey perdió ayer una oportunidad de dirigirse a todos los ciudadanos a los que debe la corona -enfatizó-, ya que les debe el respeto porque así se lo encomienda la Constitución".
En el gobierno central se indignaron al oírlo exigir respeto a una Constitución que él se jacta de desobedecer cuando desconoció los fallos judiciales que le impedían celebrar el referéndum y avanzar con el rumbo de ruptura.
El mismo impacto causó que se quejara de la falta de empatía del rey con los catalanes independentistas, cuando su gobierno ignora la oposición al secesionismo de al menos una mitad de la población catalana. "El pueblo de Cataluña demostró que es un pueblo unido. Que es un solo pueblo", dijo al empezar su discurso, en el que volvió a repudiar las cargas policiales del domingo contra los votantes de la consulta separatista.
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