Claves de un país en transformación
MOSCU (De un enviado especial).- Para entender mejor la importancia de las elecciones que se realizarán hoy en Rusia, acá están algunas de sus claves:
- ¿Qué puede pasar hoy?
Sólo hay tres escenarios posibles, según las encuestas. Uno, que Vladimir Putin consiga más del 50 por ciento de los votos y sea automáticamente consagrado como nuevo presidente de Rusia. Dos, que no lo consiga y que deba ir a una segunda vuelta el 16 del mes próximo. Y tres, que vote menos del 50% del padrón electoral, por lo que las elecciones quedarían nulas y habría que hacer una nueva convocatoria.
- ¿Tienen posibilidades los comunistas de volver al poder?
Ninguna. Las encuestas que más puntos les otorgan hablan de alrededor de un 25 por ciento de los votos. Eso sí, en números significa más de 25 millones de personas, si votan todos los empadronados, lo que les garantiza un lugar importante en el mapa del poder.
- ¿Cuál es la situación económica del país?
Un caos, sin orden ni regulaciones. Las empresas más importantes siguen a cargo del Estado, como en la época soviética; el peso del aparto estatal todavía es muy importante y más de la mitad de la población subsiste con salarios de poco más de 50 dólares mensuales.
Sin embargo, la inflación parece dominada y hay una leve recuperación del PBI, aunque se basa fundamentalmente en el repunte de los precios del petróleo y no en el desarrollo industrial. Su deuda externa, además, ronda los 170.000 millones de dólares.
- ¿Y la situación militar?
Aunque aún conserva un gigantesco arsenal nuclear, el ejército regular, que tiene 1,3 millón de efectivos, parece al borde de la descomposición y del colapso.
Los soldados no tienen qué comer, cobran sus sueldos con meses de retraso y el Estado le debe millones de dólares a la industria militar, que motorizó durante la época soviética la industrialización del país.
Los aviones vuelan el 25% del tiempo mínimo reglamentario por falta de combustible, y según un sondeo del diario militar Krasnaia Zvezda el 48% de los oficiales quiere dejar el ejército. Putin, de todas maneras, ha prometido restituirles a las fuerzas armadas el lugar preponderante que siempre tuvieron en esta sociedad.
- ¿Cuáles son las dudas que hay sobre Putin?
Se conoce muy poco sobre él, pero sus recurrentes apelaciones al pasado glorioso, zarista y soviético de Rusia despiertan muchas dudas, al igual que la guerra en Chechenia, su pasado en la KGB y sus reiteradas declaraciones sobre la necesidad de una mano dura en el país.
Además, nunca quedaron bien aclarados sus vínculos con los empresarios corruptos que apoyaron a Yeltsin, a la "familia", el entorno del ex presidente, precisamente su mentor político.
- ¿Y cuáles son los puntos positivos que se le ven?
Hasta el momento ha tenido muy buena relación con Occidente y jamás entró en la guerra dialéctica a la que acostumbraba Yeltsin, con bravuconadas nucleares.
Además, aparenta tener convicciones económicas claras, apuesta a la inversión extranjera y ha dicho reiteradas veces que combatirá la corrupción.
Su imagen de líder fuerte, así como es negativa, es bien valorada por la mayoría de los votantes, a quienes sólo les importa salir de la crisis económica y dejar atrás la imagen del casi siempre enfermo Boris Yeltsin.
- ¿Cómo lo ve Occidente?
Salvo por algunas críticas sobre lo que pasa en Chechenia, sólo ha recibido elogios, tanto de Washington como de las principales capitales europeas.
En este punto, Occidente es pragmático, y después de haber convivido con Yeltsin quiere en el Kremlin, como la mayoría de los rusos, a un hombre capaz de tomar decisiones. Por otra parte, la necesidad rusa de capitales extranjeros, así como de fondos frescos provenientes de los bancos, hace que sea muy difícil que Moscú realice una movida que le signifique cortar o enfriar sus vínculos con Occidente, más allá de algunos roces accidentales.
- ¿Cuáles son los principales desafíos para el nuevo gobierno?
Básicamente, la recuperación económica y hacer de Rusia un país confiable para el desarrollo de las empresas privadas y para los inversores extranjeros.
Aunque está muy lejos de ser lo que fue y hoy se encuentra infinitamente más modernizado que hace cinco años, todavía falta mucho por hacer tanto en el campo económico como en la institucionalización de la democracia.
Para Putin hay un desafío extra: alejar las dudas que despiertan su pasado y apuntalar el sistema democrático, que aún parece poco sólido y manejado desde las sombras por los grandes empresarios rusos, los mayores beneficiados por la gigantesca corrupción, a la que también el nuevo presidente debe atacar de lleno.