Contra reloj, Londres le pide a la UE más tiempo para negociar el divorcio
Cuando faltan solo 14 días para la fecha estipulada del Brexit, el Parlamento votó a favor de que May le solicite una prórroga al bloque; también rechazó llevar a cabo otro referéndum
PARÍS.- Dos años y medio después de haber comenzado el Brexit, la clase política británica parece no haber comprendido que está poniendo en juego el futuro del país para los próximos siglos. Después de haber rechazado el martes por segunda vez el acuerdo entre la Unión Europea (UE) y la premier Theresa May, y haberse opuesto anteayer a una salida sin acuerdo, los diputados votaron anoche a favor de una postergación del divorcio previsto para el 29 de marzo.
Catorce días antes de esa fecha, y en el marco de una ausencia total de consenso, el Parlamento de Westminster solicitó ayer a la primera ministra -por 412 votos contra 202- que pida esa prórroga.
Según May, el Brexit podría ser postergado por tres meses, hasta el 30 de junio, a condición de que los parlamentarios acepten un acuerdo de salida en una tercera votación, prevista para el 20 de marzo. Sin embargo, el único "deal" que existe es el que la jefa del gobierno negoció durante casi dos años con la UE y que la Cámara de los Comunes rechazó ya dos veces.
Si vuelven a rechazarlo, May tratará de obtener un plazo más largo, probablemente hasta fines de 2020. En ese caso, Gran Bretaña debería participar en las elecciones europeas de mayo próximo, sumando caos al caos. Porque, ¿cómo organizar unas elecciones en menos de dos meses, con la mitad de los partidos, electores y ministros que no quieren saber nada de Europa? Los juristas europeos y británicos se arrancan los cabellos imaginando opciones. ¿Prolongar el mandato de los actuales diputados británicos europeos? ¿Enviar a Estrasburgo diputados del Parlamento británico? Como si eso fuera poco, la UE ya había redistribuido las 73 bancas ocupadas actualmente por Gran Bretaña entre los 27 miembros que permanecerán en el bloque, que las incluyeron en sus listas respectivas. Francia, por ejemplo, debería enviar este año cinco diputados suplementarios, que están en campaña.
Pero como la fecha fijada para el Brexit es legalmente vinculante, toda prórroga debe ser aceptada por unanimidad por los otros 27 Estados de la UE. May hará esa solicitud en una cumbre europea prevista para el 21 y 22 de marzo. Y los 27 aceptarán, a condición de que la primera ministra se presente a la cita con "cambios concretos". En otras palabras: los diputados británicos deben aceptar el acuerdo que ya rechazaron dos veces.
Aunque no lo parezca, para May la velada de anoche significó una relativa tregua después de dos jornadas parlamentarias calamitosas, marcadas el martes por el segundo rechazo de su acuerdo y anteayer por la rebelión de su gobierno excluyendo un "no deal" (salida sin acuerdo) que ella sostenía como instrumento de presión. Ayer, por el contrario, todo sucedió como May lo soñaba. El texto con su estrategia, destinado a forzar la mano de los diputados para que por fin voten su acuerdo la semana próxima, fue ampliamente aprobado. No solo por lo que queda de los conservadores disciplinados, sino también por los partidarios de un "soft Brexit" (moderado), que tendrán un plazo suplementario para alcanzar sus objetivos. May cuenta ahora con la amenaza del caos o de una prórroga de largo plazo para obligar a los diputados pro-Brexit a inclinarse a último momento en su favor.
Pero nada es menos seguro. Como las dos anteriores jornadas de votación parlamentaria de esta semana, la sesión de ayer volvió a dejar al descubierto los enfrentamientos, enconos, golpes bajos e improvisación que agitan a la clase política británica, "tal vez la más incompetente en la historia moderna de ese país", en opinión del diario británico The Guardian.
También como anteayer, antes de la votación principal los diputados tuvieron que dar su opinión sobre dos enmiendas. En la primera se negaron a convocar a un nuevo referéndum por 334 contra 85. En la segunda, rechazaron un plan multipartidario que pretendía obtener el control total del Brexit, despojando así a May de toda posible participación en el proceso. Esa enmienda fracasó por un mínimo margen.
En ese marco de permanente contradicción, después de las votaciones, el líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, reiteró su apoyo a un nuevo referéndum... después de haber ordenado poco antes a sus diputados que votaran en contra de esa opción.
"Reitero mi convicción de que es posible alcanzar un acuerdo basado en nuestro plan alternativo que puede obtener consenso en la Cámara", dijo. Y agregó: "También reitero nuestro apoyo a una consulta popular. No como un ejercicio político para obtener puntos, sino como una opción realista que permita romper la parálisis".
Para agregar una última pieza al rompecabezas, aun cuando el Parlamento lo haya rechazado anteayer, el escenario de un Brexit sin acuerdo sigue siendo la opción "por omisión" en caso de que no se encuentre ningún terreno de entendimiento en las próximas semanas. Si así fuera, Gran Bretaña pondría fin en cualquier momento a 46 años de pertenencia a la UE, abandonando brutalmente el mercado único y la unión aduanera sin transición.
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