Egipto vive una nueva rebelión popular
A pesar de las concesiones anunciadas por los militares, los manifestantes aumentan la presión; exigen la salida inmediata de la junta
EL CAIRO.- Elecciones presidenciales en junio, entrega del poder en julio, gobierno de salvación nacional, libertad de protesta, investigaciones sobre las muertes de manifestantes e incluso la posibilidad de un referéndum sobre la retirada inmediata de los militares del poder.
Cuatro días de enfrentamientos callejeros y multitudinarias protestas le arrancaron ayer importantes concesiones al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA), la junta de oficiales que controla Egipto desde la caída de Hosni Mubarak.
Pero puede haber llegado demasiado tarde. En la plaza Tahrir, que anoche se encontraba repleta como no lo había estado desde la revolución que derrocó al dictador, decenas de miles de personas indignadas por la sangre derramada expresaron la exigencia de que los militares suelten ya el poder que detentan desde hace nueve meses.
Después de que el primer ministro, Essam Sharaf, y su gabinete presentaron su dimisión anteayer, la junta militar convocó a los dirigentes políticos a un diálogo urgente, que se prolongó durante cinco horas.
La tensa reunión concluyó con una serie de acuerdos. El más importante es el adelanto de las elecciones presidenciales, que no tenían fecha definida y que podrían haberse postergado hasta 2013, con lo que los militares habrían gobernado el país durante dos años. Ahora se dice que los comicios de los que saldrá el sucesor de Mubarak se celebrarán en junio de 2012.
Otro punto vital es que se formará un gobierno de salvación nacional. En él deberán participar todas las fuerzas políticas, desde los liberales laicos y los izquierdistas hasta las formaciones religiosas de orientación islamista (los Hermanos Musulmanes, que son moderados, y los radicales de la secta salafista). Todavía no se sabe quién lo encabezará.
Como gestos dirigidos hacia los manifestantes de la plaza Tahrir y otras ciudades de Egipto, se prometió que antes del sábado serán liberadas todas las personas arrestadas durante los enfrentamientos de los últimos cuatro días. También habrá investigaciones sobre las muertes de decenas de manifestantes: tanto las ocurridas en este lapso como las que provocó la sanguinaria represión contra una marcha cristiana el 9 de octubre pasado.
Además, los militares reconocieron que los ciudadanos tienen libertad de protestar pacíficamente y realizar sentadas, lo que implica que pueden quedarse en la plaza Tahrir, convertida nuevamente en el epicentro de la revolución.
"El ejército está preparado para volver a los cuarteles inmediatamente si la gente quiere eso, mediante un referéndum popular si hiciera falta", dijo en un discurso por televisión el mariscal Mohammed Hussein Tantawi, jefe del consejo militar, que asumió como presidente de facto después de la caída de Mubarak el 11 de febrero pasado, tras una revuelta que duró 18 días.
Pero para los manifestantes no alcanza. Tantas muertes (36 desde el sábado), el uso de municiones reales y de gases lacrimógenos con efectos mortales han radicalizado a mucha gente, que no da señales de darse por vencida si los militares no dejan el poder y si no se juzga a los culpables.
La ira popular contra los militares estalló este mes después de una propuesta para establecer principios constitucionales que hubieran protegido al ejército del control civil. En la plaza Tahrir, la gente se amontonaba ayer alrededor de unos altavoces para escuchar el discurso de Tantawi.
"No nos vamos, él se va", gritaban, y cambiaron el famoso eslogan de la revolución de enero pasado, "el pueblo demanda la caída del régimen", por "el pueblo demanda la caída del mariscal".
Un problema clave es que la virtud de este movimiento, que es su horizontalidad y su falta de liderazgos (todos cuentan igual), es también su gran defecto, porque los partidos que pactaron con los militares no lo representan y no hay dirigentes populares que lleven a cabo negociaciones y transmitan los resultados a los manifestantes en la plaza.
En Tahrir, la gente promete resistir. Y los militares siguen actuando con la misma torpeza que provocó la radicalización. A las 20, minutos después del fin del discurso de Tantawi, furgonetas blindadas de la policía militarizada bañaron con sus temibles gases lacrimógenos las calles del centro de El Cairo. Las limpiaron de manifestantes y los arrearon hacia Tahrir.
A las 23, las granadas de gas disparadas desde unos 100 metros de distancia cayeron en medio de la plaza.
Los protagonistas
Los Hermanos Musulmanes
Los islamistas fueron prohibidos durante el régimen de Hosni Mubarak, pero hoy son considerados la mayor fuerza opositora. Defienden la creación de un Estado islámico sobre los fundamentos de la sharia, la ley islámica. En la crisis actual, sin embargo, pasaron a un segundo plano. Anunciaron que no quieren participar en más protestas y se mostraron dispuestos a dialogar con la cúpula militar.
Los salafistas
Más radicales que los Hermanos Musulmanes, los salafistas anunciaron su participación en las protestas. Este grupo islámico ultraconservador se convirtió en una fuerte amenaza para los cristianos coptos, con quienes se enfrentan cíclicamente. Los salafistas tienen una interpretación rígida del islam y consideran que su única interpretación es aquella que fue practicada por las primeras tres generaciones de los líderes de esa religión.
El movimiento juvenil
Las protestas son organizadas mayormente por los jóvenes, como ocurrió durante la "primavera árabe". El grupo más importante es el movimiento 6 de Abril, que agrupa a gran cantidad de jóvenes universitarios y empezó como un grupo de Facebook en 2008. El movimiento utiliza las redes sociales para conectarse con sus seguidores.
Las fuerzas seculares
Los partidos socialistas y liberales participan también en la protesta. El Nobel de la Paz Mohammed el-Baradei declaró su simpatía por los manifestantes y exigió un gobierno de transición civil. El ex secretario general de la Liga Arabe Amre Mussa exigió un calendario para la celebración de elecciones presidenciales, pero desaconsejó una retirada anticipada del consejo militar. Mussa y El-Baradei son los candidatos más fuertes para ocupar la presidencia del país.
El ejército
Los manifestantes acusan a los generales del Consejo Supremo de las fuerzas armadas, que gobiernan desde la caída de Hosni Mubarak, en febrero, de no ceder el poder como se habían comprometido. Culpan sobre todo al jefe de la junta militar, Mohammed Tantawi, que fue ministro de Defensa de Mubarak durante 20 años. El ejército tiene un papel clave en Egipto, al punto de que cuenta con una jurisdicción independiente y con empresas propias.
La policía
Era muy odiada en la era Mubarak. Las fuerzas de seguridad son consideradas corruptas y brutales. También se las acusa de actuar de forma desproporcionada contra los manifestantes en las protestas. El movimiento juvenil exige una reestructuración completa del Ministerio del Interior.
Inquietud en la Casa Blanca
WASHINGTON (EFE).- El gobierno de Estados Unidos expresó ayer su "profunda preocupación" por la nueva ola de violencia desatada en los últimos días en Egipto y pidió moderación a los policías y a los manifestantes para frenar los disturbios, informó el vocero de la Casa Blanca, Jay Carney.
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