"El Ala Oeste", de la ficción a la realidad
MIAMI.- En 17 días, los norteamericanos deberán optar entre Al Gore y George W. Bush para la presidencia, pero si les dieran la oportunidad, muchos votarían seguramente por Josiah Bartlet.
Bartlet es el presidente ficticio creado por el libretista Aaron Sorkin e interpretado por el actor Martin Sheen en la serie televisiva "The West Wing" ("El Ala Oeste"), que acaba de iniciar su segunda temporada triunfal, después de colectar un récord de 9 premios Emmy en septiembre.
Mientras ninguno de los candidatos provoca algo más que un tibio interés en medio de un vendaval de indiferencia, la imagen del presidente Bartlet ha ido creciendo hasta convertirse en un despiadado reflejo de las pálidas alternativas que ofrece la realidad.
La serie, que se emite los miércoles, ya entró en conflicto con sus rivales del mundo real la semana última, cuando fue desalojada de su horario habitual a causa del segundo debate presidencial.
¿Por qué querría alguien ver a Gore y a Bush tratando torpemente de mostrarse presidenciables, cuando podían ver a Sheen lográndolo elegantemente?", reflexionó el columnista Tony Kornheiser.
Hasta las cifras de audiencia resultan parejas si se tiene en cuenta que la serie es pura invención, en tanto que el resultado de las elecciones tendrá consecuencias sobre todo el mundo. Unos 37,7 millones de telespectadores vieron a Gore y Bush en St. Louis, el martes, mientras que el episodio inicial de "The West Wing" en la nueva temporada convocó a 25 millones de personas.
"Bartlet presidente"
Como un indicio de hasta qué punto la vida imita al arte y la televisión ha logrado moler la frontera entre la ficción y la realidad, han aparecido calcomanías reclamando "Bartlet para presidente" y el propio Martin Sheen ha aprovechado su imagen "presidencial" para grabar una publicidad atacando a la Proposición 36, una iniciativa que irá a votación en California, promoviendo que los drogadictos no violentos sean enviados a tratamiento en lugar de a prisión.
Aunque Bartlet es un demócrata y sus posturas lo ubican en el ala más liberal del partido, los republicanos no parecen escatimarle simpatía.
"De cualquier forma que se lo mire, "The West Wing" ha logrado proyectar la mejor imagen que tanto la política como la cultura popular han visto en todo el año", escribió la crítica Kristin Tillotson. "Claro que no es más que televisión, pero los fans de la serie sienten que conocen mejor a los asesores de Bartlet que a los de Clinton."
Tillotson sostiene que lo que atrae a la gente de Bartlet y su equipo es que se trata de personas "profundamente idealistas, que no tienen reparos en atacar temas conflictivos" y que "no subestima a la audiencia".
Bob Olson, un asesor de campaña que mantiene un sitio político en Internet, considera que "esta serie ha hecho más por la imagen de la política que cualquier político". Y Barbara O´Connor, directora del Instituto para el Estudio de la Política, en Sacramento, California, explica que la ventaja de la Casa Blanca ficticia sobre la real radica en que mientras Clinton debe arrastrar con la carga de su dudosa moralidad, la gente ve en Bartlet "un tipo querible, con un atractivo que se proyecta por encima de las divisiones partidistas".
Nostalgia
A pesar de su tono mesurado y su falta de truculencia, "The West Wing" parece haber tocado un nervio nostálgico en los norteamericanos por una época mítica, cuando, presuntamente, los políticos eran más transparentes, los valores más claros y las causas menos inciertas.
"Creo que la serie nos recuerda la clase de políticos y candidatos que quisiéramos tener", afirmó el presidente de Warner Bros. Television, Peter Roth.
Tal vez en estos tiempos de realidades virtuales, "The West Wing" logre un día suplantar totalmente a Washington o por lo menos obligue a los políticos a encender el televisor todos los miércoles por la noche para enterarse de cuál será el libreto de la semana.
El autor es un periodista y dramaturgo argentino, que dirige el máster en periodismo de la Universidad Internacional de la Florida.
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