El candidato cero riesgo
PARIS.- Nacido en 1954, François Hollande, el hombre que lideró el Partido Socialista entre 1997 y 2008 y que ayer ganó las internas de su partido, parece un hombre nuevo, aunque sólo sea porque adelgazó una gran cantidad de kilos desde que se separó de Ségolène Royal en 2007, un mes después de que ella perdiera las elecciones ante Nicolas Sarkozy.
En realidad, Hollande es lo contrario de lo nuevo. Diputado desde 1988, es un rostro habitual de la política francesa. Con su discurso suave, conciliador, poco imaginativo pero a la vez bien construido y vendido, es el más centrista e institucional de los "barones" del socialismo francés.
Anunció en enero que iba a presentarse como candidato, cuando los sondeos no daban nada por él y sólo tenían ojos para Dominique Strauss-Kahn. Desde el tropezón de su rival, en mayo, pasó a liderar todas las encuestas.
Diciendo lo menos posible, sin correr un solo riesgo, Hollande mantuvo tanta diferencia que superó por más del 50% a Martine Aubry.
Su estrategia supuso arrasar a cinco rivales en una victoria en la que el diputado y presidente del consejo regional de Corrèze (centro-sur del país) no buscaba la gloria. Sólo así se explica su actitud ultradefensiva en la campaña: cuando pareció paralizado por la ventaja, habló con una prudencia extrema y ni siquiera desgranó sus propuestas.
La diferencia es que Hollande parece tener un proyecto, aunque tampoco muy vasto ni muy estructurado. Su gran tema es la juventud, y el eje fundamental es el pacto generacional, un programa destinado a subvencionar a las empresas que acepten mantener a sus trabajadores más veteranos y a la vez contraten a jóvenes para que aprendan el oficio de los primeros.
Además, anunció una "presidencia normal y cercana", incluida la reforma del estatuto de inmunidad legal del presidente; una justicia más autónoma e independiente, y una gran reforma fiscal, por el momento sin muchos detalles. Además, se muestra realista y riguroso con la economía: su empeño es reducir la deuda y el gasto público, aunque prometió que creará 60.000 puestos de trabajo y hará una gran inversión en Educación.
Sus cartas fuertes son el deseo de cambio de millones de franceses, su moderación y su humor inteligente. Su gran problema, una previsible campaña a vida o muerte contra Sarkozy. Cuando se le preguntó por la próxima campaña presidencial, Hollande dijo: "Sé que será una campaña violenta y estoy preparado".
Pero Sarkozy ya ha empezado a ironizar en privado sobre su rival. En París se cuenta que cuando Royal afirmó que Hollande no había hecho ningún aporte serio al país en 30 años, el presidente dijo en privado: "Si eso lo dice la madre de sus cuatro hijos...".
Desde que se separó de Royal, Hollande convive con la periodista Valerie Trierwiler, que dejó su trabajo para no incurrir en conflicto de intereses. Lo mismo que hizo Anne Sinclair con Strauss-Kahn.