En EE.UU. crecen las críticas contra el líder palestino
NUEVA YORK.- Tras los últimos atentados suicidas palestinos en Israel, cada vez son más fuertes las voces críticas norteamericanas contra el liderazgo de Yasser Arafat, mientras que la Casa Blanca parece decidida a dar luz verde a las acciones de represalia israelíes.
Anoche, en su primera entrevista desde los ataques del 11 de septiembre, el propio presidente George W. Bush expresó sus dudas sobre la voluntad de Arafat de llegar a un acuerdo de paz, a la vez que justificó la respuesta militar ordenada por el premier israelí, Ariel Sharon, a los atentados suicidas de esta semana.
"No hay manera de que Israel pueda negociar un acuerdo de paz mientras el país está siendo aterrorizado", dijo el presidente a la periodista Barbara Walters, de la cadena ABC. Y afirmó que respalda "el derecho de Israel a existir como una nación libre", cuando la veterana conductora le preguntó si apoyaba entonces las operaciones militares de los israelíes.
"Es hora de que Arafat demuestre si está a favor o no de la paz", enfatizó Bush, sentado junto a su esposa, Laura, en el Salón Amarillo de la Casa Blanca. "Debe demostrar que detrás de sus palabras de paz hay acciones. Porque éste es el momento; necesitamos acción", aseguró el mandatario, quien aclaró que el líder palestino debe "desarticular agresivamente a aquellos que quieren descarrilar el proceso de paz matando a israelíes inocentes".
En el Congreso
Igual presión ejerció ayer el líder de la mayoría en el Senado, Tom Daschle, que señaló que los atentados suicidas de esta semana "agotaron la paciencia que el mundo ha tenido frente a las excusas y la inacción de Arafat".
En el Congreso, efectivamente, cada vez son más los legisladores que se cuestionan si Arafat es capaz de liderar a los palestinos e incluso hubo quienes, como el senador demócrata Charles Schumer, de Nueva York, llegaron a comparar a la Organización de Liberación Palestina (OLP) con los talibanes porque "asiste, respalda y refugia a terroristas".
Esta vez, la aceptación pública de la respuesta militar israelí marca un significativo cambio de actitud de la administración Bush con respecto a la política que venía ejerciendo hasta ahora en Medio Oriente. Si bien desde que asumió el poder en enero último, Bush buscó distanciarse del conflicto en la región e ignoró los logros alcanzados por Bill Clinton, el panorama cambió dramáticamente el 11 de septiembre. El gobierno reconoció que una amplia coalición antiterrorista -que incluye a Estados árabes- no podría mantenerse sin una amplia participación norteamericana en el proceso de paz.
Desde entonces, tanto Bush como su secretario de Estado, Colin Powell, expresaron la necesidad de crear un Estado palestino y llamaron a los israelíes a contenerse de responder con el uso de la fuerza. Por otra parte, la semana pasada, la Casa Blanca envió al general retirado Anthony Zinni en una misión mediadora.
Pero que los ataques suicidas hayan ocurrido mientras el enviado se encontraba negociando con las partes acabó con la retórica suavizadora del gobierno, que volvió a poner toda la presión sobre Arafat. Así, no faltan ahora en Washington los analistas que aseguran que los días del líder palestino están contados si no actúa de inmediato.
El problema no es sólo una cuestión entre palestinos e Israel. Un liderazgo palestino debilitado -y disputado- seguramente llevaría a una nueva escalada de violencia en la región, que podría desembocar en otra guerra en Medio Oriente y que terminaría por resquebrajar por completo la coalición antiterrorista internacional.
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